Las instituciones culturales no están hechas para adoctrinar a nadie, sus funciones son otras, garantizar del derecho humano a la cultura, gestionar el recurso público destinado a ésta para que artistas, promotores y gestores culturales puedan hacer su trabajo y beneficiar así a la sociedad. Para cumplir con sus responsabilidades éstas se encuentran sujetas a leyes, reglamentos y protocolos, que cuando se incumplen afectan al desarrollo cultural y a la sociedad en general.
Este es el caso de la Ley de Fomento a la Lectura y el Libro del Estado de Sonora, que fue publicada en el 2014 después de un largo camino en el que escritores, docentes, promotores y gestores culturales la impulsaron por años. Esta Ley, aunque fue promulgada en el sexenio de Padrés, se realizó con la visión de quienes la promovieron, y era que todo el gobierno sonorense se involucrara en el fomento a la lectura, así como en la promoción de la cultura del libro facilitando el acceso a estos con actividades por parte del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), reforzando el Programa Editorial de Sonora (PES) y lo más importante, coordinándose con la Secretaria de Educación y Cultura para que a través del sistema educativo el fomento a la lectura obtenga más relevancia para formar futuros lectores entre niñas, niños y adolescentes de la entidad. Esto se debe hacer por Ley y no se hace en Sonora, porque aún no se ha llamado a conformar el Consejo Estatal de Fomento a la Lectura y el Libro, tal y como mandata la Ley.
Hace unas semanas el Consejo Cultural Ciudadano lanzó una Change.org para recolectar firmas con una seria critica a la actual dirección del ISC. Entre los cuestionamientos destaco el de la falta de un Plan Estatal de Cultura y las Artes de Sonora (PECAS 2021-2027) porque esto refleja que esta administración carece de un documento que indique la ruta a seguir para los próximos años, las metas que tendrán, las acciones que realizaran y los indicadores que permita medir el desempeño de esta gestión.
Sin un PECAS no hay coordinación en la administración del ISC, afectando en el cumplimento de las leyes, reglamentos y protocolos que rigen su desempeño, así como su vinculación con el sector gubernamental en el cual están inmersas sus actividades. Sin esta hoja de ruta difícilmente la dirección de esta institución se va coordinar de manera armonizada con la Secretaría de Educación y Cultura y mucho menos van a poder conformar el Consejo Estatal de Fomento a la Lectura y el Libro para que se acate lo que la Ley de Fomento a la Lectura y el Libro mandata.
Es urgente que la dirección del ISC deje de ver a esta institución como un aparato ideologizador y de propaganda para empezar acatar la lo que la Ley les obliga a hacer, siguiendo reglas y protocolos, coordinándose con la cabeza de su sector, porque de no hacerlo, a quien se perjudica es a la comunidad cultural y a la sociedad en general. Y particularmente en el caso del fomento a la lectura se va repetir la misma irresponsabilidad del sexenio pasado, continuar incumpliendo la Ley de Fomento a la Lectura y el Libro por no coordinarse con la Secretaría de Educación y Cultura, afectando directamente en el desarrollo humano y lector de la infancia sonorense.