En una nueva ofensiva contra una de las universidades más prestigiosas del país, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este miércoles una orden ejecutiva que impide la emisión de visas a estudiantes extranjeros que planeaban iniciar sus estudios en la Universidad de Harvard.
La medida, que intensifica el enfrentamiento entre la administración federal y el sector educativo, se justifica, según el mandatario, por motivos de seguridad nacional.
“He determinado que la entrada de esta clase de ciudadanos extranjeros es perjudicial para los intereses de Estados Unidos”, declaró Trump en el documento oficial.
Agregó que la conducta de Harvard ha convertido a la institución en “un destino inadecuado para estudiantes e investigadores extranjeros”.
En el comunicado, el presidente subrayó su decisión de restringir el ingreso de extranjeros inscritos tanto en cursos regulares como en programas de intercambio académico ofrecidos por Harvard, con sede en Cambridge, Massachusetts.
Este anuncio marca un nuevo capítulo en la creciente tensión entre la Casa Blanca y la universidad más antigua y acaudalada del país. La semana pasada, un tribunal federal en Boston bloqueó un intento previo del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) para impedir la inscripción de estudiantes internacionales en la institución. En respuesta, Trump apeló a otra base legal para justificar su orden.
El trasfondo del conflicto radica en la negativa de Harvard a cumplir plenamente con las solicitudes de información por parte del gobierno federal sobre sus estudiantes extranjeros. Si bien la universidad sostiene que ha proporcionado la documentación requerida, el Departamento de Seguridad Nacional considera que su respuesta fue “insuficiente”.
Lee también: Amazon EEUU suspende envíos a México sin dar explicación oficial
Esta acción presidencial podría afectar a miles de estudiantes internacionales y representa una escalada sin precedentes en el control migratorio dentro del ámbito educativo.
La decisión ha generado preocupación en sectores académicos y diplomáticos, quienes advierten sobre el impacto negativo que esta política tendría en la reputación internacional del sistema universitario estadounidense.