La presencia de Natanael Cano y Gabito Ballesteros, dos de los exponentes más reconocidos del género de los narcocorridos, fue clave para que el Sohar Fest 2025, que se celebraría en Guadalajara, Jalisco, fuera cancelado. El evento buscaba consolidarse como una nueva propuesta musical en la región, pero su cartel generó polémica desde el anuncio, precisamente por incluir a estos artistas, cuya música ha sido señalada por hacer apología del narcotráfico.
Los organizadores informaron que la cancelación responde a nuevas disposiciones regulatorias que afectan directamente a contenidos musicales como los narcocorridos, impidiendo la presentación de varios de los artistas programados. Sin mencionar de forma explícita las normas aplicadas, señalaron que la decisión se tomó en conjunto con las autoridades estatales.
El anuncio oficial se acompañó de la garantía de reembolsos para quienes compraron entradas a través de la plataforma Boletomóvil. Los asistentes recibirán detalles del proceso de devolución vía correo electrónico o mensajes de texto, y se aseguró que el trámite será transparente y eficiente.

La cancelación del festival ocurre en un momento delicado para Jalisco, donde la violencia relacionada con el crimen organizado ha motivado acciones gubernamentales para restringir espectáculos que puedan promover o normalizar estos actos. Casos recientes como el asesinato de la influencer Valeria Márquez, ataques contra la Fiscalía y operativos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) han reforzado la postura de las autoridades en contra de este tipo de contenidos musicales.
Los narcocorridos, que mezclan ritmos tradicionales con letras que narran actividades del narcotráfico, enfrentan una creciente censura en algunos estados. En Jalisco, existen restricciones explícitas para eventos que incluyan este tipo de canciones. Incluso agrupaciones como Los Alegres del Barranco enfrentan investigaciones por proyectar imágenes de capos del narcotráfico en sus conciertos, y su promotor está bajo indagación.
Aunque en el cartel del Sohar Fest también figuraban artistas como Deorro y Macario Martínez, cuyos géneros musicales no están ligados al crimen organizado, la inclusión de Cano y Ballesteros generó el mayor rechazo entre algunos sectores de la sociedad.

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Con precios que oscilaban entre los mil 490 y 3 mil 990 pesos mexicanos, el festival prometía ser una experiencia innovadora. Sin embargo, para muchos críticos, su propuesta reforzaba la difusión de un tipo de música que contribuye a la glorificación de la violencia, lo que ha abierto un debate sobre los límites de la libertad artística y la responsabilidad social.
El caso del Sohar Fest se suma a otras tragedias y controversias en la escena musical mexicana. En semanas recientes, el festival Axe Ceremonia fue noticia por la muerte de dos fotógrafos, Berenice y Miguel Ángel, tras la caída de una grúa, y el anuncio del Sohar Fest coincidió con el hallazgo de pertenencias en un centro de reclutamiento clandestino en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán.
Con información de Infobae