La frase del título de esta columna es un proverbio español que se usa cuando queremos indicar que algo coincide con otra cosa con alto grado de exactitud, también se puede referir a la oportuna llegada de alguien o algo que necesitamos en ese instante.
Hace referencia al hecho de que comúnmente se compran los anillos para ajustar con mucha precisión en los dedos de las personas, es un refrán muy conocido, pero en días pasados tomó una connotación negativa al ser utilizado por el presidente López Obrador para referirse a la pandemia que estamos padeciendo a nivel mundial.
Nos podemos imaginar que en su fuero interno el pudo visualizar el problema como un reto importante de su administración y que, al hacerle frente y dar resultados, en una visión optimista, su gestión saldría favorecida o tal vez alguna otra idea en este sentido.
Pero no parece haber sopesado lo suficiente el impacto de esas palabras en muchos mexicanos, tendría que valorar que esta enfermedad está teniendo y va a tener muchos impactos negativos en el país, se van a perder vidas y la economía se va a ver muy afectada.
Existen proyecciones que hablan de que solo en Estados Unidos, esto podría llegar a costar cerca de un millón de vidas, en el caso de México las estimaciones no son muy favorables, por el tipo de padecimientos crónicos que padecemos.
Por otro lado, se estima que cuando menos estaremos con la economía paralizada hasta principios de julio, es decir la contingencia abarcará cuando menos a mayo y junio, esto impactará muy fuerte a todas las familias y a todos los negocios, muchos todavía ven esto como unas vacaciones muy largas, pero pronto se darán cuenta de la realidad.
Los ciclos escolares desde primarias hasta profesional se verán afectados de muy diversas maneras, por lo que también en este tema perderemos, esto implica costos para las familias y para el país, pocas instituciones estuvieron preparadas para enfrentar el reto de seguir adelante.
Dado este tipo de impactos negativos suena muy fuera de lugar utilizar el termino “como anillo al dedo” para lo que estamos padeciendo y lo que nos falta por batallar, es cierto que el país regresará a la normalidad dentro de unos meses, pero pagando unos muy altos costos.
Todo líder tiene el compromiso de saberse al frente de su institución, ellos deben de estar conscientes que son referencia para los demás y que se están esperando directrices que marquen el rumbo a seguir ante los problemas que se enfrentan, el tono con el que ellos hablan fija en buena medida la agenda diaria.
Estamos viendo una ciudadanía muy poco sensibilizada de la problemática que estamos enfrentando, existe molestia con las medidas, se piensa que todo esto es una exageración, podemos decir que estamos como Santo Tomás, esperando a ver para creer.
Muchos se sienten inmunes, a pesar de que sobran evidencias de lo dañino que es el virus COVID-19, otro tantos pareciera que esperan que se enferme alguien cercano para creer que si existe la enfermedad, hay quienes piensan que al aire libre no se transmite la enfermedad o que será fácil detectar cuando alguien enfermo esté cerca de nosotros.
Es increíble que a pesar de tanta información oficial y confirmada disponible sigamos en la etapa de la negación, las pruebas visibles del alcance y dispersión de la enfermedad en nuestro país, estado, ciudad y colonia empezaran a presentarse en las próximas semanas, tal vez en ese momento algunos comiencen a creer que esto si va en serio, incluidos nuestros liderazgos.
Es difícil pensar que todo este daño que como país y mundo vamos a sufrir le pueda quedar “como anillo al dedo” a alguien, a veces no medimos el impacto de las palabras que pronunciamos, pero al tener una responsabilidad no podemos equivocarnos tan fácilmente, dañamos a quienes dependen de nosotros.
Lo que hoy esperamos de nuestros políticos y de los demás líderes es sensibilidad, inteligencia, empatía, amor por la patria, entre otros sentimientos de unidad que nos faciliten seguir adelante, cuidemos nuestros pasos y nuestro rumbo.