Columna Diálogo
La guerra de video escándalos desatada al finalizar la semana pasada ya tuvo su primer efecto: el Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo este lunes su última llamada a opositores y detractores con la advertencia de enjuiciar a los ex presidentes, pero definitivamente su discurso sobre ‘combate a la corrupción’ y ‘somos diferentes’ ha quedado en entredicho.
Cada acción en política tiene su historia y su momento justo, no hay casualidades. Desde el primer video que implica al PRI con miembros del PAN, hasta el del hermano incómodo Pío López Obrador con el caído David León -Que horas antes era digno representante de la honestidad y la transparencia en el gobierno de la Cuarta Transformación- hasta diversos audios que siguieron difundiéndose vía redes sociales todo el fin de semana.
El mismo Presidente lo confirmó en su Mañanera al día siguiente de la ‘ventaneada’ que le dieron y que ya le está costando políticamente hablando, quizá más que la pandemia misma. Dijo que él ya sabía de esos videos, que se enteró cuatro días antes, es decir el 16 de agosto. Entonces el 17 exhibe él mismo el primer video a nivel nacional, el de los priistas y panistas.
Luego se ‘filtra’ la denuncia de Emilio Lozoya completita tras su sugerencia en conferencia de prensa de que se deberían conocer todos los detalles de dicha denuncia; y sigue en su Mañanera del 18 su exigencia de que se hagan públicos todos los videos. Todos deberían conocerlos dice, todo debe hacerse público para que los ciudadanos los vean.
Hizo pues todo lo posible por detener el tren que se le venía encima a sabiendas que estaban por circular los videos que implicaban a su hermano, quiso asustar al león, pero sólo lo despertó.
Y siguió, sabía que no era momento de esconder la cabeza. Pero una vez más si las coincidencias no existen se equivocó. Mientras él aseguraba que su caso es muy distinto diferenciando los conceptos de ‘corrupción entre partidos’ y ‘aportaciones a una causa: la suya’, el INE daba a conocer las multas a partidos políticos en formación por falta de transparencia en donaciones recibidas.
Es decir, por un lado, los videos le daban la vuelta al país entero exhibiendo la forma en que su movimiento, campaña o partido como se le quiera llamar, recibía aportaciones millonarias en efectivo y por otro lado los nuevos partidos eran públicamente sancionados por el mismo hecho.
Total, que entre confesiones y evidencias ya debiera ser una obligada investigación de las autoridades electorales e incluso judiciales.
¿Pero de dónde viene todo esto y a dónde va? Al parecer a un Presidente que se siente ‘amado por el pueblo’ pero al mismo tiempo con resultados lamentables en dos años de gobierno, le urgió en medio de la pandemia evitar el desplome de su imagen y en el camino olvidó cómo llegó a donde está.
El ‘combate a la corrupción’ que lo llevó a ganar las elecciones seguía siendo el motivo perfecto.
Y una vez resuelto el tema del T-Mec y después de lograr las ‘Consideraciones’ de Donald Trump el camino era salvar a México de los corruptos. Entonces se fue con todo y entre Mañanera y Mañanera construyó el circo mediático que ha representado ahora el caso ‘Lozoya’; con total seguridad de sí mismo nunca esperó el contraataque de opositores y partidos políticos que estaban siendo expuestos un día sí y el otro también.
Algo seguramente detonó la determinación de esos detractores a no permitir más humillaciones, quizá la premisa ante la evidencia de que el ahora Presidente de México no se detendría ante nada con tal de ganar adeptos y votos construyéndose a sí mismo una figura pura y casi angelical ocultando con ello la realidad que vive el país en términos económicos, de desarrollo, seguridad, salud, y empleo.
Entonces vino la advertencia primero de estos grupos opositores a través de David León a quien primero le avisaron lo que podría pasar, pero el Ejecutivo Federal no escuchó, anclado en su poder propinó el primer ataque ya sabiendo el que le preparaban a él y a su gobierno.
Del viernes 21 al lunes 24 hay un cambio en el discurso: ya no pidió que se exhiban todos los videos, ya no pidió que caiga todo el peso de la ley contra los corruptos y del caso Lozoya apenas habló. Eso sí, recordó lenta y pausadamente que tiene hasta el 15 de septiembre para solicitar consulta pública sobre cualquier asunto de su interés, en este caso, someter a juicio a los expresidentes.
Y es que el Presidente sabe que hay más, mucho más de lo expuesto, y lo sabe porque en ese mismo ambiente y con los mismos actores construyó su camino a la presidencia aunque no se cansa de repetir que ‘es diferente a los demás’. En su afán por destruir el pasado, incluido el suyo propio éste se le ha venido encima.
Pero no está dispuesto a perder ni a arriesgarse a ser exhibido de nuevo como él exhibe cada vez que puede a quien sea necesario para consolidar su imagen y ocultar sus errores sexenales.
La guerra está declarada y el Ejecutivo federal ha dejado una ventana abierta este lunes, o bien una amenaza directa: dejan de evidenciar los excesos cometidos en 12 años de campaña a través de sus amigos y colaboradores, incluyendo alianzas partidistas, o lleva a juicio a los expresidentes.
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