Hermosillo, Sonora.- La artista visual originaria de Hermosillo, Marlen Loss, presentó su exposición en el Museo de Arte de Sonora (Musas), ‘Travesía al Hant Comcáac’, la cual forma parte de la muestra de verano del recinto.

La pintora compartió con Proyecto Puente una declaración sobre su proceso para llevar a cabo esta exposición, la cual presenta su visión sobre la flora del pueblo originario de Sonora, ubicado en la costa de Hermosillo.
“Llegar al territorio del Hant Comcáac fue como abrir una puerta hacia una sensibilidad más antigua que yo. No llegué a imponer una mirada, sino a permitir que el lugar me hablara. Mi interpretación no surgió de traducir, sino de escuchar con atención y transformar esa escucha en imagen. Pinté desde lo que el territorio me permitió entender”, reveló.
Marlen, confesó que se enfrentó al papel y a la tela en blanco con la misma disposición con la que se entra a un espacio sagrado: con incertidumbre y deseo.
“Comencé a trabajar desde la intuición; esta travesía me exigió una pausa distinta, una mirada larga. El desierto no es dócil. Estar ahí implica resistencia: el cuerpo se tensa con el calor que abrasa de día y se contrae con el frío que cae sin aviso en la noche”, relató.
La artista opinó que también son esas inclemencias las que enseñan otra manera de estar: ‘más presente, más atenta’, por eso el tiempo invertido fue un acto de entrega y adaptación, de no imponer ritmo, sino de escuchar, además de un momento para reencontrarse con una forma de fe propia, nacida no de una doctrina, sino del silencio, el cuerpo y el paisaje.

“El estudio se volvió un refugio. Un lugar donde, día a día, repetía gestos como si fueran mantras. Pintar fue también respirar, estar presente, habitar un ritmo más pausado. Lo que empezó como una búsqueda formal terminó por convertirse en una especie de meditación sostenida, donde el color, la humedad del papel y la espera me devolvían al instante”, planteó.
La acuarela, por su fragilidad y transparencia, destacó, le ofreció un terreno fértil para el diálogo y fue registrando formas simples: espinas, raíces retorcidas, ramas, flores, y sin darme cuenta, ya no estaba representando flora, sino entidades.
“Seres con cuerpo vegetal y espíritu propio. La cosmogonía Comcáac me mostró que cada planta tiene agencia, que cada raíz guarda una historia, que lo medicinal no solo cura el cuerpo, sino también el vínculo con la tierra y el espíritu”, apuntó.
La artista advirtió que no buscó representar, sino acompañar, y en cada serie que nace de esta travesía hay tropiezos, repeticiones, formas insistentes que se resisten a ser nombradas.
“Me interesa ese error como forma de entrada: como un modo de abrir portales y ver lo que la naturaleza esconde. Trabajar en este proyecto me devolvió confianza en mis impulsos, pero también en la lentitud. Aprendí que al sumar tiempo, repetición y escucha, lo intuitivo se transforma en método”, reveló.

Esta travesía fue también un camino hacia adentro, culminó Marlen, “un espacio para mirar con honestidad y encontrar una espiritualidad propia, tejida desde la observación, el cuerpo y el territorio. Comprendí que crear no solo es representar, sino acompañar lo que somos cuando estamos en silencio”.
Luis Andrade, el curador de la exposición, escribió que las obras de la pintora hermosillense trazan un puente entre la experiencia personal y la memoria colectiva de la comunidad Comcáac sin apropiarse de una cosmogonía ajena, sino de aprender a escucharla y compartirla desde el arte.
“Marlen Loss encuentra el territorio para su exploración pictórica. A través de acuarelas sobre papel y tela, la artista nos acerca a la cosmogonía del pueblo Comcáac, donde cada elemento de la naturaleza es una entidad viva con memoria y espíritu. Su obra no busca interpretar, sino dialogar con una visión del mundo en la que lo divino es una experiencia tangible”, explicó.
El encargado de la curaduría de la ‘Travesía al Hant Comcáac‘, como llamó su creadora a la exposición, menciona que en este espacio la naturaleza funciona como umbral hacia el desierto de Sonora, donde la tierra y el mar trazan límites invisibles entre lo sagrado y lo cotidiano.

“Las piezas en gran formato funcionan como portales a una sensibilidad distinta: seres vegetales dotados de atributos divinos emergen de la tela con una presencia serena. Inspirados en la taxonomía Comcáac y en el registro de plantas medicinales, estos seres revelan una espiritualidad enraizada en la relación con el entorno. La acuarela adquiere aquí un peso inusual, reclamando su permanencia como huella de lo sagrado”, detalló.
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La exposición de Marlen se encuentra en la primera sala del segundo piso y puertas del Musas abren sus puertas de miércoles a domingo, desde las 10:00, hasta las 18:00 horas.