NUEVA YORK (AP) — Durante años, el hombre conocido como “Otoniel” fue visto como uno de los capos de la droga más peligrosos del mundo, el elusivo jefe de un cartel y grupo paramilitar con un sangriento control sobre gran parte del norte colombiano.
El martes, Dairo Antonio Úsuga fue sentenciado a 45 años de cárcel en Estados Unidos tras aceptar la responsabilidad de sus acciones.
Úsuga, de 51 años, dijo en el tribunal que pedía perdón a los gobiernos de Estados Unidos y Colombia por los crímenes que cometió.
En enero se declaró culpable de cargos de narcotráfico, admitiendo que supervisó el ingreso de toneladas de cocaína a Estados Unidos y reconociendo que hubo mucha violencia entre guerrillas y grupos criminales.
Estados Unidos aceptó no pedir la cadena perpetua a fin de lograr su extradición desde Colombia.
Úsuga y sus abogados han tratado de pintarlo como víctima de los problemas que aquejan a Colombia, un hombre nacido en medio de la pobreza rural, rodeado de la violencia de las guerrillas, reclutado para luchar a los 16 años y afectado por décadas de ver cómo morían sus seres queridos, sus camaradas y sus amigos.
A lo largo de los años, se alió con grupos de derecha y de izquierda en el extendido conflicto interno colombiano.
En el tribunal, Úsuga dijo que tras nacer en una región violenta, se crió en medio del conflicto, y llamó a la juventud de hoy a no tomar el sendero que él tomó. Dijo que los conflictos armados deben ser cosa del pasado.
Pero la jueza Dora Irizarry, recordando los problemas que tuvo al criarse en un complejo de viviendas públicas en el sur del Bronx, le dijo al acusado que el ambiente donde se crio no era excusa.
“Hay gente que se crio en estas comunidades y que tuvo la voluntad y el deseo de salir de eso trabajando”, declaró la jueza, añadiendo que Úsuga tuvo oportunidades “de dejar atrás esa vida y no lo hizo”.