No sé por dónde empezar. Si inicio primero por el agradecer o, hablar del viejo. El embrollo me asalta, cuando la vejez y el agradecimiento van de la mano, porque para recorrer el camino que lleva a ser viejo, se necesita la compañía de los demás, para juntos recorrer lo más lejos posible la ruta que nos lleva hacia la vejez.
Uno nunca va solo.
Empiezo con agradecer, a quienes me han propuesto y a quienes eligieron a mi persona para recibir este apreciado: <Reconocimiento Sahuaro>. Pero el agradecimiento va para tantos que me han socorrido a lo largo de mi vida: a mis familiares, a mis amigos, a mis compañeros y maestros de escuela. A las personas enfermas porque de ellas aprendí a ser médico, y de entre aquellas, traigo al presente, la más llenadora consulta que tuve en mi vida profesional: Fue con don Desiderio, un viejo de 80 años cuando un día me preguntó ¿Doctor, puedo venir a visitarlo, aunque no esté enfermo? Don Desiderio era fuerte como un roble y alegre como un guitarrón. Como no estar agradecido con el Consejo Directivo de la Universidad kino quien me entregó las riendas de la rectoría de tan Ilustre institución. Y en ella, va mi gratitud a todas y todos sus trabajadores, por su disposición solidaria para conformar un gran equipo con la misión, de no defraudar a los padres de familia quienes depositaron su confianza en sus aulas, para que, sus hijos tuvieran una formación <educativa> que no solo los hiciera aptos para el trabajo, si no, además, llevaran incorporada una actitud pensante, con el poder para saber estar ante la realidad en que se encuentren. Gracias a todos ellos.
Con los alumnos de Gerontología, es un agradecimiento aparte porque hoy están abriendo caminos hacia un vivir saludable.
Repito. Uno nunca va solo.
Hoy me presento en este foro, como viejo. Estoy aquí, para y por los viejos. Empleo la palabra, viejo, con un profundo respeto y lo hago con la intención de rescatar o, cuando menos, recordar el significado que tenía en la cultura de mi niñez: entonces, el viejo, era guía, memoria, y libro de sabiduría, era admiración y respeto, era el patriarca de sus familias y de sus pueblos.
Habiendo recordado lo anterior, permítanme decir que: Transitar por la vida rumbo a la vejez, es un camino en construcción, lleno de aventuras y dilemas, que exigen una constante reorientación para seguir y/o corregir el rumbo que llevamos y, a su vez el rumbo, nos va conformando mental, física y socialmente, para continuar con el encargo de hacernos cargo, primero, de uno mismo y como, uno nunca va solo, la carga, demanda encargarse de enseñar a cargar a quienes nos acompañan, para que aprendan el encargo de continuar en busca del bienestar para que nos ayude a, ir envejeciendo saludablemente.
El envejecimiento es un proceso continuo de maduración, que viene desde que fuimos embriones dentro del vientre materno y, su pasar es tan veloz que, en un santiamén, se esfuma la pubertad con sus granos en la cara y empiezan pronto a crecer los pelos en las orejas, anunciando la llegada de la vejez, con sus propias cualidades y carencias.
Ciertamente, este vértigo, lo traemos emparejado con una gran noticia: Nuestro organismo al nacer, tiene un reloj biológico con una garantía genética con la capacidad para latir, por más de un siglo y medio de vida. Pero, la longevidad no es regalada, el “documento” trae, ciertos requisitos que en letra encriptada uno debe descifrar: Para que hagas valida la garantía, los que van contigo deben aprender de ti, a buscar el bienestar, para luego, juntos, puedan vislumbrar la añorada estación, “Matusalén”. Enseguida, quedamos sueltos y con soltura, cada cual hacemos la vida a nuestra manera, entonces, según sea nuestro vivir, acortaremos o alargaremos nuestra esperanza de vida.
Y con soltura, aprovecho este honorable foro, para poner sobre la mesa, un gran riesgo que pende acorta nuestra esperanza de vida. Me refiero, a: La cultura en la que vivimos nos enseña, un paradigma de salud equivocado. En ella aprendemos, que: salud, es ir al médico para que nos cure. Por ello exigimos que haya más médicos, más hospitales, más geriatras, más medicinas… para tener salud. Esto es falso y además, trágico.
Este paradigma erróneo, le apuesta a la enfermedad, entonces, los enfermos aumentan, la curación es cara, el empobrecimiento es patente… la esperanza de vida se acorta.
Afortunadamente, el acoso del coronavirus nos está haciendo evidente el falso paradigma de la curación como sinónimo de salud, cuando, las personas sanas, de <suyo> sanas, vencen al virus, porque han venido procurando y cuidando su salud.
Aquí, es bueno recordar que: SALUD es tener BIENESTAR: es estar bien, en lo individual, con los demás, con el espacio que habitamos y con la historia. La historia, entra aquí, porque no solo es pasado. La historia habla de la vida de los pueblos. En este hablar, están las entregas recepciones de posibilidades que los abuelos, los abuelos, los abuelos… recibieron de sus padres, y los padres hoy, nos toca hacer la entrega recepción de posibilidades a nuestros jóvenes, las cuales, les ayudarán o les negarán el poder para hacer sus vidas. La historia es tradente. Somos animales históricos. Pero ¿Qué posibilidades históricas están recibiendo hoy nuestros jóvenes? ¡Ah! La obesidad… infantil … ¡Ay! Sus soledades…
Nos urge entregar una mejor historia.
El bienestar se construye. De ahí viene la creación de tener una escuela de Gerontología, que le apuesta a un aprendizaje que nos ayude a las personas en sociedad a caminar saludablemente hacia la vejez.
Por ello, la gestión educativa del Gerontólogo se ubica, en las escuelas, en las familias, en los centros de salud comunitario, en las industrias, en los programas oficiales de promoción de la salud, en las casas de retiro y también, en los hospitales. Los Gerontólogos, no están, primariamente, formados para atender viejos. No. De ser así, estarían llegando tarde. Sería más de lo mismo. Su trabajo consiste, en ser autores, actores y agentes de cambio, para promover una cultura que vaya: Hacia un envejecimiento saludable.
Felicito a las Instituciones de salud pública del Gobierno del Estado de Sonora, porque en sus equipos de trabajo ya colaboran estos profesionales.
Ahora, manifiesto mi profundo agradecimiento por la distinción que me hace El Gobierno del Estado de Sonora…al Lic. Wenceslao Cota Amador director del DIF Sonora. Y en especial, al Lic. Axayacatl Yeomans Rosas, Procurador de la Defensa del Adulto Mayor del Estado de Sonora, por entregarme el ¡Reconocimiento Sahuaro!
Y, como nunca he venido solo, este reconocimiento lo recibo en nombre Carmen mí esposa, de mis hijos y de todos los que nos me han venido acompañado en mi caminar.
A todos; gracias.
José Rentería Torres