Por: Axel Rivera
Hermosillo, Sonora.- En el corazón del Centro de Hermosillo, entre las luces de Navidad, los villancicos y las familias que pasean en búsqueda del regalo o el atuendo perfecto, hay una figura que desde hace 14 años forma parte de esta temporada decembrina: el Santa Claus de carne y hueso.

Con su traje rojo, su barba blanca y botas negras, se pasea entre las calles, regala sonrisas, se toma fotografías y se queda grabado en la memoria de los más pequeños, que ansiosos esperan que llegue a sus casas esta Navidad.
Hace 14 años, antes de iniciar esta tradición, como cualquier abuelo orgulloso, llevaba a sus hijos y nietos a pasear. Entonces se encontró a otro Papá Noel, un amigo. Un encuentro casual que cambió su vida para siempre.
“Me invitó y la verdad me gustó. Me gustó la obra de andar divirtiendo niños, que los niños se ilusionen”, recordó con una sonrisa.
Entre una que otra carcajada, admitió que al principio se sintió extraño bajo el famoso traje rojo, no sabía qué hacer, pero poco a poco se adaptó a un par de telas rojas que ahora forman parte él.
Hoy, después de poco más de una década, no solo domina el personaje, lo vive. Además señala que los niños se han vuelto la razón por la que no se ha quitado el traje en todo este tiempo. Señaló que si hay algo que lo motiva a regresar cada diciembre, es la reacción de los más pequeños.
“Cuando se me acerca un niño veo felicidad. Es una ilusión muy grande para ellos”, aseguró muy emocionado.
“Santa sí existe. Santa es una ilusión. Santa es como una luz. Porque donde quiera que vas, vas brillando. Los niños te gritan, te abrazan… y eso no se debe perder”.
El Santa del Centro, un símbolo que ya pertenece a Hermosillo, está ahí todos los días decembrinos: caminando por el centro, saludando, posando para fotos.
Mientras se preparaba para seguir con su camino repartiendo sonrisas, se despide con una invitación: “Aquí estamos en el Centro. Aquí los espero… ¡Feliz Navidad!”.



