Los apagones registrados esta semana en varios estados del país, son sólo la punta del “iceberg” de la crisis de abasto energético que se viene este verano en nuestro país.
La declaración de Estado Operativo de Emergencia en el Sistema Interconectado Nacional (SIN) por parte del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) deja en evidencia, por más que se quiera ocultar, la incapacidad de la Comisión Federal de Electricidad y del Sistema Eléctrico Mexicano para generar la suficiente energía que demandan las empresas y los hogares del país.
Así, nos encontramos frente a una situación muy seria, que amenaza con dañar el desarrollo de nuestra economía, pero además la vida diaria de millones de mexicanas y mexicanos.
Y es que este jueves, se alcanzó el punto más alto de demanda energética en México, por lo que a lo largo del día se reportaron cortes de electricidad en Querétaro, Estado de México, Tamaulipas y Veracruz, marcando así el tercer día consecutivo de apagones en diversas regiones del país.
Es claro que las autoridades no tienen la capacidad para planificar y gestionar adecuadamente el Sistema Eléctrico Nacional. El hecho de que el CENACE haya tenido que emitir 11 Estados Operativos de Emergencia en lo que va del año, es un claro indicador de que algo está seriamente mal.
Si bien el Gobierno federal pretende culpar al calor, la realidad es que estas emergencias están ocurriendo antes de que inicie el verano, periodo en el que históricamente se registra la mayor demanda energética debido a las altas temperaturas.
Por ello, es previsible que las cosas se pongan peores, ya que la única forma de evitar una falla mayor en el sistema, que deje sin luz por semanas a regiones enteras del país, es programando apagones recurrentes que permitan controlar la demanda nacional de energía.
Sin embargo, esto afectará la productividad y la vida diaria de millones de empresas y personas, y podría convertirse en un factor que ahuyente inversiones en el peor momento, justo cuando vivimos la relocalización de empresas trasnacionales o el llamado nearshoring.
Lo más grave es la falta de inversión y modernización en el sector eléctrico mexicano, por lo que no se avizora una solución al problema de los apagones en el corto plazo.
Mientras que otros países avanzan hacia la transición energética y la adopción de tecnologías más limpias y eficientes, en México seguimos dependiendo en gran medida de fuentes de energía obsoletas y contaminantes.
Es necesario reconocer que el problema es estructural y que requiere soluciones que vayan más allá de simples parches temporales.
Es fundamental que se implementen políticas energéticas sólidas y sostenibles que promuevan la diversificación de fuentes de energía, la modernización de infraestructuras y la mejora en la eficiencia energética.
Esta idea obsoleta de limitar o cerrar la puerta a la inversión privada en la generación de energía, sobre todo de fuentes limpias y renovables, debe quedar atrás. CFE tiene exclusividad constitucional en la transmisión de la energía, ahí es donde debe concentrar sus recursos y su esfuerzo.
Esta crisis energética que enfrenta México es un recordatorio contundente de la necesidad de un enfoque integral y visionario en materia energética, libre de trabas ideológicas y concentrado en generar energía suficiente y a un costo competitivo.
Debe reconocerse que el Estado Mexicano necesita de la ayuda del capital privado para aumentar la oferta energética, mientras la CFE invierta en transmisión.
El problema es que la candidata oficialista de la 4T se ha comprometido a continuar la misma política energética del actual gobierno, pero hoy es evidente que ese camino solo nos llevará a más apagones, más pérdidas y más vulnerabilidad energética.
Entonces, es necesario un cambio en la visión para el sector eléctrico, donde la prioridad no sea mantener y fortalecer un monopolio estatal contaminante e ineficiente, sino donde el centro de la política energética sea dotar de energía suficiente, limpia y barata a empresas y hogares en nuestro País.
Twitter: @gomezreyna