Hermosillo, Sonora.- La reciente visita de James Hetfield, líder de Metallica, al sur de Sonora no solo dejó momentos memorables para los fanáticos que lo encontraron en el aeropuerto de Ciudad Obregón, sino que ha encendido un intenso debate en redes sociales sobre la cacería deportiva.
Ante las críticas, los especialistas y fotógrafos de naturaleza que acompañaron al músico han salido a explicar el trasfondo de conservación detrás de esta actividad.
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¿Crueldad o conservación?
Tras difundirse las imágenes de Hetfield en Terranova Ranch, un sector de la audiencia expresó su rechazo a la práctica.
Sin embargo, Gerardo L. Gerardo, fotógrafo encargado de documentar la jornada, y otros especialistas del sector, defendieron la cacería cinegética como una herramienta vital para la supervivencia de las especies en el estado.
“En Sonora, la cacería cinegética responsable es conservación y desarrollo. Cada jornada regulada genera empleo en el medio rural y recursos para el manejo de la fauna”, señaló Gerardo en sus redes sociales.
A través de una serie de mensajes en historias de Instagram, los expertos destacaron puntos clave para entender por qué esta actividad es permitida y regulada:
- Recuperación de especies: Aseguran que gracias a los ranchos cinegéticos, poblaciones de borrego cimarrón, venado Bura y venado cola blanca se han restablecido tras haber estado al borde de la desaparición en Sonora.
- Financiamiento de hábitats: Argumentan que sin la base económica que aporta la cacería deportiva, no habría recursos para proteger los ecosistemas frente al avance de “megaproyectos ecocidas” o la pérdida de hábitat.
- Combate al furtivismo: Los especialistas sostienen que el verdadero enemigo es la caza furtiva (no regulada), y que los ranchos ofrecen un entorno controlado donde el sacrificio de un ejemplar permite la supervivencia de decenas más.
Uno de los mensajes más contundentes publicados por las cuentas de apoyo como @the25frame abordó la ética del consumo humano, comparando la caza deportiva con la industria alimentaria masiva: “Todos los días miles de animales se desviven por el consumo general… pero como no los ven vivos, es muy fácil subirlos al plato”.
Los defensores de la actividad calificaron la cacería responsable como un “mal necesario” ante la realidad actual.
“A mí tampoco me gusta ver a un animal tan precioso morir, pero sé que el sacrificio de uno ayuda a que decenas de otros puedan vivir”, se lee en las declaraciones que acompañan las fotos de Hetfield.
De acuerdo con datos públicos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Recursos Hidráulicos, Pesca y Acuacultura (SAGARHPA), Sonora se consolida como el estado referente en esta actividad a nivel nacional.
Actualmente, la entidad cuenta con mil 847 Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), las cuales abarcan una extensión de casi 8 millones de hectáreas.
Este modelo, regulado por la SEMARNAT, permite que los dueños de los predios se conviertan en los principales guardianes de la fauna, al recibir incentivos económicos directos por su preservación.
Para la temporada 2023-2024, las autoridades estatales proyectaron una derrama económica de entre 50 y 70 millones de dólares, recursos que llegan directamente a las zonas rurales del estado.
Además de la venta de permisos (cintillos), la actividad genera aproximadamente 10 mil empleos, de los cuales cerca de mil 400 son permanentes, beneficiando a guías, rastreadores, cocineros y personal de mantenimiento en municipios que, de otro modo, tendrían pocas alternativas de desarrollo.
Uno de los mayores logros del sistema cinegético en Sonora es la recuperación del Borrego Cimarrón. Tras haber estado en niveles críticos de población hace décadas, los programas de manejo en ranchos y comunidades (como las de la etnia Seri) han permitido un crecimiento sostenido.
En la temporada 2015-2016 se otorgaron 156 cintillos para esta especie, mientras que para la temporada 2022-2023 la cifra aumentó a 282 permisos, lo que demuestra que la población silvestre es lo suficientemente saludable para permitir un aprovechamiento sustentable sin poner en riesgo la continuidad de la especie.


