Desde que inició la pandemia la Organización Mundial de la Salud (OMS) no dimensionó lo que venía. Sus autoridades señalaban en enero que el surgimiento del COVID-19 era un virus que solo afectaba a China, que escondió la enfermedad aparecida en diciembre del 2019, y no tenían que preocuparse el resto de los países. Ahí están las declaraciones para la historia. A las semanas tuvo que cambiar su postura.
Admitieron en la OMS que el contagio se había convertido en una pandemia: Una amenaza global que puede afectar, colapsó a todas las poblaciones. Al menos perdimos de 2 a 3 meses en tomar previsiones y estrategias. Después cada país hizo lo que quiso, lo que pudo e interpretó a su manera. Unos mandatarios llamaban a usar cubre bocas y no salir de casa, a tomarse la situación con cuidado. Otros no lo vieron así y se relajaron. No hubo autoridad mundial que normara y exigiera una línea a seguir. La misma OMS dejó suelta la situación a criterio de cada nación. Creo que ahí está el origen. Después en México cada estado siguió el mismo patrón de conducta disperso. Y luego cada municipio. Los ciudadanos primero tuvieron miedo, luego estuvieron confundidos, ahora están afectados y aterrorizados. Pero depende en qué municipio.
Es cuestión de ver lo que ocurrió en Hermosillo este fin de semana: Al levantar la autoridad municipal la restricción del cierre de horario de 18:00 a las 21:00 horas, mucha gente salió al Parque La Ruina, a bares, a disfrutar porque el encierro los tiene agotados. Se entiende la desesperación. Pero no hemos entendido como sociedad que los contagios son reales y devastadores. A estas alturas la mayoría sí cree en la pandemia pero hay un grupo social en todas las comunidades que se muestran incrédulos.
Tan solo en Sonora el pronóstico de muertes que nos presentaron en marzo a medios de comunicación era de 600. Hasta el reporte del sábado 18 de julio llevamos mil 436 personas que han perdido la vida por covid. Son cifras oficiales reconocidas. En México más de 38 mil defunciones confirmadas. A ese punto llegamos. No hay gobierno que no haya cometido un error. En el mundo. No hay gobierno que no haya sido rebasado. No hay persona, empresa, familia, que no haya sido dañada desde lo mínimo a lo máximo. Solo sé que debemos volver al humanismo. No de palabra, de acción.
Vamos a la mitad de la pandemia de acuerdo al pronóstico de la UNAM. Hasta noviembre empezarán a bajar los contagios. No habrá presupuesto público que alcance para salir adelante. Es hora de reforzar los pactos sociales de Hermosillo, de Sonora, lo de Hermosillo ¿Cómo Vamos?, lo que están haciendo diferentes organizaciones. Tenemos que asumir una actitud solidaria con el vecino, el que menos tiene. Las autoridades deben impulsar cadenas de apoyo y ayudarnos los unos a los otros. Los más afectados son desde el mesero, bolero, carpintero, cocineros, vendedores ambulantes y toda la cadena de comercio informal y formal que vive al día.
Debemos humanizarnos para actuar con el corazón. De ver a quién podemos ayudar. Si esto que estamos viviendo no nos ha servido para entender que el mundo cambió, que debemos modificar los hábitos alimenticios porque a la población con problemas de obesidad, hipertensión, diabetes, fumadores, les ha ido triplemente peor. A quien no trabajó el dominio de sus emociones antes de la pandemia el miedo y terror los ha dominado. El que no hacía ejercicio tampoco ha podido activarse. Estos 3 factores están conectados: Alimentación, emociones y ejercicio. Es el fondo de lo que estamos viviendo: Una población descuidada en su alimentación, forma de vida, en el manejo de emociones.
Somos una generación hija de un sistema educativo, político, social, mediático que impulsamos una sociedad del consumo, del tener y no ser, del competir, de acumular, de la disputa permanente.
En lugar de pensar en más hospitales y doctores es hora de pensar en tener menos gente enferma en todos los sentidos.
Estamos llamados a renovarnos. Todo esto sin hablar de espiritualidad, no religión, en el que cada uno debe hacer su examen de conciencia. Esta es una primera llamada que nos hacen en el siglo 21. Si no ha llegado un poco de conciencia a nuestra vida, la siguiente pandemia será más agresiva y devastadora.
En la “Civilización del Espectáculo” Mario Vargas Llosa advirtió la frivolidad en los que se convertía el mundo. Si no cambiamos seremos la “Civilización de la Irresponsabilidad”.
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