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viernes, noviembre 22, 2024

Alejandra, Kevin y Jennifer, atletas sonorenses, motivados entrenan en casa durante la pandemia: ir a los juegos olímpicos sigue en sus planes

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Con los espacios deportivos cerrados y las competencias pospuestas o canceladas, entrenan con lo que tienen a la mano. El cuarto, la sala, un terreno fuera de la ciudad, con un poco de equipo prestado o propio, se convierten en el gimnasio necesario y ausente.

Alejandra Valencia, arquera; Kevin Cerda, gimnasta; Jennifer Villalobos, paratleta. Tres jóvenes deportistas sonorenses de alto rendimiento enfrentan la pandemia de COVID-19 desde casa.

Alejandra: “Mi arco y mi paca, no necesito más”
Amanece y es la hora de apuntar y disparar. Alejandra se pone su ‘bucket hat’ en la cabeza y sale al patio de la casa donde ha pasado los tres meses que lleva en confinamiento. En el terreno de su familia ubicado en el Real del Alamito, un área campestre aislada y a las afueras de Hermosillo, tiene los 70 metros que necesita para practicar su tiro.

Alejandra Valencia es reconocida en el mundo deportivo. La arquera hermosillense de 25 años, lejos de los más importantes centros de entrenamiento mexicanos donde se preparaba para ir a los juegos olímpicos de Tokio, Japón, ahora practica entre la naturaleza sonorense. De su retorno forzado a casa, la salvan las videollamadas con sus amigas y compañeras de equipo. También las distracciones que encuentra en el espacio que ahora habita.

De frente, observa la paca que tiene como objetivo. Sobre su cabeza, tiene el sombrero y una sombrilla playera. A los costados, un camino de terracería y los mezquites. Solo le acompañan el leve trino de algún pájaro, los grillos, las nubes de polvo que ocasionalmente levanta el viento y el silbido de las flechas disparadas desde el arco.

“Lo bueno de estar aquí, es que tal vez por eso no he sentido tanto la cuarentena, porque hay espacio y está el monte”, dijo Alejandra a través de una videollamada, “puedo salir al monte a caminar, a cruzarme con una vaca, con una liebre o algo. Puedo estar con mis perros. Entonces, no he sentido tanto ese estrés de estar encerrada en la ciudad”.

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Volar de la Ciudad de México a Sonora sin saber si sus planes se lograrían o no, la mantuvo acostada sobre la cama. La incertidumbre la dejó sin ánimos ni motivaciones para nada. Se dedicó a descansar los días que su entrenador le indicó: solo diez. Y a empezar de nuevo.

“Mi entrenador se reunió con la federación para saber si la selección se quedaría como estaba y sí, cada quien va a seguir entrenando como lo hemos estado haciendo y yo me voy a quedar con el boleto que ya me había ganado. El lugar que ya tenía mi nombre, se va a quedar a mi nombre”, afirmó la deportista.

Desde su cuarto en la casa donde ahora vive con su mamá, papá y hermana, Alejandra narra cómo es que su vida marcada por la exigencia y la concentración, se convirtió en una más relajada, entre ver Netflix, lavar platos y, eso sí, entrenar lo suficiente -de lunes a sábado- para no perder lo avanzado.

Por eso fue una suerte tener la paca que alguna vez dejó guardada en el terreno. A la par, en este tiempo se dedicó a trabajar en su salud mental como algo importante para mantener su disciplina.

“También he estado en contacto con mi psicóloga, hemos estado trabajando, porque eso no hay que dejarlo”, explicó la medallista y también estudiante universitaria de diseño gráfico, “en sí, el trabajo mental es algo que no se debe dejar nunca, seas deportista o no. En la concentración, duermes, comes, entrenas y ya. Pero aquí, salen cosas como limpiar la casa, lavar los platos. Hay muchas cosas además de entrenar, entonces te cambia la rutina. Y es lo que trabajo con ella: volver al camino que ya tenía, mantenerme en eso y no irme por vereditas. Aquí tengo mi arco y mi paca, no necesito más”.

