Hermosillo, Sonora.- A veces los grandes sueños se hornean en silencio, con ingredientes tan simples como el amor por la familia, la necesidad de salir adelante y la curiosidad por aprender.
Así comenzó la historia de Érick Amaya, un chef pastelero hermosillense que hoy es reconocido por su talento en el arte de la repostería escultural, con creaciones que han dado la vuelta al mundo y lo han llevado hasta una producción de Netflix.

Los primeros sabores
Desde muy pequeño, Érick mostró una conexión especial con la cocina. A los 7 años, con la autorización de su mamá, comenzó a preparar huevos y a experimentar con recetas sencillas. En lugar de jugar videojuegos, prefería estar frente a la estufa.
Mi primer pastel lo hice a los 10 años… Era cumpleaños de mi papá, no tenía dinero, le quería hacer algo.
Ese fue el punto de partida. A los 18 años, Érick se mudó a Estados Unidos para estudiar inglés en la Universidad de Missouri durante un año.
Allá volvió a hornear pasteles, esta vez para sus compañeros y maestros, quienes quedaron fascinados con su talento. Al finalizar su estancia, recibió un reconocimiento como “Cake Baker” del campus.

“Me fui un año a estudiar inglés a Estados Unidos. Regresé a Hermosillo y no tenía trabajo, y tenía hambre. Empecé a hacer pastelitos de cajita, los vendía a 80 pesos”, recordó Amaya.
En ese momento, Érick aún no descubría que hacer pasteles era su destino y su vocación.
El regreso y la necesidad como motor

En 2010, ya de vuelta en Hermosillo, sin trabajo y enfrentando dificultades económicas, retomó la pastelería como un recurso para sobrevivir.
Volvió a los pasteles de cajita y comenzó a venderlos a conocidos a precios accesibles. Lo que empezó como una solución económica se transformó pronto en una pasión.
La curiosidad lo llevó a investigar, a experimentar, a mejorar cada técnica y a perfeccionar sus recetas. Erick descubrió que disfrutaba no solo cocinar, sino imaginar, diseñar y construir algo único desde cero.
Llegó un punto en el que me gustaba… empecé a investigar y empecé a experimentar y entonces fue cuando dije: ‘Bueno, si ya me gusta y estoy en cocina, me gusta hacer pasteles, pues los voy a hacer bien’, señaló.
La decisión: ser pastelero de verdad
En 2012, Érick decidió dar el salto: dejar de trabajar con bases prefabricadas y dedicarse profesionalmente a la pastelería.
Empezó a elaborar todo desde cero, perfeccionando recetas y técnicas, sin dejar de aprender.
En los años siguientes, desarrolló su sello característico: los pasteles esculturales, imponentes piezas comestibles con estructuras que desafían la lógica y flores de azúcar que parecen reales.
Inspirado en su gusto por las plantas y las formas orgánicas, encontró en la repostería una forma de expresión artística.
La experiencia y su pasión, lo llevaron a artistas como Carin León y a Netflix
Uno de los momentos clave en la carrera de Érick ocurrió en el cumpleaños número 35 de Carín León, celebrado en San Carlos, Sonora.
El pastel que diseñó fue un encargo especial de su amigo José Figueroa, propietario de JAF Carnicería, quien quiso sorprender al cantante con una pieza única y le pidió a Érick que la realizara.
Leer más: El chef sonorense detrás de los pasteles épicos de Carín León.
Meylin Zúñiga (novia de Carin), le comentó al staff de la organización del evento que el pastel que realizara Erick, estuviera inspirado en ‘Dragon Ball’, una de las series favoritas del intérprete de ‘Primera Cita’.

Así nació un pastel espectacular, en forma de dragón, que pesaba alrededor de 45 a 50 kilogramos y que requirió una base de herrería diseñada por el artista José Flores ‘Cheché‘, quien colabora junto a Erick y su esposo en su propio restaurante y también es uno de los mejores amigos de Carin.
Esta creación fue tan impactante que rápidamente se viralizó y apareció en medios de comunicación de México, Estados Unidos y Sudamérica, por la reacción de Carin León al verlo y el arte realizado por Amaya y su equipo.
Aunque su participación inicial en el cumpleaños 35 de Carín fue con un pastel “secundario” (lo cual generó cierta polémica entre pasteleros locales por su espectacularidad y protagonismo), en 2025 fue el responsable del pastel principal: una pieza que consolidó su lugar como el pastelero de confianza del artista.
En esta ocasión, su pastel incluía caguamas Miller de gelatinas, una hielera, un cartón y un barril.
Una pieza divertida, excéntrica y, como siempre, perfectamente ejecutada por el chef y su equipo; además de trabajar para los últimos dos cumpleaños de Carin, el equipo del artista ha contratado a Amaya en otras ocasiones, entre ellas, para preparar el pastel de cumpleaños de Meylin Zúñiga en noviembre de 2024 (pastel que midió más de 1.70 metros).

También elaboró el de la piñata de Franca, hija de Meylin, y la mesa de postres para el showcase de Carin León a principios de 2025 donde estuvieron presentes artistas nacionales e internacionales y periodistas de espectáculos, quienes degustaron los bocadillos elaborados por el chef.
Netflix y la validación personal
En julio de 2024, Érick participó en el reality show ‘Pasteleros contra el tiempo‘ de Netflix.
Tenía mucho miedo… iba con gente famosa, muy pesada. Pero el haber ido al reality me sirvió para decir: ‘Wey, estás haciendo las cosas bien’.
La historia de Érick Amaya en Netflix no habría comenzado sin su amiga Elda, artista especializada en hiperrealismo, quien fue la primera en detectar la convocatoria del programa Pasteleros contra el tiempo y hacer contacto con la producción.
Aunque Érick admite que antes no era fanático de los realities y se mantenía escéptico del formato, la experiencia en Netflix resultó transformadora.
Fue una vitrina para su creatividad y un recordatorio de su talento, especialmente cuando él y Elda recibieron elogios de los jueces.
Humildad, visión y un futuro dulce
A pesar de los reflectores, Érick se mantiene con los pies en la tierra. Reconoce que su camino ha sido posible gracias a la gente que ha creído en él, y se describe a sí mismo como “un tipo suertudo”. Pero también sabe que la suerte se acompaña de mucho trabajo y disciplina.
Quiero que la gente me conozca porque hago esto… pero quiero que sea una fama justificada, comentó.
Hoy, sigue horneando en Hermosillo, trabajando con nuevos clientes, perfeccionando técnicas y soñando en grande.

Un pastel a la vez
La historia de Érick Amaya es la de un niño curioso que cocinaba en un sartén, la de un joven que cruzó fronteras con su talento sin saberlo, y la de un hombre que encontró su vocación en la mezcla perfecta de arte, azúcar y determinación.
Hoy, sus pasteles no solo decoran mesas de eventos importantes: cuentan su historia. Y lo mejor es que aún hay muchos capítulos por hornear.