Hermosillo, Sonora.- “Llegó la hora cero para el tandeo en esta ciudad capital” se leyó el 28 de marzo de 2005 en la portada del periódico Cambio, medio que también publicó las imágenes de personas llenando tambos con agua y acarreando tinacos en los techos de sus carros.
Esta medida tenía como objetivo ahorrar agua, pues desde 1999 la presa Abelardo L. Rodríguez se había secado y Hermosillo requería urgentemente fuentes de abastecimiento.
“No hubo más que tandear el agua, es algo común en muchas ciudades y hubo que hacerlo y llamar a la solidaridad de la población para utilizar el agua racionada por sectores”, recordó Ignacio Lagarda Lagarda, cronista de Hermosillo.
Los tandeos consistían en que por sector de la ciudad habría agua 8 horas diarias, lo cual fue bien aceptado por un sector de la población y causaba descontento entre otros.
Aunque que hubo diversas propuestas en esos años, como la construcción de una planta desaladora en Bahía de Kino —que no se concretó por desacuerdo entre el gobernador de Sonora, Armando López Nogales y el alcalde de Hermosillo, Francisco Búrquez— fue hasta 2004 que se tomaron medidas robustas para atender el desabasto.
“En esa época la gente se enardecía cuando se les tandeó el agua, se culpó a la presidenta y la gente juzga sin conocer como es el proceso del ciclo hidrológico, ha habido otras decisiones erróneas como no haber permitido la desaladora, ya tuviera 24 años suministrándonos agua”, opinó el cronista.
Siendo alcaldesa Maróa Dolores del Río Sánchez, se compraron unos pozos ubicados en la región del Río San Miguel en un área que era conocida como “Las Malvinas”, proyecto que tuvo un costo de 28 millones de pesos.
“Se arregló los derechos de pozos al noroeste de la ciudad en la zona de Las Malvinas y todo esto era un poco para resolver un problema de escasez, de baja disponibilidad de la ciudad de Hermosillo que más o menos se resolvió en ese entonces y permitió que la ciudad siguiera creciendo”, enfatizó Nicolás Pineda Pablos, investigador del Colegio de Sonora.
La construcción de este acueducto no fue del agrado de los ejidatarios de la zona, por lo que hubo manifestaciones de hasta 200 personas y bloqueos de la obra, sin embargo el proyecto siguió adelante y se inauguró en 2005.
En 2005 también se compraron derechos de agua a agricultores de la Costa de Hermosillo.
El proyecto conocido como “Los Bagotes” fue polémico porque costó 225 millones de pesos.
“Fue hasta 2005 siendo alcaldesa María Dolores del Río y gobernador Eduardo Bours que se negoció la transferencia de derechos de agua de la Costa de Hermosillo para la ciudad, a raíz de eso se abrió una zona de captación al poniente llamada Los Bagotes”, explicó el académico Pineda Pablos.
Pese a lo polémicas que estas medidas, ambas relajaron el estrés hídrico de la ciudad algunos años, hasta el 14 de noviembre de 2007 que comenzó la construcción del acueducto El Molinito.
El Molinito comenzó a funcionar en 2008 y vino acompañado de un incremento en las tarifas de agua, decisión que molestó a la ciudadanía durante la gestión del presidente municipal Ernesto Gándara Camou.
Para inicios del 2010, Javier Gándara Magaña como alcalde de Hermosillo, hubo dos noticias que impactaron a la comunidad: el regreso de los tandeos y un megaproyecto de 4 mil millones de pesos que tenía como objetivo traer agua de la presa Plutarco Elías Calles a Hermosillo.
El plan ya había sido abordado en los años noventa cuando Carlos Salinas de Gortari era presidente de México y era parte de un proyecto llamado “Paquete de Agua” que no se pudo llevar a cabo debido a la crisis económica conocida como “el error de diciembre”.
Sin embargo, esta nueva obra —que primero se llamó acueducto El Novillo y luego Independencia— sería implementada por el gobierno de Sonora a cargo de Guillermo Padrés, quien el 3 de febrero de 2010 presentó el plan “Sonora SI”.
