Tener una mascota, implica un compromiso de años. Ellos nos dan amor, risas, compañía, son seres vivos que sienten. Tristemente, en muchas ocasiones sus dueños se olvidan de ese compromiso que adquirieron cuando le abrieron las puertas de su casa a esa pequeña bola peluda.
Todos esos sentimientos, recuerdos, vivencias y momentos que nos regalan nuestras mascotas se olvidan cuando llega el verano y con ello las vacaciones, en ese momento ese fiel amigo se convierte en una molestia y surge la pregunta ¿qué hago con el perro?
Esta situación es de sobra conocida por todos y, en un alto porcentaje, ha sido también vivida y gestionada por muchos desalmados que, lejos de pensar en otras opciones, han elegido la vía rápida y triste de abandonar a su suerte a sus mascotas.
Nicolas Amiard es un ilustrador que se sorprendió por la cantidad de abandono animal que hay en Francia; se estima que, alrededor de 100 mil perros y gatos se convierten en vagabundos cada verano en el país y con esta pandemia que estamos viviendo, esa cifra lejos de parar, quizá aumentó por la falsa creencia de que los animales pudieran ser portadores del virus.
La triste realidad, va más allá aún; no todas estas mascotas son entregadas a un refugio por sus dueños que son las más “suerte” corren, la mayoría quedan abandonadas en las calles o incluso son sacrificadas.
Amiard, conmovido por esta situación, creó una serie de ilustraciones llamada “Summer Adventures” para crear conciencia sobre el problema y hacernos pensar dos veces antes de tener la inhumana idea de dejar a nuestro perro en una gasolinera.
Reinterpretando famosos cómics y populares personajes de películas o series de televisión animada, este artista nos pone en la tesitura de cómo sería si Los Simpsons abandonaran a Huesos, si Tintín abandonara a Milú o Ash a Pikachu; cada recreación va acompañada de un título que lanza un mensaje sarcástico y directo.
La clara intención de Nicolas es trasladarnos a nuestra tierna infancia y tocarnos la fibra con todos esos personajes que han protagonizado nuestros sueños de niños, para que en una clara maniobra de manipulación sentimental, se nos golpeé el corazón y la razón.
Proyectos como este tristemente siguen siendo necesarios porque nunca debemos subestimar al egoísmo del “ser humano”.
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