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domingo, abril 28, 2024

La Pascua y la libertad

Bruno Ríos
Bruno Ríos es doctor en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Houston. Escritor, académico y editor.

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Habría que pensar bien en cómo se ha traducido la pascua al imaginario colectivo, a la doxa más común de todos los días como algo más allá de lo litúrgico y más cerca de un código que se entiende por la mera pertenencia a una comunidad específica. Lo pensaba hoy mismo con mis alumnos: en realidad, la celebración es la misma, pero significa cosas distintas. Me preguntaban sobre el conejo y yo les decía que es lo mismo de siempre: el cristianismo fue increíblemente eficiente para incorporar lo que los creyentes en otra cosa ya hacían y darle un nuevo significado. Lo entendieron perfectamente.

Cuando pensamos en pascua la pensamos muy probablemente en contexto cristiano de la resurrección. La pascua es pues, la pascua de resurrección que se da precisamente en el plenilunio posterior al 20 de marzo. Y si lo pensamos seriamente, la pascua desde el cristianismo es tal vez la prueba de fe más importante de todas: esa que San Pablo adopta como la más exacta demonstración de la naturaleza divina de Jesús, el más celoso y rebelde los judíos; su fanático mayor.

Sin embargo, habría qué pensar en el significado más primario de la pascua, o el Pesach en hebreo, que más allá de su solemnidad da una perspectiva algo más pedestre que volver de la muerte. La pascua judía es precisamente el origen primario de la pascua cristiana. Coinciden en el calendario lunar y por buena razón. La pascua es para los hebreos la última expresión de la libertad, una conmemoración de la liberación de los judíos después de un larguísimo tiempo de esclavitud en Egipto. De esto hace 3 mil años.

Esa especie de simplicidad, una simplicidad que se agradece después del inmenso ritual del catolicismo que pesa sobre todas las cosas, me parece importante. No sólo porque rescata una idea que sigue vigente ante el mundo de desigualdad en el que vivimos, sino porque se trata de un planteamiento que no implica la idea del milagro. Si bien el escape de los semitas implica un acto divino, no se trata de más que una alegoría que se entiende como tal. Quiero decir, no hay un pacto de fe en el hecho mismo del significado de la pascua para los judíos, especialmente en el presente.

Más bien lo que esto me lleva a pensar siempre es en una pregunta: ¿de qué es la libertad que añoramos? Michel Foucault, ese filósofo que se ha convertido en cita de todo el mundo, escribió en sus momentos de mayor felicidad intelectual que “la libertad es una tecnología del poder”. Hasta cierto grado estoy de acuerdo. Pero habríamos de preguntarnos también de qué libertad estamos hablando: ¿de qué hay que liberarnos después de todo?

La respuesta católica podría ser: del pecado, pero no de la culpa. Justo después de escribir esto pienso detenidamente en Rosa Montaño, o mi tía Rosa como le decíamos de cariño. Rosa le dedicó la vida entera a la iglesia, a esa penitencia perenne de saberse ella misma asida a la fe. Hermana del padre Miguel Ángel Montaño, famoso o infame sacerdote en Hermosillo dependiendo de a quién le pregunte uno, estuvo siempre ahí al pie del cañón para los desprotegidos y los desamparados. Su casa era casa de todos, como todavía lo es hoy.

Pero ¿qué significa la libertad para alguien así? Hay un misterio que nos aqueja en los últimos días de su vida. Como así solita, como último acto de libertad, mi tía Rosa se dejó morir a manos de un cáncer que nunca quiso curarse. Como adrede, como sabiendo a ciencia cierta que es preferible ese acto tan incomprensible para el otro como lo comprensible para uno mismo. Hacía la mejor machaca y una gallina pinta en aquella estufita de gas en una cocina donde no cabíamos. Hacía esas cosas en mis recuerdos en donde todavía puedo imaginármela queriéndome de lejitos. Chuleándome.

La libertad es una tecnología del poder, pero también es su resistencia. Es la expresión última de la agencia que nos da la vida sobre el poder, aunque sea sobre nosotros mismos. Así lo pienso en esta pascua. Ser libre es también la libertad de elegir, de una elección que tal vez ya hicimos.

Bruno Ríos es Doctor en Literatura Latinoamericana, profesor de lengua y literatura hispánica y escritor.

@brunoriosmtz

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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