El aplazamiento -a causa del coronavirus- de la cumbre climática mundial (COP26) “no debe implicar ninguna relajación” de los progresos realizados por los países para la defensa del clima, asegura hoy la Ministra española para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera.
“A la luz de los efectos mundiales en curso de COVID-19, ya no es posible celebrar una ambiciosa e inclusiva COP26 en noviembre de 2020”, anunciaron ayer los responsables de la ONU y del Gobierno británico, como representantes de la organización de la próxima cumbre climática mundial del clima prevista en Glasgow.
“No es una buena noticia, aunque si justificada” el aplazamiento de esta cumbre, asegura la Ministra española, para quien trabajar para la concertación de la acción climática internacional es muy importante: el mundo se enfrenta a “un desafío global desconocido, que ahora estamos aprendiendo a enfrentar y resolver”.
En la misma línea, las organizaciones ecologistas en España, y ante la situación tan grave provocada por la pandemia global, han aceptado el aplazamiento de la conferencia mundial del clima hasta 2021, pero sin olvidar los compromisos de los gobiernos de todos los países para abordar la emergencia climática.
La cumbre a celebrar este año en Glasgow tenía el compromiso de asumir prioridades pendientes de apuntalar en la anterior cumbre en Madrid que se celebró “in extremis”, después de que Chile no pudiera acogerla por graves problemas sociales, y donde se reforzó la ambición climática de los países.
A este tipo de cumbres acuden representantes de casi 200 países, además de empresas, administraciones públicas, activistas, científicos, académicos y la sociedad civil en su conjunto, para participar en múltiples actos dentro y fuera de las instalaciones, que congregan durante casi dos semanas a miles de personas, y que, en este caso, agravarían el riesgo de contagio del coronavirus.
Entre las prioridades para la cita de Glasgow estaba la de organizar de forma “oficial” la revisión al alza de las llamadas “contribuciones determinadas a nivel nacional” de los países o NDC, planteadas en el Acuerdo de París, para reducir las emisiones con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono a mitad de siglo.
Asimismo, el desarrollo de la polémica regulación de los mercados de carbono porque, aunque en Madrid se lograron avances, seguía pendiente de resolverse el artículo 6 que se arrastra desde Polonia, aunque en aquella cita, se determinó “el libro de reglas” para impulsar el mayor pacto climático alcanzado hasta ahora por los países: el Acuerdo de París, que entró en vigor este año.
En dicho acuerdo se insta a mantener el aumento la temperatura global del planeta este siglo por debajo de los 2 grados y preferiblemente en umbrales inferiores a 1.5 grados, para evitar un calentamiento excesivo como advierten los científicos del panel sobre Cambio Climático de la ONU.
De acuerdo a las evidencias científicas, las consecuencias de la emergencia climática son claras: fenómenos extremos más frecuentes y severos, en forma de huracanes, tornados, megaincendios, y lluvias torrenciales que cursan a la vez con sequías, y aumento del nivel del mar por el deshielo de los polos, que dificulta la supervivencia de territorios en zonas bajas del planeta.
En una declaración, el vicepresidente ejecutivo de la Unión Europea, Frans Timmermans, ha destacado el fuerte compromiso de la UE para que la COP26 cuando se celebre sea un éxito, y se cumpla “el Acuerdo Verde Europeo, anunciado en diciembre, en interés de la salud de nuestra economía y nuestro pueblo”.
Para el director de Greenpeace España, Mario Rodríguez, en esta crisis sin precedentes y de consecuencias muy dolorosas para la sociedad, es comprensible la decisión de posponer la COP 26, aunque esta decisión “no cambia la obligación” de Europa, y del Gobierno español en cuanto sea viable, de liderar la lucha climática.
Javier Andaluz, representante de Clima y Energía de Ecologistas en Acción, ha exigido que, más allá del aplazamiento, se mantengan las obligaciones previstas para este año, en especial “la presentación de compromisos nacionales aun más ambiciosos bajo el Acuerdo de París”.