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martes, mayo 20, 2025

Votar o no votar, el dilema de la elección judicial

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Mucha gente se pregunta si debe ir a votar el próximo 1º de junio en la primera elección de cargos del Poder Judicial. La duda es genuina: ¿por qué votar en un ejercicio en el que es imposible que los electores conozcan a las personas por las que estarán votando?

Pero en la respuesta a esta pregunta también se están formando dos bandos y radicalizando las posiciones en una sociedad previamente polarizada: los que piensan que votar es legitimar una reforma antidemocrática al Poder Judicial, y quienes dicen que votar va a democratizar -al fin- al Poder Judicial.

Entre los que van a votar, hay algunos que creen que es importante participar en cualquier ejercicio democrático y, aunque no tengan claridad sobre las candidaturas ni certeza sobre el proceso, piensan que es su deber cívico ir a votar cada que la autoridad electoral convoca a la ciudadanía.

Irán con un montón de dudas en la cabeza, con una pinza en la nariz, a regañadientes, o por simple curiosidad, pero irán.

Los seguidores más leales de la llamada “cuarta transformación”, el régimen y sus voceros, defienden la elección judicial como un ejercicio inédito de democracia, en el que por primera vez en la historia de la humanidad “un pueblo votará para elegir a sus jueces”.

Irán entusiasmados a votar, aunque tampoco sepan bien a bien quiénes son esos más de cien nombres entre los que deberán escoger.

Y luego están los extremos

En un extremo, están las personas que serán movilizadas por operadores políticos de Morena para acudir a las casillas, con acordeón en mano y la esperanza de que ese voto les garantice seguir recibiendo los programas sociales.

En el otro extremo, personajes radicales como el expresidente Vicente Fox y el empresario Ricardo Salinas Pliego, que no sólo están llamando a no votar, sino a manifestarse ese domingo en contra de la elección judicial, en marchas y concentraciones.

Piensan que la mejor manera de defender a la democracia es boicotear la elección concebida por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, procesada legalmente por las mayorías de Morena y aliados en el Congreso, defendida por la presidenta Claudia Sheinbaum, e instrumentada por un Instituto Nacional Electoral que ha sido puesto contra las cuerdas.

El INE de Guadalupe Taddei tiene el mandato de organizar los comicios a nivel federal, y acompañar las elecciones locales en 19 entidades; lo está haciendo sin tiempo ni recursos suficientes, e improvisando acuerdos para llenar los vacíos que dejó una legislación imperfecta.

Otros críticos de la elección judicial son antiguos defensores de la democracia, promotores de la llamada “marea rosa” que se movilizó en defensa del INE y en contra de los intentos de reforma electoral en 2022 y 2023, así como exfuncionarios electorales.

Los expresidentes del instituto, José Woldenberg, Luis Carlos Ugalde y Lorenzo Córdova, han manifestado que esta elección es una “pésima idea”, una trampa en la que el voto “destruye la naturaleza del Poder Judicial” o, simple y llanamente, “una farsa”.

Por otro lado, juristas y personas estudiosas del Poder Judicial han advertido que esta elección provocará tal daño, que es mejor no votar. Uno de ellos es Tito Garza Onofre, que en un artículo reciente en Nexos enumeró diez razones para no votar.

Es cierto que los más críticos del actual régimen son quienes sostienen que “ni locos” participarán en “esta farsa”. Es cierto que mientras más antilopezobradoristas sean, más firme es su postura en contra de la elección judicial.

Pero también es cierto que el rechazo a la elección no sólo es producto de ese impulso “anti-Peje”.

No es buena señal que algunos de los principales defensores y promotores del sistema electoral mexicano hoy se sientan anticipadamente defraudados, y adviertan que acudir a las urnas puede terminar legitimando la destrucción de la democracia.

Entonces, ¿hay que votar, o no?

Lo cierto es que la elección va a ocurrir, se quiera o no.

Y, participen muchos o pocos, los resultados serán legales y van a determinar quién ocupará 881 cargos del Poder Judicial federal y mil 800 cargos de los poderes judiciales en 19 entidades.

Ante la pregunta, que también se hace mucha gente, de si se necesita un mínimo de participación para que esta elección cuente, la respuesta es simple: no.

Es decir, aunque vote menos del 10 por ciento del padrón electoral, 20, 30, 50 por ciento, o aunque vayan menos de un millón de personas a las urnas, los resultados serán válidos.

Y es que sólo en los ejercicios de participación ciudadana, como la Consulta Popular o la Revocación de Mandato, la ley exige un mínimo de 40 por ciento de participación para que sus resultados sean vinculantes.

O sea, la elección va a contar, participes o no.

En lo personal, pienso votar por algunas candidaturas a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (seguramente no voy a llenar los nueve recuadros), por dos personas en la elección de Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y por cinco en la Sala Regional del Tribunal Electoral que corresponde a la circunscripción en la que vivo.

Iré preparado para emitir un voto lo más razonado posible en la boleta verde, que corresponde al Tribunal de Disciplina Judicial, donde se elegirá a cinco personas.

Pero no pienso votar en el resto de las elecciones: ni por magistrados de Tribunal de Circuito ni por Juzgado de Distrito. Mucho menos por los cargos de la elección judicial de la Ciudad de México, para la que me serán entregadas otras tres boletas.

No participaré en cinco de las nueve elecciones en las que me correspondería emitir un sufragio, porque me parece irresponsable emitir votos a ciegas, sin conocer a las personas que están en esas boletas.

Además, creo en el servicio civil de carrera y pienso que elegir a funcionarios del Poder Judicial en esos niveles es una pésima idea que no va a arreglar el grave problema de acceso a la justicia que tenemos en México. Es más, pienso que esta elección va a agravar ese problema.

Iré a las urnas, pero no usaré todas las boletas que me serán entregadas.

Postdata: este texto no pretende decirle a nadie qué hacer el próximo 1º de junio. Simplemente responde a una pregunta que muchos amigos, conocidos, compañeros de trabajo, colegas, lectores y alumnos me han hecho. Espero que cada quien tome su propia decisión, con responsabilidad y con argumentos. Nos quedan 15 días para pensarlo.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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