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lunes, mayo 19, 2025

Los corridos, ¿prohibir o inhibir, cuándo y dónde? (IV)

Héctor Rodríguez Espinoza
Doctor en Derecho, catedrático desde 1969 del Departamento de Derecho de la Universidad de Sonora. Editorialista y autor de 25 libros de Jurisprudencia y Cultura, Ed. Porrúa y Editorial Académica Española. Expresidente del Consejo de Certificación Barra Sonorense de Abogados. Profesionista distinguido 2013 y 2016.

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Y los hermanos Rascón,

 no demostrando interés,

pero por debajo´e cuerda,

le dieron dinero al juez,

primero cincuenta mil

y diez mil pesos después.

Creadores y propagadores

En su ascenso y apogeo -de 1880 a 1930-, medio siglo, han sido los cancioneros populares –que los hay en cada población- los que, con su fantasía creadora ante los hechos que les han conmovido, lo han forjado rápidamente, apoyándose sobre literatura tradicional, según los modos locales o regionales:

Soy San Juan de Rangeles

Donde no nacen cristianos…

 Miembros de la misma sociedad en que se producen los acontecimientos han sido del verdadero pueblo, al igual que los protagonistas, muchas veces familiares y hermanos de las víctimas, los que conmovidos y con lágrimas por la pérdida de sus deudos entonan:

Ya no me compongo más versos,

Que me duele el corazón;

Siempre tengo que cantar

Porque así es mi profesión.

No piensen que yo me ofendo….

Mas en fin, ya me despido

Con tristeza verdadera…

            En ocasiones son los testigos presenciales de las luchas y aún los combatientes mismos:

Y nosotros contestamos:

– ¡Viva, viva el agrarismo!

Quemando el último tiro

Nos daremos por vencidos.

 Hay casos en que, por los detalles del relato, se deduce que el autor estuvo presente y que la narración no puede ser a través de un intermediario:

Carnicero brinda el toro

Cerca de la Presidencia…

Se le arranca por detrás…

Se fue derechito al toro

Con la capa a medio abrir….

En menos que se los cuento

Alberto estaba en el suelo….

 Y todavía más, se ve cómo el testigo de la tragedia corre a su casa a dar forma a sus estrofas:

….aquí se acaba el corrido

que lo escribí muy temprano.

 No es posible concebir de otra manera la descripción de los combates y acciones de guerra en que se enumera lo que va ejecutando cada uno de los compañeros del narrador; pero es más frecuente que acudan al cancionero para referirle los hechos y que él les de forma poética y musical.

            Otro tipo de creador es el que toma como fuente la prensa, que no habiéndole sido posible estar en el lugar del suceso, al saber la noticia corre a cerciorarse y a completarlo. Acontece en las desgracias colectivas, desastres ferrocarrileros, inundaciones, terremotos, etc.; pero ha habido intérpretes del sentir popular extraídos de la masa anónima o identificados con ella: la Casa Vanegas Arroyo confiaba la confección de sus corridos a don Constancio Suárez, la de don Eduardo Guerrero ha publicado, en muchas ocasiones, corridos escritos por su hermano José. Poco a poco su entonación, lenguaje y estilo han sido imitados por individuos eruditos que han venido confeccionando textos para este género. Aún en medio de esta multitud de material es posible distinguir al autor auténtico del simple imitador, aquél pone en sus composiciones la cultura genuina del pueblo, mientras que el segundo descubre con frecuencia sus lecturas y su nivel intelectual.

Los propagadores son los cancioneros que van de feria en feria acompañándose con su guitarra y en medio de las multitudes pregonan los títulos escandalosos que encabezan las hojas impresas; hacia fines del antepasado y principios del pasado siglo, la Casa Vanegas Arroyo abusaba de los epítetos y de los superlativos: “Espantoso suceso, Rarísimo acontecimiento: ¡Una muerta que se levanta del sepulcro!”, “Sensacional acontecimiento!, Espantoso parricidio y verdadero ejemplo en el Saltillo, el día primero del mes pasado.” Y declaraba la primera cuarteta:

Ha quedado ya, señores,

El criminal fusilado,

Y después en el Averno

¡para siempre condenado!

