Se puede convertir en un componente fundamental para el desarrollo industrial; puede generar un polo de desarrollo y vertiente esenciales para el relanzamiento económico de la entidad.
En la entrega anterior señalábamos que a finales de 2019 apareció en la prensa nacional la noticia de que en el estado de Sonora se encuentra uno de los yacimientos de litio más grandes del mundo. Sin duda este proyecto amplía la posibilidad de que el país pueda ser un actor principal, a nivel global, en el sector energético en la economía del futuro.
Comentábamos que el litio es considerado por especialistas económicos y de transición tecnológica como el mineral del futuro, se le denomina el petróleo blanco del siglo XXI, por ser un material clave para la transición energética hacia un mundo más sustentable.
Este mineral, así como muchos otros, son la clave para el desarrollo y el avance tecnológicos de la civilización humana. No solamente se utilizan en baterías para autos eléctricos, sino que son fundamentales para la fabricación de computadoras y celulares. Asimismo, tiene diversas aplicaciones militares, lo que lo convierte en un elemento clave en la disputa geopolítica entre las potencias mundiales.
Señalamos también la importancia de analizar las dos grandes visiones que se pueden presentar al llevarse a cabo el proyecto de explotación del litio en el estado de Sonora.
Escenario positivo
La explotación de este mineral representa, probablemente, una dimensión positiva para el estado en sus fases de extracción, comercialización, aplicación y transferencia de tecnología; este último proceso va acorde a la transición tecnológica y el cambio hacia el uso de nuevas energías que se presenta a nivel global. El agotamiento de los combustibles fósiles y la gran contaminación que se genera a nivel mundial obligan a la búsqueda permanente de nuevas fuentes de energía limpias.
Visión pesimista
Sin embargo, es importante resaltar que la experiencia en la extracción de minerales en México, y particularmente en Sonora, no ha sido satisfactoria de parte de las grandes empresas nacionales y transnacionales, ya que los procesos de extracción estuvieron acompañados por una serie de actividades que afectaron los derechos humanos y el medio ambiente en los lugares donde se encuentran ubicadas sus operaciones. El modelo extractivista en México ha sido atroz, devastando el medio ambiente y la salud de las personas cercanas a los centros de extracción.
En esta entrega se abordará el contexto internacional del litio, su exportación y las reservas con que cuentan algunos países; variables importantes que sin duda afectarán la oferta o producción mundial del litio y sus precios. El mercado mundial inició a principios del presente siglo, por lo tanto, es relativamente nuevo.
Se analizará la pertinencia de que el Estado regule y controle la producción del litio o, por otra parte, que la explotación del mineral se deje al libre mercado en manos privadas nacionales y extranjeras. Sin duda esta discusión será tema de carácter nacional, sin embargo, es importante presentar un primer bosquejo de las dos posiciones: Estado o mercado.
Contexto internacional
La dinámica de intercambio global del litio, el control de su cadena de valor y el mercado de las baterías de Ion-Litio son indicadores de primer orden sobre las relaciones que se presentan entre las grandes potencias y de las estrategias de desarrollo contemporáneas que aplican los países, ya que el litio se encuentra en el corazón de un nuevo paradigma energético. Por ello es importante revisar las exportaciones y la distribución del mineral entre países, además, para analizar la importancia que juega el mineral en el contexto internacional, tanto en el presente como en el futuro.
La exportación australiana se da centralmente en torno a concentraciones en pegmatitas y casi sin elaboración del recurso, por ello suele ocupar el primer puesto como comercializador mundial. Por otra parte, están los países sudamericanos que realizan sus exportaciones como carbonato de litio (la forma que explica casi las dos terceras partes del mercado mundial) y como óxido e hidróxido de litio (formas que explican el tercio restante).
Entre 2014 y 2018 los precios del litio se dispararon un 156%, de 6 mil 690 dólares la tonelada subió hasta un máximo histórico de 17 mil dólares. Es a partir de ese último año que el mercado del litio se vuelve más atractivo para los jugadores mundiales.
