La popularidad de Andrés Manuel López Obrador ha sufrido un fuerte descalabro, de acuerdo con el ponderado de seis encuestas que salieron en los últimos cinco días. Se trata de una pérdida de 7 puntos en un mes, y un acumulado de 19 puntos menos entre febrero de 2019 y febrero de 2020, dice el promedio. El Presidente dijo que “vamos bien”, en respuesta a algunas de las encuestas, y citó que todavía tiene una aceptación mayoritaria. Y es cierto. Pero el ritmo de la merma sugiere que si no hace algo pronto perderá esa ventaja que le da seguridad.
Las encuestas citadas por el promedio que hace Oráculus son de los diarios El Financiero y Reforma, de Varela y Asociados, de Demotecnia, de Buendía y Laredo y de Enkoll. En todas cae más o menos con el mismo ritmo.
La última encuesta es de El Financiero. Le da 63 por ciento de aprobación y 34 en contra. La de Reforma lo castiga más: 59 a favor y 35 en contra. Varela y Asociados le da 59 por ciento favorable contra un 38 que desaprueba. Demotecnia habla de 62 por ciento a favor y 29 en contra. Buendía y Laredo dice que el Presidente de México tiene 62 por ciento de su lado mientras que el 28 lo desaprueba, y Enkoll lo pone alto: 67 por ciento en contra y 25 a favor.
De acuerdo con el promedio de encuestas de Oráculus, en febrero de 2019 López Obrador tenía 81 por ciento a favor, y 14 por ciento en contra. Para mayo del año pasado lo aprobaba un 70 por ciento de los mexicanos contra un 24 que estaba en contra; es decir, en 4 meses perdió 11 puntos y los que lo desaprueban subieron diez. Hubo una estabilidad en los siguientes meses pero en noviembre volvió a caer: la aprobación se colocó en 67 por ciento mientras que la desaprobación alcanzó un 28 por ciento.
Pero la peor caída fue entre enero y febrero de este año. En enero 2020 aprobaba su desempeño un 69 por ciento, y estaban en contra un 26 por ciento. En febrero, los que lo aprobaban bajaron hasta 62 por ciento mientras que los inconformes subieron a 32 por ciento.
¿Qué sigue para López Obrador? Difícil saber a partir de las encuestas. Los presidentes mexicanos no tienen patentado su desempeño en popularidad.
Ernesto Zedillo Ponce de León tenía números muy malos y luego tuvo una recuperación fuerte al cerrar su sexenio; en febrero de 1996 tenía 62 por ciento en contra y 40 por ciento a favor: cerró con 67 por ciento a favor y 26 por ciento en contra.
El desencanto por Vicente Fox Quesada se mostró inmediatamente. En enero de 2001 tenía al país en sus manos: 72 por ciento estaban de acuerdo y apenas 15 por ciento en desacuerdo. Para febrero de 2002 (su segundo febrero del sexenio, como AMLO) 41 por ciento lo rechazaba y 50 por ciento lo aceptaba. Cerró con aprobación del 61 por ciento y desaprobación del 31 por ciento.
¿Qué dice López Obrador sobre la caída de su popularidad?
Que a los "conservadores" no los calienta ni el sol ???? pic.twitter.com/vAhZkrogc4
— Ruido en la Red (@RuidoEnLaRed) March 2, 2020
A Felipe Calderón Hinojosa le creció el desencanto y cayó de manera marginal durante su sexenio. En febrero de 2007 tenía 64 por ciento del país a favor y 24 por ciento en contra. Cerró su sexenio con 57 por ciento de aprobación y 40 por ciento de desaprobación, de acuerdo con el promedio de encuestas de Oráculus.
El peor desempeño de todos, sin embargo, fue el de Enrique Peña Nieto. Él y Felipe Calderón fueron los que más gastaron en publicidad para promocionarse: el panista, más de 40 mil millones de pesos; el priista, más de 60 mil millones de pesos. En diciembre de 2012, el ex Gobernador priista del Estado de México tenía una aprobación de 57 por ciento; en diciembre de 2018 lo aprobaba apenas el 20 por ciento de los mexicanos. En diciembre 2012 lo rechazaba un 30 por ciento, para diciembre de 2018 ya era el 75 por ciento de la población. Los números de Peña son inéditos.
La aprobación en el arranque de López Obrador es la mayor de todos los presidentes desde Ernesto Zedillo a la fecha. Pero su caída es sólo comparable con la que tuvo Peña Nieto. Falta tiempo y faltan encuestas. Los presidentes mexicanos no tienen patentado su desempeño en popularidad: casi siempre depende de ellos, y sólo de ellos, cómo evolucionan en la aceptación popular.