El presidente Donald Trump insultó a una periodista que le consultó por su aparición en correos electrónicos relacionados con Jeffrey Epstein, llamándola “cerdita” en un incidente que precedió un cambio de postura respecto a la publicación de archivos del caso.
La confrontación ocurrió cuando la reportera preguntó por posibles vínculos con el financiero convicto, lo que desató una respuesta airada del mandatario. Días antes, Trump había asegurado: “No tengo nada que ver con Jeffrey Epstein. Lo eché de mi club hace muchos años porque pensé que era un pervertido enfermo”.
El presidente desvió de inmediato las acusaciones hacia figuras demócratas, mencionando a Bill Clinton, Larry Summers y Andrew Weissmann como supuestos cómplices del delincuente sexual. También calificó la investigación como “un engaño demócrata” destinado a frenar su agenda política.
La disputa con la prensa anticipó lo que vendría después: una reversión estratégica tras ser advertido por aliados de que no podría impedir la difusión de los archivos en el Congreso. Ante la inminencia de una votación abrumadora en la Cámara de Representantes, Trump optó por respaldar de manera tácita la medida que antes había intentado frenar.
La decisión representó una retirada poco común para el mandatario, quien había presionado sin éxito a legisladores republicanos para abandonar el proyecto. Su frustración se reflejó en ataques contra la representante Marjorie Taylor Greene, a quien tildó de “traidora” por apoyar la divulgación de los documentos.
Ahora, la administración busca reposicionarse impulsando una investigación del Departamento de Justicia sobre los vínculos de Epstein con personalidades demócratas, mientras intenta redirigir la atención hacia su agenda económica.
Sin embargo, analistas advierten que el caso Epstein seguirá siendo un factor de desgaste político, especialmente mientras continúe el escrutinio sobre las relaciones entre el financiero convicto y figuras de alto perfil.



