Por Roxana Fierros y Mirna Jiménez Virgen. Fotografías: Luis Fernando Heras Portillo.
Desde que subes a la embarcación para iniciar el recorrido por la costa de Bahía de Kino, en el municipio de Hermosillo, Sonora, y te diriges a la magnífica y gigantesca Isla del Tiburón (la más grande de la república mexicana) el mar parece estar hecho de una masa espesa, hermosa, inigualable, indescriptible, única.
Y conforme avanzas en cada una de las islas que vas encontrando a tu paso, te das cuenta de lo magnífica que es la biodiversidad que alberga cada isla: tortugas, lobos marinos, pelícanos, gaviotas, fregatas y miles de seres vivos que dan razón de ser al nombre de Mar Bermejo o Mar de Cortés, bautizado como el acuario del mundo.
Recorrer los 160 mil kilómetros cuadrados que tiene el Mar de Cortés es una aventura casi imposible, sin embargo, cada isla, cada ciudad ribereña como Bahía de Kino Guaymas, Empalme, Yavaros, Puerto Peñasco y el Golfo de Santa Clara, (todas en el estado de Sonora) tienen un encanto que lo convierte en la joya marina de un mar único y cerrado. El llamado golfo de California en la república mexicana es equiparable únicamente al mar Mediterráneo, en el continente europeo.