Del mágico y trópico sureste al desértico noroeste universitario.
Como que al paso del tiempo, de ocho décadas, los gobiernos de los tres órdenes y nosotros cometemos el pecado, de lesa cultura, de olvidar a los padres fundadores de nuestro escaso humanismo.
José Vasconcelos Calderón. Del filósofo José Vasconcelos, su vínculo con Sonora y en particular con nuestra Universidad de Sonora, se ha bordado mucho -nunca demasiado-. En lo personal tengo breves ensayos.
Uno es “¿En verdad escribió Vasconcelos que en Sonora termina la civilización y empieza la carne asada? La verdad del mito”. Fue originalmente publicado en el boletín de la primera época de oro de la Sociedad Sonorense de Historia, a mediados de los años 70, órgano que dirigía con celo profesional -como todo lo que hizo en vida- su miembro Lic. José de Jesús Navarrete Aragón. Debe estar en su hemeroteca y lo reproduzco de vez en cuando.
Otro es “Homenajea a José Vasconcelos. Sus primeros recuerdos en Sásabe, Sonora“.
Un tercero es “Derecho y Moral en José Vasconcelos”.
El último es “Estudios de Derecho de José Vasconcelos”. Lo utilizo en mis clases de Filosofía del Derecho, en el que descubro cierto paralelismo entre las vidas y obras contemporáneas del maestro de América y la del ius filósofo vienés Hans Kelsen (1881-1973), partiendo de la influencia de Dante Alighieri y la de Emanuel Kant sobre ambos y en sus respectivas tesis profesionales. Kelsen publica su clásica “Teoría Pura del Derecho” y Vasconcelos se preguntó: ¿Qué puesto ocupa el Derecho en el concierto de las causas? ¿Cuál es la índole íntima del fenómeno jurídico? ¿Qué relación hay entre el acto jurídico y la ley más general de la ciencia, la ley de conservación de la energía? Su tesis profesional, la “Teoría dinámica del Derecho”.
El acervo anterior visible en mi portal https://hectorrodriguezespinoza.com/
En 1999, convocado por el Lic. y Notario Juan Antonio Ruibal Corella, en compañía del Dr. Ignacio Almada Bay y del Dr. Gerardo Bobadilla Encinas, participé en una mesa redonda sobre la vida y obra del fundador de la Secretaría de Educación en el régimen del presidente Álvaro Obregón y su proyecto de educación nacionalista de México 1921-1924. El ISC publicó un folleto ilustrado, “José Vasconcelos. Cinco semblanzas”, digno de guardarse.
Carlos Pellicer Cámara. De este notable poeta, museógrafo y político tabasqueño que, en días pasados, se recordó el 125° aniversario de su natalicio, confieso que es muy poco lo que conozco y valoro. Pero a raíz de la reciente efeméride recordé y encontré su presencia humanista en nuestra naciente Universidad fundada desde fines de los años 30s y cristalizada el 12 de octubre de 1942.
A través del tiempo, se le designa “el hombre detrás de los museos.” Nació un 16 de enero de 1897 en la ahora llamada Villa Hermosa (antes San Juan Bautista), capital de Tabasco, sin embargo pasó su adolescencia en Campeche, luego de que su padre, Carlos Pellicer Marchena, se enlistara en el ejército constitucionalista.
Según el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INABAL) inició su vida literaria a los 12 años de edad cuando creó, en su natal Tabasco, sus primeros sonetos para ayudar en la economía de su familia. Absorbido por la modernidad del siglo XX, hizo de la poesía su principal arma de talento. Creció al lado de Jaime Torres Bodet, Xavier Villaurrutia, Clementina Otero y Salvador Novo, entre otros. Entre sus principales obras están Seis, siete poemas y Oda de junio (1924), Discurso por las flores (1946), Dos poemas, Con palabras y fuego (1962), Bolívar, ensayo de biografía popular (1966) y Cuerdas, percusión y alientos (1976).
Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, después enviado a Colombia por el gobierno del presidente Venustiano Carranza.
En 1918 fundó la revista San-Ev-Ank, un año después un nuevo Ateneo de la Juventud y se convirtió en secretario privado de José Vasconcelos Calderón.
Para 1921 materializó su primer libro Colores en el mar y otros poemas, lleno de versos acerca del mar… en todas sus versiones.
En 1922 fundó el Grupo Solidario del Movimiento Obrero, junto a personalidades de la cultura como Diego Rivera, José Clemente Orozco, Xavier Guerrero y el político Vicente Lombardo Toledano. El objetivo era estudiar los principales problemas de la sociedad mexicana y buscarles solución; que los artistas e intelectuales hicieran algo a favor de los oprimidos…
Los próximos años colaboró en diversas publicaciones, como Falange, entre 1922 y 1923; Ulises, entre 1927 y 1928, y Contemporáneos, entre el 98 y el 31. Había fungido como profesor de poesía moderna en la Universidad Nacional Autónoma de México y director del Departamento de Bellas Artes.
