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sábado, noviembre 23, 2024

La reactivación del miedo

Dr. Félix Higuera
Médico Psiquiatra. Servicios público federal y estatal desde 1993 a la fecha ocupando cargos directivos en Salud Mental, Adicciones, Salud Mental Pública y subsecretaría de Servicios de Salud en Sonora. Actividades de asistencia clínica y social como coordinador médico en HR Entrenamiento Neuroconductual SC. Socio: Colegio de Psiquiatras de Sonora. Academia Americana de Psiquiatría. Y Psiquiatría Infantil. Asociación Psiquiátrica Mexicana. Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil

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El miedo es una emoción que se hace presente para adaptarnos a determinada situación y constituye un mecanismo de supervivencia que nos permite responder con rapidez frente al peligro. En tiempos de pandemia, la mayoría de las personas hemos estado expuestos al riesgo de contagio de una enfermedad que sabemos podría ser mortal cuando no se atiende oportunamente, como ha sido covid-19. La frecuencia, severidad del miedo y el grado de afectación por la experiencia emocional de suponer que habría de ocurrir un contagio, o bien padecer la enfermedad y pensar en contagiar a alguien más ha sido por meses el detonante de miedo y en la última semana reactivado en quienes se mantenían estables.

Todos sentimos miedo cuando estamos en peligro o ante una amenaza inminente. El miedo es una emoción universal, inevitable y necesaria. Como en todas las especies animales, el ser humano está programado por su naturaleza (cambios fisiológicos del sistema nervioso y endócrino) para que de manera instintiva aparezca el miedo ante la percepción del peligro. Como sucede en actos terroristas en el que la propagación del miedo se detona por actos de violencia y destrucción. Así mismo hemos vivido la experiencia del miedo, por imaginar padecer, o perder a un ser querido a causa del Covid-19. Las múltiples pérdidas humanas causadas por la pandemia que azota la humanidad, ha venido a transformar el modo en que hacemos frente a situaciones adversas como la pérdida de un ser querido, a través del miedo.

El miedo normal es un sistema interior de alarma equilibrada. Durante la activación del miedo, ésta se dispara en el momento apropiado de un verdadero peligro, no ante una posibilidad de que algo malo ocurra o el simple recuerdo de un peligro. El miedo normal, se expresa rápido y fácilmente desaparece. Cuando el peligro ha pasado o cuando nos hemos dado cuenta de que no era para tanto, ya habiendo reconocido la situación que lo desencadenó, automáticamente el miedo disminuye.

Sin embargo frente al miedo por la pandemia que persiste, reaccionamos de manera diferente: en primer lugar el estimulo identificado como peligroso que pueden ser síntomas menores de vías respiratorias, pérdida del olfato, dolor de cabeza o dificultad respiratoria, se activa de inmediato una reacción fisiológica que se manifiesta con inquietud, desesperación, empeoramiento de los malestares físicos, tal y como se ha vivido recientemente por fallecimientos múltiples a causa de las complicaciones por Covid-19. A partir del momento en que el miedo se vuelve anormal, es decir, nuestra alarma interna no se regulariza en breve como habitualmente conocemos, al activarse con demasiada frecuencia, brota súbitamente una activación anormal, aunque las situaciones de peligrosidad sean menores.

La regulación anormal de miedo puede detonar en una crisis de pánico incontrolable (miedo de tender miedo), situación algo difícil de controlar y calmar,  frente  al miedo de acudir a un servicio de urgencias por temor de contagiarse de Covid-19. De no desencadenar una crisis puede ser que se exprese angustia, con temores, molestias físicas, nerviosismo, problemas del dormir, preocupaciones excesivas relacionadas con los eventos catastróficos de estar en riesgo inimente de enfermarse y sentimientos de incertidumbre respecto a la salud propia o de los familiares, en el grado extremo pérdida de la esperanza al suponer que el Covid-19 permanezca por tiempo indefinido por falta de vacunas o tratamientos. Si la persona desarrolla estrés postraumático, el problema puede agravarse e incapacitar a la persona.

La única manera de resolver el miedo a la pandemia es enfrentandolo, desobedeciendo las señales físicas y emocionales, para disminuir el exceso de miedo. Necesitamos estar bien informados de las situaciones reales e imaginarias provocadoras de miedo. Estar mal informados o no tener información del estatus actual del covid-19, nos mantendría en el riesgo de contagio y seguir sufriendo de  miedos, imaginando que en cualquier momento hará su aparición y no poder controlarlo.

Necesitamos aceptar la dosis de miedo normal ante situaciones de la vida cotidiana, la idea no es eliminarlo por completo, sino, regularlo para que en su momento pueda ser útil para defenderse de las amenazas reales que están ocurriendo en nuestro entorno. Necesitamos estar entrenados para sentir miedo en circunstancias controladas: esto que se llama exposición a la situación de miedo y resistirlo. No autocalificarnos como cobardes, débiles, perdedores o vergonzosos, necesitamos entender el miedo como un problema por resolver, en lo individual, familia y lo social.

El miedo repetitivo es peligroso, los escenarios catastróficos por la pandemia y otros eventos catastróficos son impredecibles. La experiencia vivida para enfrentar los problemas de salud pública no ha sido suficiente para resistir las emociones ligadas al miedo. Necesitamos verificar la confianza en nosotros mismos, si no confiamos en nuestras propias reacciones, analicemos las interpretaciones equivocadas o exageradas basadas en los sentimientos reales y las señales físicas asociadas al miedo. Si de plano no nos sentimos capaces de enfrentar la situación de miedo, nada peor pasará, ya hemos sobrevivido a eventos diversos, la pandemia que hemos sobrevivido con los recursos propios, hemos evitado, nos hemos aislado o la hemos enfrentado.

La vida publica, sin el cumplimiento estricto de las medidas sanitarias, seguirá detonando episodios de miedo en la población vulnerable. Con las reacciones diversas entre quienes si cumplen rigurosamente las medidas, contra quienes irresponsablemente no cumplen, acciones como ésta convierten el medio ambiente propicio para propagar el miedo. El desafío de nuestras autoridades gubernamentales y sanitarias de los tres niveles de gobierno, lograr la sensibilización y control eficiente de la disciplina social que necesitamos para conseguir la tranquilidad emocional y detener la pandemia.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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