Hermosillo, Sonora.- Para Enrique René Martínez, de 62 años, cada día desde el 2021 es un recordatorio de que la justicia, a veces, se desvía en los laberintos de las influencias y el compadrazgo.
Aquel año, mientras trabajaba como conductor de plataforma, sufrió un accidente que no solo le dejó lesiones físicas, sino también heridas emocionales y pérdidas económicas que aún no logra recuperar.
El percance ocurrió en el cruce de Pino Suárez y Doctor Alberto G. Noriega. Un vehículo sedán, conducido a exceso de velocidad y con su chofer distraída mirando el celular, ignoró el alto obligatorio y se estrelló contra la unidad de Enrique. El golpe, directo al costado derecho, lo dejó con lesiones cervicales y a su pasajero también afectado
“Alcancé a ver que esa persona no hizo alto… aceleré para que no me pegara en el centro, pero sí me alcanzó y me golpeó por completo del lado derecho. La persona no se detuvo”, recuerda Enrique, con la voz entre la impotencia y la resignación.
La conductora fue alcanzada y detenida por un vigilante de la Universidad de Sonora en un bar cercano, pero ahí comenzó lo que él llama “la segunda tragedia”: un proceso legal marcado por negligencia, amiguismo y contubernios.
Enrique asegura que la implicada tenía vínculos con un agente de Tránsito Municipal y que su reacción al accidente fue de un frío desconcierto: “Los accidentes ocurren todos los días”, dijo, sin mostrar preocupación por las lesiones de la víctima.
El expediente del caso se extravió en la comandancia norte. La responsable no acudió a las citaciones y, según Enrique, incluso se intentó recuperar su vehículo —que operaba de forma irregular— usando influencias dentro de la corporación.
Las consecuencias para él fueron devastadoras: un mes sin ingresos, cerca de 30 mil pesos en pérdidas, un deducible de 15 mil para reparar su auto y un golpe emocional para su familia. Lo más doloroso, dice, es sentir que su caso quedó enterrado bajo un sistema que protege a quienes tienen contactos.
“Ese es el amiguismo, el influentismo, el compadrazgo… un cáncer que le hace mucho daño al servicio público. Sobre todo cuando hay contubernio para encubrir una injusticia”, lamenta.
Hoy, Enrique no espera una reparación económica, pero sí exige que su historia sirva para abrir los ojos sobre la falta de acceso a la justicia en accidentes de tránsito. Pide campañas de información para que la ciudadanía conozca el reglamento vial y sepa cómo actuar cuando la burocracia y las influencias bloquean los procesos.
“Sería importante que todos supiéramos qué hacer cuando, en medio de un proceso, hay negligencia y amiguismo. Que no se repita lo que me pasó”, concluye, con la esperanza de que su experiencia no sea solo un archivo más olvidado en un cajón.