Si bien la crisis sanitaria y económica causada por la pandemia en 2020 ha impactado en el mercado, el precio se encuentra actualmente en torno a los 7 mil 500 dólares; sin embargo, se prevé que la demanda siga creciendo de la mano de la industria tecnológica.
Sólo en la gran fábrica de Tesla, en el desierto de Nevada, se producen al día más de 3 mil baterías que contienen alrededor de 13 kilos del mineral cada una. Según el periódico Financial Times, la empresa requerirá 24 mil toneladas al año para dar salida a su producción.
Por otra parte, con la entrada en vigor del Tratado Comercial de México con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la explotación del litio cobra mayor importancia porque se debe asegurar una cadena de suministro en Norteamérica. En tres años, los autos fabricados en estos tres países deberán tener al menos un 75% de sus componentes producidos en la región, para que puedan comercializarse libres de aranceles. Esto incluye las baterías de litio, lo que podría volverse un negocio rentable para México.
También es importante analizar la distribución de los recursos con el fin de ver la magnitud de los jugadores en el contexto internacional. Se observa una fuerte concentración en los Andes Sudamericanos, donde el denominado “Triángulo del litio”, compuesto por Bolivia (30% de las tenencias totales de litio), Chile (21%) y Argentina (17%), da cuenta del 68% de las reservas mundiales del recurso, seguido en un lejano y cuarto lugar por Australia (7%) y otros países.
Es importante señalar que esta información se presentó en 2017 y México aportaba solamente el 3% de las reservas. Hoy en día esta composición de depósitos, sin duda alguna, cambiará.
Contexto nacional
En Sonora existe el mayor yacimiento mundial de litio en roca, un mineral que algunos consideran como “el nuevo petróleo”. Pero, ¿qué futuro tiene en un país donde en los últimos 20 años se han concesionado millones de hectáreas a empresas extranjeras y nacionales?
La gran interrogante es la siguiente: ¿Cómo se beneficiaría México de tener en su territorio el mayor yacimiento de litio que se conozca? Tal vez la pregunta indicada no sea cómo, sino quién.
La gran discusión es si vamos a mantenernos con el litio en una industria trasnacional que se instala en México y se lleva el producto y su valor agregado, o si el Estado tendrá control sobre esa explotación.
Bajo este contexto, un grupo de senadores de Morena incluyó entre los temas para su agenda del próximo período legislativo una propuesta para nacionalizar el litio como recurso estratégico, lo que implicaría una reforma constitucional y cambios en la Ley Minera vigente.
Aún no se ha definido si este tema —uno de los más de 400 presentados— será avalado e impulsado por la bancada de Morena en el Senado.
Argumentos contra la nacionalización
Cualquier operación minera de litio administrada por el Estado enfrentará importantes complicaciones técnicas y financieras. Financiar una mina importante o avanzar en la exploración también será costoso y riesgoso. Cualquier cambio en la legislación probablemente no afectará las concesiones actuales, como las del proyecto en Sonora, que están protegidas por la ley mexicana.
Una tercera ruta sería la de establecer acuerdos estratégicos entre empresas y Estado para la explotación del litio.
Sonora se beneficia del liderazgo y experiencia técnica mundial en la industria del litio, tanto del equipo de gestión de Bacanora como el de Ganfeng Lithium Group. Una empresa nacionalizada tendría que replicarlo.
El litio se puede convertir en un componente fundamental para el desarrollo industrial del estado de Sonora; puede generar un polo de desarrollo y vertiente esenciales para el relanzamiento económico de la entidad.
Por Carlos Germán Palafox Moyers
* Docente-Investigador del Departamento de Economía de la Universidad de Sonora y Presidente del Observatorio Ciudadano de Convivencia y Seguridad del Estado de Sonora.
Correo institucional german.palafox@unison.mx