Recientemente veía un reel en Instagram que ilustra la falta de justicia equitativa. En el video, un niño le pregunta con inocencia a su abuelo si existen el cielo y el infierno. La respuesta irónica del abuelo fue : “si existiera el cielo estaría lleno de ricos que les pagan a sus abogados para no pisar el infierno”. Este contenido me pareció provocador e interesante porque refleja la situación del poder judicial en México y la urgencia de reformarlo.
El argumento principal de quienes abogan por la reforma es sólido: se debe erradicar la corrupción en el poder judicial. La verdadera polémica nace de la incertidumbre y los riesgos que conlleva la implementación de la reforma propuesta por el partido en el poder. No es trivial discutir sobre el poder judicial, uno de los tres pilares de la nación. Parte de la soberanía del pueblo reside en él.
El poder judicial en esencia debe salvaguardar los derechos constitucionales y humanos haciendo cumplir la ley. La legalidad tiene tres características fundamentales: imparcialidad, universalidad (con excepciones) y autonomía, nunca se debe condicionar a intereses personales o beneficios económico. México es uno de los países en los que la corrupción y el tráfico de influencias distorsionan por completo el sentido de la justicia. La mayoría de los órganos de poder en México son serviles, selectivos y parciales. En este país, la justicia no está al alcance de todos.
Se requiere una reforma judicial, pero la propuesta de elección popular de jueces y magistrados plantea preguntas cruciales sobre cómo asegurar la imparcialidad y la autonomía en la administración de justicia. El presidente argumentó que “el pueblo se equivoca menos”, pero en la realidad, el proceso de selección no involucra directamente a los ciudadanos. Los candidatos serán propuestos por intereses políticos y electorales, lo cual puede comprometer la integridad del proceso. Mi experiencia en las últimas elecciones me enseñó que la selección de candidatos frecuentemente responde a intereses superficiales o incomprensibles, no necesariamente a la idoneidad para el cargo.
El riesgo de una centralización del poder y el diseño de un poder judicial a medida son preocupaciones legítimas. Sin embargo, una propuesta positiva de la reforma es la creación de un Tribunal de Disciplina Judicial autónomo, destinado a supervisar, investigar y sancionar a los jueces
El poder siempre debe vigilar al poder para evitar los abusos. La democracia liberal parte de un principio básico nombrado check and balance. Los equilibrios, la pluralidad, la crítica y la dispersión de las decisiones son las mejores armas para evitar una sociedad homogénea y totalitaria. Me parece correcto que se cuestione al poder judicial y se quiera reformarlo, lo que no entiendo de la reforma es qué beneficios reales y objetivos traerá la elección popular para la impartición de justicia y la legalidad en México. En mis profundas reflexiones me cuestiono por la eficiencia del voto, por la sabiduría fáctica del pueblo, por el funcionamiento de la democracia y recuerdo con sensibilidad una frase de la icónica y aclamada película dirigida por Sidney Lument, 12 angry mens (1957): “Tenemos una responsabilidad. Esto es lo que siempre pensé que es tan especial de la democracia que nos, ¿cuál es la palabra?, –notifican. Que nos notifican por correo que vengamos aquí para pedir culpabilidad o inocencia de un hombre o de quien antes nunca oímos”.