Según un estudio publicado en 2008, el ritmo cardíaco medio de los músicos clásicos durante los conciertos es comparable al de deportistas cuando están compitiendo.
Trabajos anteriores al de 2008, donde estudiaron el esfuerzo de los músicos no llegaban a unas conclusiones tan extremas.
Sin embargo, tampoco se realizaron con la metodología tan exhaustiva con la que se llevó a cabo este estudio, que comenzó siendo la tesis de Claudia Iñesta, una médica española especializada en medicina del deporte.
Cuando el ritmo cardíaco de los músicos se acelera
Para hacer el estudio se contó con 62 músicos clásicos voluntarios.
La mayoría de ellos pertenecían a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, aunque también había profesores y alumnos de conservatorio.
Las edades estuvieron comprendidas entre los 15 y los 71 años, pero la mayoría tenían entre 20 y 30.
En cuanto a los instrumentos, había una amplísima representación, con intérpretes de clarinete, fagot, flauta, oboe, trombón, trompa, trompeta, contrabajo, viola, violín, violonchelo, arpa, piano, percusión y dos instrumentos de la India: el sitar y la tabla.
Todos los músicos se colocaron sensores para medir su ritmo cardíaco, tanto durante los ensayos como en los conciertos.
Así, pudieron analizar cuál era su esfuerzo y discernir las situaciones en las que ponían su cuerpo más al límite.
Vieron que el ritmo cardíaco era mayor en los conciertos que en los ensayos y, además, que aumentaba mucho más cuando se realizaban interpretaciones solistas, en comparación con los mismos músicos tocando en grupo.
Por otro lado, como es lógico, la emoción de la pieza también tenía una clara influencia en el aumento o la disminución de las pulsaciones.
Variaciones entre instrumentos
En las primeras guías, esas en las que se menciona a los músicos de pasada y se concluye que no hacen un gran esfuerzo, se equiparaba tocar un instrumento a caminar a 3 kilómetros por hora o escribir a máquina.
Solo la batería se contemplaba como un instrumento más exigente en lo referente al ritmo cardíaco.
Sin embargo, las conclusiones de este estudio, con una metodología más detallada, contradicen aquellas guías.
De hecho, no solo encuentran una gran exigencia cardíaca en la percusión, sino en todos los instrumentos de la orquesta.
No hay grandes diferencias. aunque los valores medios máximos fueron desde las 137 pulsaciones por minuto para los músicos de cuerda hasta los 167 de los pianistas. Solo 30 pulsaciones por minuto de diferencia.
Dentro de ese rango, se incluyen todos los instrumentos.
Un ejemplo especialmente llamativo fue el de una pianista de 41 años, que durante un concierto de 2 horas mantuvo una media de 136 pulsaciones por minuto.
Además, se midieron picos de 167 e incluso de 180 pulsaciones por minuto en las partes más exigentes de sus partituras.
Eso supone un 101% de su frecuencia cardíaca en reposo.
Otro caso curioso, que no se incluye en el estudio, lo contó la autora de la tesis en un artículo para El Comercio, en 2007.
Habló sobre un fagotista que, por curiosidad, se pesó antes y después de un concierto.
Vio una diferencia de 1,5 kilos, con la peculiaridad de que la segunda pesada la hizo después de la cena.
Por lo tanto, esa demanda cardíaca estaba acompañada de un consumo de energía que le llevó incluso a perder peso.
Es curioso, aunque habría que estudiar si pudieron influir otros factores.
En su tesis, esta médica se centra en los músicos, sin compararlos con los deportistas.
No obstante, no es difícil encontrar similitudes.
De hecho, según explicó a El Comercio, el ritmo cardíaco de los músicos durante los conciertos podría compararse al que se ha visto que alcanzan muchos futbolistas durante un partido importante.
Además, en ese mismo artículo, su director de tesis, Nicolás Terrados, contó que le enseñó las gráficas del ritmo cardíaco de uno de los músicos a un amigo ciclista, sin decirle cuál era su origen.
Y es que puede parecer que los intérpretes de orquesta son personas sedentarias.
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