La idea planteaba construir un acueducto de 145 kilómetros de largo desde la presa conocida como “El Novillo”, entre Soyopa y San Pedro de la Cueva, a la presa Abelardo L. Rodríguez en Hermosillo.
Tras la presentación del proyecto y las primeras acciones para implementarlo, surgió resistencia por parte de la Tribu Yaqui, quienes se opusieron a ser despojados del agua que corría por su territorio.
Apegados al decreto en el que desde 1940 Lázaro Cárdenas como presidente de México restituyó el territorio de la tribu y su derecho al 50% del agua que corre en esa zona, comenzaron las controversias a las que se sumaron agricultores y ciudadanía.
Esto ocasionó diversas manifestaciones, bloqueos carreteros y el surgimiento de movimientos, sin embargo, para antes de terminar el 2010, se obtuvo la manifestación de impacto ambiental y la construcción siguió adelante.
Fue el 4 de abril de 2013 cuando el Acueducto Independencia comenzó a bombear agua a Hermosillo y, aunque por cuestiones de Ley no pudo proveer el suministro que se planeó originalmente, su operación vino a relajar el estrés hídrico de la capital del estado los años siguientes.
“La obra que vino prácticamente a eliminar los tandeos fue el Acueducto Independencia. Ha habido otras pozas como rehabilitación de pozos o recuperación de caudales, no tan vistosas pero importantes”, dijo Luis Alán Navarro Navarro, académico del Colegio de Sonora.
Para 2014 el tema de la falta de agua en Sonora, especialmente en Hermosillo, comenzó a ser objeto de análisis a nivel nacional, por lo que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el Sistema Meteorológico Nacional pusieron en marcha acciones como el Monitor de la Sequía, que tiene como objetivo medir el impacto de la falta de precipitaciones en la región.
Como parte de las medidas para afrontar la sequía en la capital comenzó a operar en 2016 la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, misma que tuvo un costo de 800 millones de pesos y que también fue una obra polémica, pues se licitó en 2010, se construyó de 2012 a 2015 y fue en 2016, siendo alcalde Manuel Ignacio Acosta Gutiérrez que inició funciones.
Pese a las grandes acciones para garantizar el abasto de agua en la ciudad, la sequía continuó en los siguientes años, por lo que se han implementado otras acciones, por ejemplo en 2021 la Federación, con la Comisión Nacional de Zonas Áridas a cargo, comenzó a implementar un proyecto de inyección de yoduro de plata a las nubes para estimular la aparición de lluvias.
Ante la sequía que golpeó a Hermosillo ese mismo año también se vieron acciones ciudadanas que fueron noticia nacional, como la que implementaron el 3 de junio de 2021 en la laguna de La Sauceda, actividad que se llamó “Galotón” en la que se convocó a personas a verter agua en el humedal para evitar que se secara.
El 2022 se consideró atípico para Hermosillo debido a la gran cantidad de precipitaciones que se registraron; por este motivo la Conagua anunció el 22 de marzo de 2023 que durante ese año no habría desabasto en la ciudad.
Sin embargo, el 2023 sorprendió por la ausencia de precipitaciones y el calor, a tal punto que durante ese verano se consideró como el año más seco, rompiendo el récord histórico de todos los datos disponibles de Conagua.
Para el 27 de febrero de 2024, el gobierno de Sonora declaró “situación de emergencia” por las condiciones de sequía en la entidad, incluyendo la capital del estado, donde alguna vez la presa Abelardo L. Rodríguez divertía y abastecía a las y los hermosillenses, cuyas imágenes de los años noventa hoy solo inunda los recuerdos y los periódicos viejos.
“El destino nos va a tener que alcanzar y hay que aceptar que cualquier cosa técnica que se haga para suministrar a la población tiene un precio, cuando antes rodaba agua por las acequias de Hermosillo era gratis, pero se tuvieron que hacer pozos a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX, hacer un pozo y poner una bomba tiene su costo y mientras más sofisticada sea la necesidad de tener agua potable el precio es más caro”, concluyó el cronista.