La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reconoció este martes que el gobierno de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, recurrió al endeudamiento para concluir obras emblemáticas de su sexenio, como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
Esta declaración contradice directamente una de las principales promesas de campaña del fundador de la Cuarta Transformación: no aumentar la deuda pública.
Durante su conferencia mañanera, Sheinbaum explicó que el aumento del déficit fiscal en 2024 se debió a la necesidad urgente de concluir estos megaproyectos.
“Por eso aumentó el déficit en 2024. Hay más gasto que recaudación y ese déficit se cubre con deuda. Solo fue para 2024”, afirmó la mandataria, admitiendo así que el gobierno anterior sí recurrió al endeudamiento, a pesar de sus años de discursos en contra de esta práctica.
El gobierno de López Obrador, que en su Plan Nacional de Desarrollo prometió no contratar deuda para financiar el gasto público, dejó un saldo histórico de endeudamiento.
De acuerdo con datos oficiales, la deuda pública total aumentó de 10.4 billones de pesos en 2018 a 17.6 billones en mayo de 2025, lo que representa un incremento del 68%.
Este endeudamiento tiene un impacto directo en los ciudadanos, ya que, según la organización México Evalúa, cada mexicano debe en promedio 131,738 pesos, un 17.5% más que al final del sexenio de Enrique Peña Nieto.
Sheinbaum intentó matizar su declaración, asegurando que las principales obras fueron cerradas por López Obrador. No obstante, reconoció que algunas quedaron incompletas: “Todavía nos quedaron algunas a nosotros, como el Tren Maya de carga”, comentó.
A pesar del endeudamiento, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas enfrentan sobrecostos, retrasos y, en algunos casos, ni siquiera operan a plena capacidad. Por ejemplo, la inversión original del Tren Maya se estimó en 150 mil millones de pesos, pero ya supera los 500 mil millones, con solo un tramo en operación.
En el caso de Dos Bocas, la planta apenas comenzó a operar en agosto de 2024 y lo hizo a la mitad de su capacidad.
La presidenta reiteró que el endeudamiento fue solo para 2024 y que su administración arrancó este año con un plan para reducir el déficit fiscal en al menos dos puntos del PIB.
“Estamos en récord de recaudación y también con mayor austeridad”, aseguró.
Además, destacó que no habrá recortes a sectores como educación o salud, y que los ajustes vendrán del gasto operativo.
Sin embargo, este discurso choca con la aplicación de la “austeridad republicana”, que desde 2018 ha sido una bandera política del gobierno. Según especialistas, esta política ha sido aplicada de manera selectiva y sin una planeación técnica adecuada, lo que pone en duda su eficiencia y sostenibilidad en el largo plazo.
La justificación para adquirir más deuda, según Hacienda, fue la culminación de obras prioritarias.
No obstante, diversos análisis han cuestionado la rentabilidad económica y social de estos proyectos. De acuerdo con México Evalúa, solo el 53% del endeudamiento ejercido en 2024 se destinó a inversión física, mientras que el resto se utilizó para gasto corriente, como salarios, pensiones y operación del gobierno.
Esto contraviene el artículo 73 de la Constitución, que establece que la deuda pública debe ser utilizada exclusivamente para proyectos que generen un incremento en los ingresos públicos.
Desde el inicio de la Cuarta Transformación, López Obrador construyó un discurso centrado en la supuesta irresponsabilidad de los gobiernos “neoliberales”, a quienes acusaba de endeudar al país.
Sin embargo, los datos demuestran que su administración no solo recurrió al endeudamiento, sino que lo hizo en niveles récord.
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Además, el último año de su sexenio coincidió con el proceso electoral federal, lo que ha levantado suspicacias sobre el uso electoral de estos recursos.
A esto se añade que los fondos de estabilización, utilizados como “colchón” financiero, ya están agotados.
El cierre del gobierno de López Obrador y el inicio del sexenio de Sheinbaum dejan en evidencia que, aunque se intentó presentar un cambio de modelo económico, la deuda pública y la falta de transparencia en la gestión de los recursos siguen siendo una realidad para México, lo que representa una pesada carga financiera para las siguientes generaciones.
Con información de PolíticoMX