Al escucharlo las multitudes se apiñan alrededor para oír la tragedia, sintiendo en carne propia lo acontecido a la familia de la víctima:

¡Ay, Petrita se llamaba

la humilde de su mujer,

y le echó la tierra encima y

no la volvieron a ver! …

La madre cuando lo supo,

Sus ojos eran cristales,

De ver a su hijo querido

Con tres heridas mortales…

 Al terminar el canto venden, entre los circunstantes, sus canciones o hacen una colecta. Cuando son hombre y mujer cantan a dos voces, y antes y después hacen una larga peroración, con el fin de venderles las hojas, que se refiere por lo general al último acontecimiento.

Corrido de la catástrofe aérea al chocar un avión contra el gigantesco Popocatépetl, en el pico del Fraile, donde perdió la vida la bella artista Blanca Estela Pavón y el senador Ramos Millán. ¡¡24 muertos!!

Es frecuente que sea el pueblo el que les pida tal o cual tragedia, sea la muerte del torero Alberto Balderas, o la del general Maximino Ávila Camacho, o la tremenda explosión de una tlapalería en la calle de la Corregidora. Estos rapsodas trashumantes se contratan y venden por precio sus canciones en las barrancas de las loterías de figuras o a las puertas de los expendios de bebidas. Mas los memorillas del pueblo, que reiteradamente los escuchan durante horas, o bien compran la hoja impresa y la llevan a sus hogares para aprenderla en familia, repiten muchas veces la cantilena y la difunden en su barrio. Y si vinieron de pueblos remotos o se dedican a la arriería o al tráfico de mercancías, por el camino, en las noches de luna, para distraer la velada o para desahogar sus emociones, cantan hora tras hora, repitiendo los episodios del cruel asesinato, las altanerías del hijo desobediente, los lamentos del huérfano o a las hazañas de los combates de Celaya, y aún se emocionan patrióticamente con la despedida del Emperador Maximiliano.

            Hay trovadores populares que han hecho de su canto una profesión, “hombres de mundo”, han recorrido todo el país, de feria en feria, de poblado en poblado, a lo largo del ferrocarril, al extranjero y conocen las costumbres de todas las regiones y los méritos y bellezas de las ciudades; que teniendo como único patrimonio su guitarra, guardan en su memoria un tesoro de relatos y de melodías que explotan y administran con la mayor habilidad.

            Entre este tipo los hay que han contribuido a aumentar el acervo de literatura y de música de corridos, hábiles improvisadores, conocedores empíricos de la literatura tradicional, casta de trovadores regionales con un largo historial y reclaman con justicia la paternidad de sus producciones, además de celebrar justas y torneos líricos cada vez que hay ocasión:

Soy compositor poeta,

Conózcanme por las señas….

 Sus nombres: Refugio y Juan Montes, Federico Becerra, Fausto Ramírez, Samuel M. Lozano, Claro García y una pléyade que les imita:

…estos versos son compuestos

por Felipito Rivera …

 Son extraordinarios divulgadores los soldados que, lo mismo en sus cuarteles que en los campamentos o en los poblados en que están de guarnición, cantan temas que les son afines o las heroicidades revolucionarias que despiertan su entusiasmo; los mendigos que se estacionan en las calles y que han hecho de los cantos un medio seguro de vida; los primitivos gramófonos sustituidos por los fonógrafos y actualmente las sinfonolas que atruenan las barrancas y cantinas de los pueblos.

            Un factor más efectivo, durante los últimos años, las estaciones de radio con sus trasmisiones, y la televisión; debiendo señalar como aún más decisivo las imprentas de la capital y de provincia, que llenan con sus producciones, ya en tarjetas sueltas o en cuadernos, toda la superficie del país.

            ¿Y qué decir de los narcocorridos, género que, a través de los medios electrónicos de comunicación –especialmente de la Radio– ha atrapado el gusto de importante segmento del pueblo mexicano? 

Según La Jornada, 26 de octubre del 2002, para el cantautor español Joaquín Sabina, los narcocorridos mexicanos son “absolutamente necesarios e inevitables”, una foto de lo que sucede y de cómo lo ve la gente de abajo. “Pienso que sus virtudes y defectos son casi todas virtudes y que quienes se enfadan con ello, algo habrán hecho”, dijo en conferencia de prensa.