No sólo se dedicó a la docencia por más de 20 años, fue un gran promotor cultural, enfocándose en la museografía y las artes plásticas. Entre 1922 y 1924 impartió clases de lectura y literatura en la Escuela Nacional Preparatoria. Su conocimiento lo difundió en otras escuelas, como el Centro Industrial Nocturno de Cultura Popular, la Escuela de Verano de la Universidad Nacional y el Conservatorio Nacional de Música, en 1931.
Los museos. Viajó a París, Francia, estudió museografía en la histórica universidad La Sorbona. A su regresó se unió a la campaña presidencial de José Vasconcelos y dio clases de historia de México, historia universal y literatura castellana en la Escuela Secundaria No. 4. Regreso decisivo en su vida y obra, impulsó la arqueología, la historia y el arte, organizó el Museo de la Venta –en Tabasco–, el museo arqueológico de Hermosillo y los museos Anahuacalli y Frida Kahlo en la Ciudad de México.
En 1953 ingresó a la Academia de la Lengua y en 1964 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el Campo de la Lingüística y Literatura. Al finalizar los 60s e iniciar la siguiente, dirigió la Asociación de Escritores de México, la Comunidad Latinoamericana de Escritores y otras organizaciones.
Quien también tuvo una historia en la política tabasqueña, desde las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), murió a los 80 años el 16 de febrero de 1977 en la Ciudad de México. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres.
En la Universidad de Sonora. ¿Por qué no aprovechar la efeméride para divulgar esta información poco conocida y menos visitados sus recintos? Su Museo cuenta con tres grandes salas de exposiciones permanentes que distinguen el emblemático edificio. La Sala de Arqueología “Manuel Robles Ortiz”, la Sala de Historia “Leo Sandoval” y la Sala interactiva de Ciencias. A través de ellas, se pone a disposición de universitarios y público una parte importante del patrimonio cultural sonorense y permite resguardar el patrimonio arqueológico e histórico de nuestra cultura regional.
El Museo abrió sus puertas al público en 1957, con amplia exposición sobre la cultura prehispánica mesoamericana, coordinada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en la Sala de Arqueología bajo el concepto museográfico de Carlos Pellicer Cámara. (1897-1977). Las exposiciones permanentes ofrecen un acercamiento a los orígenes de la vida en el noroeste, al conocimiento de nuestra historia más reciente que se difunde a través de objetos, fotografías, instrumentos, cartas y otras obras. La Sala de Ciencias difunde el conocimiento científico con programas interactivos dirigidos a público infantil y juvenil, principalmente.
La Sala de Arqueología Manuel Robles Ortiz presenta importantes colecciones que ilustran usos y costumbres de los pueblos originarios de la región, instrumentos de piedra pertenecientes al llamado “Complejo Llano”, puntas Clovis, de 11 mil años de antigüedad aproximadamente, así como la momia encontrada en el municipio de Yécora con más de 650 años de antigüedad. Lleva el nombre del investigador de la arqueología, dirigió por algunos años el Museo Regional y a cuyos trabajos de campo se debe buena parte de este conocimiento arqueológico.
La Sala de Historia Leo Sandoval lleva su nombre del profesor, en homenaje a quien fue su primer encargado, principal promotor de la historia regional y de la donación de objetos entre personas interesadas por la difusión del patrimonio cultural e histórico. En este espacio la vida cotidiana, la historia, la cultura de los siglos XIX y XX se expresan a través de objetos diversos como pinturas, instrumentos de trabajo agrícolas, dibujos, fotografías, etcétera. Se ilustran importantes momentos de la vida política de México y la región, por ejemplo, la Revolución mexicana así como de personajes ilustres destacados en alguna actividad de las diferentes esferas sociales, por ejemplo la fundación de la Universidad de Sonora, entre otros.
La Sala de Ciencias contiene áreas con exposición permanente: Minería: Una exhibición permanente con explicaciones de su proceso, desde que se identificó en la tierra un posible yacimiento de metales, hasta la creación de objetos de la vida diaria. Planetario. Proyección de imágenes del universo simulando la bóveda celeste. Museo de matemáticas: objetos basados en modelos matemáticos. Exhibición de huellas de dinosaurios encontradas en Sonora.
Pasada esta crisis de salubridad pública, todos los docentes y alumnos universitarios y el público en general -especialmente los niños- deberemos aprovechar este legado y selecto patrimonio cultural tan a la mano.
Por Héctor Rodríguez Espinoza