Las plataformas digitales ya no son únicamente el escenario para tendencias, entretenimiento o figuras influyentes. Bajo la superficie de aplicaciones como Instagram, Facebook, TikTok y WhatsApp, los cárteles mexicanos han encontrado un nuevo campo de acción: el reclutamiento de jóvenes y la expansión de su red de distribución de drogas.
Así lo advierte el National Drug Threat Assessment 2025, informe elaborado por la DEA (Administración de Control de Drogas, por sus siglas en inglés), el cual revela un crecimiento alarmante en el uso de entornos virtuales por parte de organizaciones criminales con presencia internacional.
De acuerdo con el reporte, agrupaciones como el Cártel de Sinaloa encabezan esta evolución delictiva. Estas estructuras no solo se encargan de la producción y tráfico de estupefacientes a gran escala, sino que también habrían transformado sus mecanismos operativos, adaptándolos al mundo digital. Utilizan redes sociales y apps de mensajería para extender su alcance, captar nuevos miembros y facilitar la comercialización de narcóticos, principalmente hacia Estados Unidos.
“El Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, en particular, controlan la manufactura clandestina en puntos estratégicos de México, rutas de contrabando hacia territorio estadounidense y centros de distribución en urbes clave como Los Ángeles, Phoenix, Houston, Chicago, Atlanta y Miami”, señala el informe.
La DEA detalla que estas mafias emplean extensas redes logísticas para transportar sustancias ilegales a intermediarios. Algunos de estos operadores, incluyendo pandilleros y traficantes independientes, poseen vínculos tan sólidos con el Cártel de Sinaloa (CDS) que han logrado posicionarse como abastecedores a nivel regional.
En cuanto a los mecanismos digitales para el reclutamiento y la comercialización, el informe especifica que estos grupos con base en Estados Unidos, “utilizan redes sociales y aplicaciones de mensajería cifrada para promover y distribuir sus productos letales, además de captar mensajeros y vendedores”.
La estrategia incluye colaboración con organizaciones del narcotráfico en el país estadounidense y pandillas violentas, todo con el fin de esparcir los estupefacientes por el país y llegar a una audiencia más amplia, especialmente entre los jóvenes.
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Detrás de esta fachada tecnológica se encuentra una estructura delictiva bien articulada que enlaza a proveedores en México con consumidores en suelo estadounidense, apoyándose en intermediarios digitales para facilitar las transacciones.
“Algunos integrantes de los cárteles emplean estas plataformas para publicitar y vender drogas, reclutar distribuidores y corredores, coordinar operaciones y mantener la oferta constante de metanfetaminas en gran parte del país”, concluye el documento.
El análisis de la DEA deja en evidencia un fenómeno creciente: el crimen organizado se reinventa en la era digital, aprovechando los mismos canales que millones de personas usan diariamente para fines completamente distintos.