Decía Einstein que, si tuviera una hora para resolver un problema, dedicaría 55 minutos a definirlo bien y solo cinco a resolverlo. La buena definición del problema es ya la mitad de la solución. En el caso del agua en Hermosillo, esta máxima aplica con toda claridad: no se trata de traer más agua, sino de administrar mejor la que ya tenemos.
La ineficiencia en Hermosillo
Durante décadas, los gobiernos municipales y estatales han buscado “solucionar” la escasez con obras de gran escala: acueductos, presas o pozos más profundos. Pero el verdadero problema estratégico de Hermosillo no está en la falta de fuentes, sino en las pérdidas dentro del propio sistema de distribución. En los años noventa el volumen de agua no contabilizada —la que se pierde entre la planta y el medidor del usuario— rondaba el 43%. Hoy, esa cifra ha subido hasta 56%. Dicho de otro modo: más de la mitad del agua que se produce nunca llega a cobrarse ni aprovecharse.
A la par, otro problema agrava la situación: la falta de medición. En 2024, el 49% de los usuarios no tenía medidor y pagaba una cuota fija con base en consumos estimados. Sin medición, en muchos casos, parte del “agua perdida” son goteras o fugas dentro de los domicilios que no se reparan porque el cobro es fijo; en otros, usan más agua porque saben que no se refleja en el cobro. Así, una gran proporción del agua “no contabilizada” se pierde gota a gota dentro de los hogares, invisiblemente.
Si se acepta esta definición menos simplista del problema, entonces la prioridad estratégica para Hermosillo es reducir sus pérdidas de agua y medir correctamente la que entrega.
Una auditoría de pérdidas
Alcalde y Junta de Gobierno de Agua de Hermosillo: ¿Por qué no realizan una auditoría técnica de pérdidas de agua, que revise tramo por tramo la red de distribución y el sistema de medición? Este estudio permitiría identificar fugas ocultas, válvulas defectuosas y sectores ineficientes, para luego diseñar un programa de reparación prioritaria. Su costo, si se contrata externamente, podría rondar los 30 millones de pesos; sin embargo, con el apoyo de ingenieros locales, técnicos y estudiantes universitarios, podría reducirse considerablemente.
El beneficio sería enorme. Cada punto porcentual que se recupere en eficiencia equivale aproximadamente a 1.4 millones de metros cúbicos de agua al año, lo que representa dejar descansar un pozo completo y aliviar la presión sobre el acuífero. Además, se reduciría el consumo de energía eléctrica utilizada en la extracción, bombeo y distribución. En términos financieros y ambientales, la inversión se pagaría sola. Por otra parte, urge dejar de sobreexplotar el acuífero y reducir la extracción a la recarga.
Medir para mejorar
La segunda medida lógica y urgente es un programa integral de micromedición. Urge que todos los usuarios tengan medidor y se les cobre de acuerdo con su lectura. Está demostrado que los usuarios con medidor consumen menos agua y reparan con mayor rapidez sus fugas internas. Hermosillo necesita sectores hidrométricos completos, con medición a la entrada y salida, para comparar eficiencias y detectar fugas masivas. Sin estos instrumentos, Agua de Hermosillo opera a ciegas, sin saber exactamente dónde se pierde el agua.
El personal técnico de Agua de Hermosillo trabaja rutinariamente reparando fugas y socavones, pero hace falta un área interna especializada que estudie y evalúe las pérdidas de manera estratégica. Un Centro Técnico de Control de Pérdidas podría convertirse en la clave de la sustentabilidad hídrica de la ciudad.
El problema de Hermosillo no es la falta de agua, sino la falta de eficiencia. Y la solución está en definir bien el problema: antes de buscar nuevas fuentes, debemos cuidar las que ya tenemos.