La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz en todo el mundo, ofreciendo una oportunidad de sensibilizarnos en temas, actitudes y actividades que nos ayuden a vivir y convivir en paz.
Sin embargo, este año fueron pocas las voces que se escucharon al respecto, tal parece que la mayoría estamos perdidos en tantos pendientes que atender, que acomodamos el orden prioritario en función de “lo que creemos necesitar” para el momento.
Sin duda la época materialista en que nos encontramos dominada por emociones como el miedo, la tristeza y el pendiente de si nos “escaparemos del covid”, o si tendremos con que solventar nuestras necesidades, nos distrae, aleja y llena nuestra vida de desesperanza.
Poco tiempo nos damos para la reflexión, inhalar y exhalar profundamente y continuar con las tareas, pero al mismo tiempo revisar nuestras prioridades, desde nuestros valores reales como ser humano.
Corremos, corremos y corremos, perdidos en nuestro mundo, un mundo aletargado, que cada vez más sienten sus habitantes como una carga, una obligación, una cruz; no se, bien raro, expresa una amiga de mi hija, al pedirle su opinión al respecto y comenta que la vida parece “un castigo”. He de reconocer que esta jovencita es talentosa, con un gran espíritu de servicio y muy exitosa. Así que un tema interesante sería ver como están viviendo y sintiéndose los jóvenes y que significado le dan a la vida en general y a su propia vida.
Dejando de lado la poca promoción al día internacional por la paz del mundo, lo importante es hacer una introspección y cada quien preguntarse: ¿nos sentimos en paz?, ¿creemos que vivimos en paz? ¿Estamos en paz? O, esperaremos a sentir la paz cuando alguien más diga refiriéndose a nosotros: “descanse en paz”.
¿Qué será vivir en paz? Podríamos decir que es lograr el máximo estado de plenitud y bienestar, manteniendo una conexión con uno mismo, que permita un equilibrio físico, emocional, mental y espiritual para vivir en armonía con uno mismo y con todo lo que nos rodea.
Trabajemos por nuestra paz desde el interior, reconociendo primeramente como dice Abraham Maslow, psicólogo promotor del Humanismo, el valor que se tiene como persona. Si reconocemos el solo hecho de ser humano lograremos sentirnos valiosos e importantes.