Cuando se mencionó en días pasados la posibilidad de poner en una rifa el avión presidencial como una opción para deshacerse de él, hubo una avalancha de reacciones, en especial en las redes sociales.
Los impactos fueron muy variados, desde aquellas personas que pensaban que era una noticia parodia, hasta aquellos que aplaudían esta propuesta como algo inteligente y manifestaban su completo apoyo a una futura implementación.
Vender seis millones de boletos de quinientos pesos es algo posible de lograr, aunque presenta sus retos, pero la principal problemática no sería propiamente esa venta de boletos, sino el hecho de que en la realidad estaríamos hablando de un fraude.
El avión presidencial no es propiedad del gobierno federal, solo lo tienen asignado en arrendamiento financiero forzoso a 15 años, lo que significa que no tienen la facultad para venderlo, solo están pagando renta por él.
Lo que tal vez podría hacerse es encontrar a alguien que los pudiera sustituir en el compromiso financiero, es decir, quien se sacara el avión en la supuesta rifa más bien le entregarían un “tigre” de adeudos, siempre y cuando la empresa Boeing, quien es el fabricante y dueño de la aeronave, estuviera de acuerdo en autorizar la operación.
Los gobernantes en todo el mundo recurren con cierta frecuencia a estrategias de distracción para facilitar su gestión de gobierno, se aseguran de que algún hecho se publicite para atraer la atención del público y hacerlos olvidar algún error cometido, la falta de resultados de una administración y/o el crecimiento del sentimiento de descontento en sus gobernados.
Los romanos le llamaban “pan y circo” a la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, se aseguraban de proveer al pueblo suficiente alimento y entretenimiento, en la confianza de que eso bastaba para mantener a todo mundo contento y al gobernante en turno en el poder.
En nuestro país tenemos infinidad de historias que han servido de “circo” a la población, podemos hablar del chupacabras, los juegos de la selección nacional de futbol durante procesos electorales, las noticias sobre artistas u otros personajes famosos, entre muchas otras situaciones que han servido para distraernos y olvidar en dónde está la pelota.
Las famosas “cajas chinas” facilitan a los gobiernos en turno hacernos voltear hacia otro lado, interesarnos en otro tema, dejar de preocuparnos por algún problema o reducir el enojo por alguna medida, hasta el día de hoy han resultado muy efectivas.
Este tipo de notas parece entrar en esta categoría, debemos recordar que la nueva administración federal ya inició su segundo año de gobierno y cada vez le será más difícil culpar a otros de sus problemas, hasta ahorita el grueso de la población no ha manifestado algún descontento significativo, todo parece marchar bien.
No obstante, cada vez hay más voces, dentro y fuera del país, que ven un desgaste significativo en algunos indicadores, toda administración tiene que enfrentar este tipo de realidades, entre mas tarden en hacerles frente eficazmente y dar la cara, más fuertes pueden ser los impactos negativos de sus decisiones.
Por hablar solo de un tema importante, el tipo de cambio peso dólar se ha mantenido estable mediante el pago de altas tasas de interés a inversionistas, estas tasas no van de acuerdo con el grado de riesgo del país, pero resulta útil mantener el precio, no importando el costo. Nos preocupamos por mantener la fiebre baja, en vez de buscar aliviar la enfermedad
Las redes sociales facilitan el crecimiento de estas cortinas de humo, pero también las hacen cada vez más efímeras, antes podían distraernos por meses, ahora solo lo logran por días, dentro de poco tal vez solo sea posible distraernos por horas o que ya no nos vayamos con la finta.
México es un país complejo y con grandes retos, no basta la capacidad de un hombre o mujer para hacerles frente, se deben de sumar muchas voluntades y capacidades para lograr resultados positivos para la mayoría de la población. Por mas distractores que se nos presenten, tarde o temprano la realidad se terminará imponiendo.
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