Kevin: “El objetivo va a ser el mismo”
El caballo se impone ante lo que debería ser el orden de un departamento pequeño. Los sillones y el comedor se amontonan donde no estorben. Aquí sólo el equipo tiene cabida y no se admite más que un par de colchones, una bola de magnesia y un gimnasta.

De triunfar en copas del mundo, panamericanos, centroamericanos, universiadas, nacionales y estar por calificar para las olimpiadas en Tokio, Kevin Cerda ahora vive el encierro. Con lo poco que tiene a la mano y que consiguió prestado para poder entrenar, trabaja para no perder la forma ni la cordura.

“Yo me encontraba en Ciudad de México, ni siquiera estaba en Hermosillo porque me estaba preparando para un campeonato continental, que es una competencia que va a repartir dos plazas para juegos olímpicos”, dijo el gimnasta de 25 años y estudiante de arquitectura, “yo estaba totalmente concentrado y enfocado en buscar una de esas plazas. Incluso me salí un semestre de la escuela para irme a entrenar, para dedicarme cien por ciento al deporte”.

Kevin vivía y entrenaba en el Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos y Alto Rendimiento (CNAR), donde todo estaba en aparente control hasta que ocurrió el primer contagio de coronavirus: todos tuvieron que irse a sus casas. Pero él no quiso dejar de entrenar y, en lugar de regresar a Hermosillo, se fue a Querétaro. Realmente esperaba que la contingencia no fuera grave y que el continental no se cancelara. No podía perder esa oportunidad.

“Yo no estaba de acuerdo en regresar a Hermosillo porque, imagínate, yo llevaba ya tiempo entrenando para la competencia y no quería dejar de entrenar, pero me convencieron”, narró el deportista, “y le dije a mi papá: no estoy de acuerdo con lo que estás diciendo, pero, siento que si no te hago caso, va a pasar algo malo. Cuando me vine a Hermosillo, fue cuando se cancelaron los vuelos y nadie podía salir de ningún lado, fue el momento crítico. Si me hubiera quedado una semana más, creo que ahorita estuviera en Querétaro”.

Por suerte, la gimnasia es un deporte que, en buena medida, se practica con el propio peso del cuerpo y eso fue lo que él hizo en un principio para mantener el acondicionamiento físico. Pero lo difícil es mantenerse en la gimnasia de alto rendimiento cuando no se tiene equipo, particularmente, porque es de dimensiones grandes y muy costoso como para tenerlo en casa.

“Tengo la fortuna de que la Codeson (Comisión del Deporte del Estado de Sonora) me prestó un aparato: un caballo con arzones”, dijo Kevin, “el director nos dijo a mi entrenador y a mí que fuéramos al gimnasio con guantes y cubrebocas para checar qué podíamos usar. Y sí, le pedí ayuda a un amigo que tiene un pick-up, subimos el caballo, unos colchones y me lo traje a la casa”.

Hace un año, Kevin sufrió una lesión importante en el hombro que lo llevó a una cirugía. Durante su recuperación, iba al gimnasio a ver a sus compañeros. Desde la banca, cerraba los ojos e imaginaba los movimientos. La sensación de la barra fija, tener los pies en el aire.

Esa experiencia, aseguró, lo mantiene con tranquilidad ahora que sus entrenamientos son más ligeros. No hay lugar para albergar a la desesperación.

“Bien se sabe que el músculo tiene memoria”, dijo, “más cuando llevas toda tu vida entrenando. Tú regresas y el músculo se adapta, pero lo que más tarda en adaptarse es tu mente. Eso es el noventa por ciento. Entonces, estoy tratando de mantenerme enfocado”.

A diario, Kevin se levanta temprano y empieza su rutina. Sabe que no puede detenerse porque, cuando se enfría, las viejas lesiones brotan y todo duele. Un café lo despierta. Dedicarle tiempo a la limpieza de la casa, lo despeja.

“Dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Probablemente, regresemos muchísimo mejor, con más ganas de entrenar. Ya salimos de la rutina -yo creo que todos en el mundo- así que volver a la rutina puede ser algo agradable. Quiero regresar en cuanto se pueda, en cuanto haya oportunidad y entrenar con todo. Vamos a replantear, a ver el tiempo que tenemos, todavía tenemos mucho de qué hablar. Pero el objetivo va a ser el mismo: buscar la clasificación olímpica”.

Jennifer: “Las mejores vibras a todos”
Una pesa, ligas para estiramientos y un tapete de yoga. Esos cuatro objetos conforman un gimnasio temporal cuando sólo se tiene una recámara disponible y la disposición de usarlos. Sin embargo, cuando se es una atleta acostumbrada a correr, saltar y lanzar, no resulta fácil en absoluto.

Jennifer Villalobos, paratleta de 19 años, estaba lista para ganar un pase a los Paralímpicos de Tokio. Pero un día antes y con las maletas hechas para viajar a Puebla a obtener la calificación necesaria en el Campeonato Nacional Abierto de Paratletismo, en marzo, el certamen quedó suspendido.

“Fue difícil”, dijo la atleta adaptada, “la noticia fue un día antes de mi primera competencia para los juegos paralímpicos que se iban a celebrar este año. Fue algo fuerte, pero tuvimos que aceptarlo y empezar a trabajar desde casa”.

De acuerdo con la Codeson, la sonorense está situada en el segundo lugar de América y en el décimo del mundo en lanzamiento de jabalina, en la clasificación médica funcional F46 dentro de la categoría de Silla de Ruedas y Amputados. Es de las mejores y merece un espacio para Tokio en 2021, por eso la apoyaron para que su preparación continúe.

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“Ha sido difícil porque los espacios que tengo solamente son mi patio de atrás y mi cuarto, que son el área de entrenamiento actualmente”, narró Jennifer, quien también es estudiante de administración de empresas turísticas, “mi entrenador hizo un plan para adaptarme a lo que tengo, porque mis entrenamientos de lanzamiento de jabalina tuvieron que ser suspendidos, ya que se requiere un lugar más amplio de lo que es mi hogar. Por eso optamos por hacer ejercicios de ligas, para mantener la flexibilidad y, sobre todo, mantener la técnica, que es uno de los factores más importantes para mi deporte”.

Acostumbrada a una vida rápida y sumamente activa, aún con las dificultades que ha vivido en los últimos meses, Jennifer siempre sonríe. Desde la pantalla, resalta la necesidad de ‘echarle ganas’, por eso agradece la motivación incondicional que ha recibido de su entrenador y de su familia.

“Mi entrenador nos mandó nuestro plan de entrenamiento, habló con los que teníamos posibilidades de asistir”, dijo la paratleta, “sí nos ha servido mucho la motivación, que nos dé ánimos: esto pasa por algo y tenemos que echarle muchas ganas y no podemos desistir ahora aunque sea difícil mantenerse desde casa, porque a veces te da flojera y no quieres hacer nada. Pero la disciplina tiene que sobresalir en esto”.

En casa no tiene tiempo de aburrirse. Sus entrenamientos son dos veces al día y, el resto del tiempo, hasta antes de salir de vacaciones, lo usaba para hacer sus tareas en línea. También para apoyar en casa con todo lo necesario para estar bien: limpiar, hacer comida, ayudar a la abuela a quien protege con mucho amor para que esté sana y no se contagie.

“Sé que es difícil mantenernos, no solamente en lo deportivo, sino en cualquier aspecto”, dijo Jennifer, “como seres humanos, creo que debemos de apoyarnos y decirnos, bueno, estamos pasando por una mala situación pero tenemos que dar lo mejor de nosotros para que podamos salir”.

Para Jennifer, los objetivos continúan ahí. Distantes pero posibles.

“Tenemos metas en algún futuro, como yo, que no estoy preparada para una competencia este año, sin embargo, tengo que seguir en preparación porque, si no, me vengo para abajo”, concluyó, “espero que esto sirva de algo -de ayuda y de motivación- saber cómo lo estoy viviendo yo. Les envío las mejores vibras a todos”.

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