El autor de 69 punto G realizó una gira de “entrenamiento” por México y en Puerto Rico, en el lanzamiento de un nuevo material discográfico, que incluye Como un dolor de muelas, letra del subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Para Sabina, México es un país que, como pocos en el mundo, mantiene viva su música popular, “no sólo en Garibaldi, sino en las canciones que se están haciendo ahora”. Aunque también criticó el ablandamiento del mensaje de las naciones de rock modernas con el proceso de “estrellitis” de los cantantes contemporáneos.

Corrupción judicial y corridos populares

De la charla de café, nos llegan datos –aislados y sin sustento- sobre los hechos en los cuales se vieron involucrados alguno ganaderos en el crimen de abigeato, el cual dio cauce a la creación de un corrido, una tradición social y costumbre nacional, en los que destaca la participación de dos hermanos, los Gaxiola, dueño o dueños de un rancho, colindante con otros, en los que, en ellos “desaparecieron” varias cabezas de ganado.

No obstante la denuncia, los acusados fueron puestos en libertad, naciendo la sospecha de un acto de corrupción en donde el juez, ¿de apellido Urquídez?, supuestamente recibió “50 mil pesos primero y 10 mil después.”

Los hechos conocidos en los medios sociales dieron cauce al nacimiento de un corrido, porque los Gaxiola eran hombres muy conocidos en los ámbitos recreativos y sociales de Navojoa.

Aducen algunos de los charlantes cafeceros que, en realidad, lo que causó atracción en el medio popular fue “el sonsonete” –la música–, puesto que los hechos, tan comunes en los ranchos serranos, la letra no trae una novedad poética o algo atractivo, simplemente los compositores musicales “atinaron” al darle un buen cobijo musical.

De allí surgen las anécdotas, la sublimación de los hechos, los “chistes”.

Y es así que se cuenta que, en una ocasión, un vaquero le dijo a su amo, uno de los Gaxiola:

– Los cercos que protegían al rancho estaban en el suelo, o por los suelos y que por allí se podrían “salir las vacas del rancho”-, recibiendo, como respuesta:

– “Más bien pueden entrar”…

Surge otro chascarrillo, en donde se menciona que es costumbre, en las rancherías que, cuando se mata un animal de uña (puma o león de montaña) que causa mucho daño al ganado de los ranchos, se lleve una de las patas del animal y por ello se hacía acreedor a recibir un becerrito como compensación; y que uno de ellos que mató a uno de esos depredadores se presentó a un rancho, exhibiendo la mano del animal muerto y el dueño le dijo:

-Mira, si me traes la mano de Gaxiola, no sólo te doy un becerro, sino una vaca, un toro y… el becerro.

Corrido Los Amarradores. Atribuido a Socorro Ruso.

Año del cincuenta y nueve,

presente lo tengo yo,

se empezó a perder ganado,

por todita la región,

en el monte había rodadas

de troquitas y camión.

En el rancho de Agiabampo,

era punto de reunión,

ahí operaban Gaxiola

y los hermanos Rascón,

unos para Navojoa

y otros para Irrigación.

“Oye Chico Moroyoqui,

no seas tú tan desgraciado,

ahora me vas a decir,

quién se robó mi ganado,

si no te voy a dejar

en un mezquite colgado.”

Y Chico le contestó:

“La verdad te diré yo,

los becerros que te faltan,

Gaxiola se los llevó,

con una marca de alambre,

que él mismo se los marcó.”

En buenos carros de sitio,

se paseaban por el río,

tomando cerveza helada

y mezcalito amarillo,

a costillas de Siqueiros

y de don Pancho Castillo.

Y los hermanos Rascón,

 no demostrando interés,

pero por debajo´e cuerda,

le dieron dinero al juez,

primero cincuenta mil

y diez mil pesos después.

El cuate Soto en la cárcel,

ya no quería ni comer,

cuando salió a declarar,

no se podía contener,

“yo sí he vendido becerros,

pero eran de mi mujer.”

Ya con ésta me despido,

son mis deseos mejores,

este corrido es compuesto,

de Basiabampo a Las Flores,

aquí termina el corrido,

de los tres amarradores.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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