Uno de los temas que abordamos entre colegas de educación superior en este periodo de clases en línea por pandemia covid-19 es sin duda la motivación, la continuidad de los procesos académicos y dinámicas del aula virtual con nuestros estudiantes. Profesores mexicanos y de otros países iberoamericanos coincidimos sobre el desánimo, hartazgo y falta de voluntad para las entregas de trabajos académicos de los y las estudiantes de educación superior.
Sin duda, los indicadores que utilizamos para evaluar las competencias y habilidades adquiridas se han adaptado a la modalidad general: clases en línea. La práctica docente ha sufrido un deterioro debido a las dinámicas de deshonestidad académica de los y las estudiantes: plagio de documentos, conectividad, pero sin presencia del otro lado de la pantalla, conectividad desde espacios lúdicos sin el interés por la clase que se imparte, desinterés por concluir el periodo que se cursa, copiar durante los exámenes y entrega de trabajos solicitados cumpliendo únicamente con el requisito mínimo aprobatorio.
En estudios recientes, Google Trends resaltó que la tendencia de “copiar en examen online” se incrementó en el año 2020 hasta cuatro veces más que en los cinco años anteriores. Por otra parte, cientos de profesores mexicanos participantes en investigaciones sobre desmotivación en tiempos de pandemia, manifiestan haber iniciado una clase con un número mínimo de asistencia o concluido una sesión con cámaras fijas, cerradas y sin respuesta del otro lado de la pantalla. Recordemos que por el derecho a la privacidad de los estudiantes no es obligatoria tener la cámara activada.
Les comento que nos hemos pasado la voz y hemos intentado de todo: pase de lista, cámaras de video, prohibición de celulares, duplicar pantallas, poner computadoras de estudiantes frente a un espejo que refleje su imagen, uso de programas antifraude, Turin y sus derivados para detectar plagio, citar a estudiantes en diferentes momentos, reconocimiento facial, seguir la mirada de los estudiantes tratando de adivinar si hacen algo más que la tarea encomendada: me rindo, esto no acaba.
La realidad es que todos estamos cansados, estudiantes y profesorado, sin embargo, son estos últimos los que pudieran incidir en una disminución de estas acciones deshonestas derivadas de la desmotivación y la falta de adaptación al trabajo áulico virtualizado. Una propuesta para coadyuvar en la mejora de esta situación sería considerar la evaluación como una oportunidad más de enseñar para los docentes y de aprender para los estudiantes, convertirla en una tarea más a ejecutar en el aula y olvidarnos de ella como una actividad retadora-certificadora-acreditadora, comenzar a dar valor a otro tipo de ejercicios que se hagan en pantalla durante clases en línea.
Otra ruta seria la metodología de trabajo del docente, diversificar las plataformas virtuales, erradicar la clase socrática y permitir una comunicación más activa durante las sesiones con los estudiantes. No olvidemos que detrás de las pantallas hay individuos tratando de llevar una vida armónica apegada a la nueva normalidad que no es para todos agradable.
El voto de confianza se lo gana la estrategia, trasformemos pues nuestra tarea evaluadora, hagamos de ella un ejercicio dinámico, participativo, incluyente, sin olvidar que todos estamos juntos en esto y que cada vez es menos el tiempo para regresar a los espacios presenciales.