¿Y si te dijera que la mayoría de los líderes no lideran? Dirigen. Controlan. Evalúan. Pero liderar, en su forma más profunda, implica algo que incomoda: Cambiar desde adentro.
En pleno 2025, seguimos repitiendo frases vacías sobre “liderazgo transformacional”, “líder coach” y “soft skills”, mientras la realidad dentro de las organizaciones dice otra cosa: el liderazgo efectivo sigue siendo la excepción, no la norma.
Los datos que incomodan
- Según Gallup, solo el 21% de los empleados a nivel global considera que su jefe los motiva de verdad a hacer su mejor trabajo.
- Un estudio de Harvard Business Review reveló que el 58% de los gerentes no ha recibido entrenamiento formal en liderazgo.
- Y lo más fuerte: el 65% de los colaboradores renuncia a su jefe, no a su empleo (Gallup, 2023).
¿Pueden ver el patrón?
Estamos en un sistema donde premiamos resultados, no procesos humanos. Donde se asciende a un gerente por su rendimiento técnico, no por su capacidad de conectar, influir, inspirar o contener.
Algo es claro liderazgo no es un título. Es una práctica incómoda. Por ejemplo ¿Te atreverías a preguntarle a tu equipo: “¿Cómo te he fallado como líder?” Pocos lo hacen. No por falta de interés, sino por miedo al espejo.
Las nuevas generaciones no toleran líderes autoritarios ni pasivo-agresivos. Buscan referentes emocionales, no solo jefes con PowerPoint. Pero el problema no es generacional. El problema es estructural: En muchas organizaciones, liderar de forma empática aún se ve como debilidad.
La paradoja: Los líderes más respetados son vulnerables, la vulnerabilidad genera conexión. Recalcando que esta no es debilidad. En palabras de Brené Brown (investigadora, profesora y autora estadounidense, especializada en valentía, vulnerabilidad, vergüenza y empatía. Su TED Talk “The Power of Vulnerability” es una de las más vistas en la historia (más de 60 millones de reproducciones).
Es la disposición a mostrarse, a tomar riesgos emocionales, a decir “no sé”, “me equivoqué”, “necesito ayuda” o “esto me importa”, aun cuando no haya garantías. “La vulnerabilidad es el lugar de nacimiento de la innovación, la creatividad y el cambio.”
Sin embargo, en el mundo empresarial aún se confunde con “falta de autoridad”. Un estudio de MIT Sloan demostró que los líderes que muestran vulnerabilidad con límites claros, generan un 40% más de confianza sostenida en sus equipos.
Entonces, ¿por qué seguimos pretendiendo que el liderazgo es control, frialdad o estar siempre seguros?
La verdad más incómoda de todas: La mayoría de los líderes evita el cambio que exige liderar mejor, porque implica desaprender poder, reeducar el ego y escuchar más de lo que habla.
El liderazgo no se aprende en PowerPoint, se encarna en la incomodidad diaria de liderar con humanidad.
Ser líder no es una medalla, es una responsabilidad emocional, estratégica y humana. Es tener el coraje de mirar hacia adentro antes de exigir hacia afuera. De cuestionar tus hábitos antes de corregir los de otros. De reconocer que, en la mayoría de los casos, el verdadero cuello de botella en una organización no está en los equipos… está en quien los dirige.