Ciudad de México, 19 de noviembre (SinEmbargo).– Una variedad de enfermedades respiratorias, incluidos el resfriado común y la influenza, son causadas por gérmenes que pueden propagarse desde superficies contaminadas. Cuando surgió el brote de coronavirus en China parecía lógico asumir que un medio principal para que el patógeno se propagara eran las superficies. Pero esto ha cambiado apenas. Hay evidencia insuficiente de que así sea.
Los estudios descubrieron que el virus parecía sobrevivir en algunas superficies, y todos nos asustamos. Esto incluye el plástico y el acero que está en todas partes en nuestras vidas: hasta por tres días sobrevive el SARS-CoV-2 que se deposita allí. Pero los estudios posteriores mostraron que es probable que gran parte sean fragmentos muertos del virus que no son infecciosos.
La Organización Mundial de la Salud también enfatizó la transmisión superficial como un riesgo y dijo que la propagación por el aire era una preocupación sólo para trabajadores de la salud: ciertos procedimientos médicos que producen aerosoles.
Al mismo tiempo que no se presentaba evidencia sobre contagios por superficies, se acumulaba la evidencia científica de que el virus podía permanecer en el aire durante horas en pequeñas gotas en aire estancado. En julio, un ensayo en la revista médica The Lancet argumentó que algunos científicos habían exagerado el riesgo de infección por coronavirus de las superficies.
Mike Ives y Apoorva Mandavilli, de The New York Times, narran cómo en el aeropuerto desierto de Hong Kong, los equipos de limpieza rocían constantemente los carros de equipaje, los botones de los ascensores y los mostradores de facturación con soluciones antimicrobianas.
En la ciudad de Nueva York, los trabajadores desinfectan continuamente las superficies de los autobuses y el metro. En Londres, muchos bares gastaron mucho dinero en limpieza intensiva de superficies para reabrir después del cierre, antes de cerrar nuevamente en noviembre.
“En todo el mundo, los trabajadores enjabonan, limpian y fumigan superficies con un sentido urgente de propósito: combatir el coronavirus. Pero los científicos dicen cada vez más que hay poca o ninguna evidencia de que las superficies contaminadas puedan propagar el virus. En espacios cerrados abarrotados como aeropuertos, dicen, el virus que exhalan las personas infectadas y que permanece en el aire es una amenaza mucho mayor”, dicen.
Luego, la revelación: “Todavía se recomienda lavarse las manos con agua y jabón durante 20 segundos, o desinfectante en ausencia de jabón, para detener la propagación del virus. Pero fregar las superficies hace poco para mitigar la amenaza del virus en interiores, dicen los expertos, y se insta a los funcionarios de salud a centrarse en mejorar la ventilación y la filtración del aire interior”.
“En mi opinión, se está desperdiciando mucho tiempo, energía y dinero en la desinfección de superficies y, lo que es más importante, en desviar la atención y los recursos para evitar la transmisión aérea”, dijo al Times Kevin P. Fennelly, especialista en infecciones respiratorias de Institutos Nacionales de Salud en Estados Unidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la ventilación es clave. ¿Y qué es? “Consiste en introducir intencionalmente aire limpio en un espacio al tiempo que se elimina el aire viciado. El objetivo es mantener la calidad del aire en ese espacio”, dice la institución.
¿Qué medidas pueden adoptarse para mejorar la ventilación en los edificios y espacios públicos cerrados? “La ventilación es un factor importante para evitar que el virus que causa la COVID-19 se propague en espacios interiores. A continuación se presentan algunas medidas que pueden mejorar la ventilación interior. Deben estudiar en consulta con un profesional de sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado”, afirma la OMS.
• Estudie utilizar la ventilación natural, abriendo las ventanas si es posible y seguro hacerlo.
• En los sistemas mecánicos, aumenta el porcentaje de aire exterior mediante el modo de ahorro de energía, que permite configurar los sistemas para que utilicen hasta el 100 por ciento de aire exterior. Antes de aumentar el porcentaje de aire exterior, compruebe la compatibilidad con la capacidad del sistema de calefacción, ventilación y aire acondicionado, en lo que respecta tanto al control de la temperatura y la humedad como a la compatibilidad de la calidad del aire exterior e interior.
• De ser posible, aumente el flujo de aire total en los espacios ocupados.
• Desactive los mecanismos de control de la demanda de ventilación que reducen el suministro de aire en función de la temperatura o la ocupación.
• Mejore la filtración central del aire: Aumente la filtración de aire al máximo posible sin que disminuya significativamente el flujo de aire previsto. Inspeccione la carcasa y los soportes del filtro para asegurarse de que se ajustan correctamente y trate de minimizar la desviación del filtro.
• Plantéese poner en marcha el sistema de calefacción, ventilación y aire acondicionado con el máximo flujo posible de aire exterior desde 2 horas antes de que se ocupe el espacio y hasta 2 horas después, según las recomendaciones del fabricante.
• Genere flujos de aire desde la zona de aire limpio a la zona de aire sucio. Para ello, estudie reubicar los difusores o reguladores de admisión y extracción del aire y ajustar las tasas de flujo de admisión y extracción en la zona para establecer diferenciales de presión cuantificables. Haga que el personal trabaje en zonas de ventilación «limpias», fuera de las zonas de mayor riesgo, como la recepción o las instalaciones para hacer ejercicio (si están abiertas).
• Asegúrese de que los extractores en las zonas de descanso funcionen debidamente y a plena capacidad cuando haya gente en el edificio.
¿Y en las oficinas, las escuelas y los hoteles? En todos los lugares de trabajo, escuelas y alojamientos turísticos, debe haber aire puro y limpio. La OMS recomienda que se aumente la tasa de ventilación por medios naturales o mecánicos, preferiblemente sin reciclar el aire.
En caso de que no pueda renovarse el aire, es preciso limpiar los filtros con frecuencia, sobre todo en los puestos donde hay un riesgo medio o alto de exposición a la COVID-19 para los trabajadores, como ocurre con los que atienden a los clientes en el comercio minorista o en los alojamientos turísticos y con los trabajadores domésticos.
“Algunos expertos dicen que les preocupa especialmente que las gotas de coronavirus puedan propagarse a través de las salidas de aire en las oficinas, que están abarrotadas porque la ciudad aún no ha desarrollado una cultura sólida de trabajo remoto”, dicen los autores del artículo de The New York Times, Mike Ives y Apoorva Mandavilli.
“La gente se quita las máscaras para el almuerzo o cuando regresa a su cubículo porque asume que su cubículo es su espacio privado”, dijo Yeung King-lun, profesor de ingeniería química y biológica en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong. “Pero recuerde: el aire que está respirando es básicamente comunitario”.