Una candidata asegura que si sale a votar el 65% gana. Lo ha repetido en múltiples ocasiones. Sus cercanos y simpatizantes lo replican también.
Le pregunté, sobre esta tesis, a cuatro hombres y a una mujer, todos ellos especialistas de la demoscopia y en estadística. Los cinco —con su risita— me dijeron que esto es más falso que un billete de 4 dólares.
¿Qué relación tiene una gran participación con la victoria de quien va en segundo lugar? Les expliqué —que aseguran en el war room de la coalición Fuerza y Corazón por México— que entre más personas salgan a votar irían a las urnas más enojados con la 4T.
Cuatro de ellos me dijeron que ese fenómeno sólo se podría dar, siempre y cuando, todos los votantes extras, lo hicieran por Xóchitl Gálvez. Pero si aumenta la participación, todos obtendrían proporcionalmente más votos. Uno me dijo que no sabía de política.
En 1994 participamos 77.16 por ciento de los que podíamos votar; en el 2000, para seleccionar a Fox, votamos el 63.54 por ciento. En 2006, Calderón accedió al poder con el 58.51 por ciento de participación. En 2012, Peña Nieto, con el 63.10 por ciento; y en 2018, López Obrador, con 63 por ciento.
La participación de los mexicanos en este siglo, en las elecciones presidenciales, es de 62.03 por ciento en promedio. Cuatro de cada 10 se quedan en casa. Voces aseguran que apenas llegaremos a 55 por ciento de participación. Y claro, sería un golpe severo a nuestra incipiente democracia.
Esos cinco científicos también me respondieron una pregunta concreta: ¿Con la narrativa de que los resultados ya se conocen con antelación, o que este arroz ya se coció, o que todo es mero trámite, podría bajar la participación? Todos me dijeron que sí.
¿Quién, sabiendo la trama y final de la película, paga un boleto del cine? ¿Muchos no saldrán de casa, no se formarán en frente a las casillas receptoras y no emitirán sus votos, porque ya saben por adelantado el marcador?
Ojalá estén equivocados mis encuestados, todos ellos conocedores de los ejercicios de opinión pública. Sus nombres los revelaré después de la elección.
Tenemos entre todos que aniquilar al maldito abstencionismo; la apatía, dejadez, desidia, indiferencia, abulia y pereza política no caben en un país tan convulsionado como el nuestro.
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COLOFÓN: Si no sales a votar, después no tendrás derecho a quejarte.
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+Tampoco sirve que vayas a las urnas, recibas tu boleta y votes por un candidato no registrado. Tu sufragio será anulado.
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+Ya sabes que las casillas especiales son para emergencias. Haz el esfuerzo de estar cerca de tu hogar, y desde hoy prepárate. No viajes.
POR GUSTAVO RENTERÍA
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