El liderazgo efectivo es esencial para guiar equipos, fomentar la innovación y lograr los objetivos de una organización. Sin embargo, hay una serie de prácticas y hábitos, usos que, lejos de fortalecer el liderazgo, lo debilitan y dan un golpe a la credibilidad de la de quién debería ofrecerla. A demás las mismas pueden generar a un entorno laboral hostil y poco productivo.
Por ello identificar y evitar estos comportamientos es vital para cualquier líder que desee tener un impacto positivo, así que los desglosaremos:
1.- Falta de autoconocimiento
Un líder que no se conoce a sí mismo es incapaz de reconocer sus fortalezas y debilidades. El autoconocimiento es la base sobre la cual se construye un liderazgo sólido. Ignorar las propias limitaciones y no buscar el desarrollo personal y profesional crea una desconexión entre el líder y su equipo, dificultando la capacidad para tomar decisiones acertadas, manejar el estrés y generar confianza.
2.- Comunicarse de manera deficiente
El problema más común en comunicación es que se asume información y conocimiento, y el que asume se equivoca, es por ello que debemos pecar de explícitos, la comunicación debe ser clara, asertiva y sobre todo constante. Quienes no comunican expectativas, metas o no retroalimentan de manera efectiva gráfica, audiovisual y verbalmente generan incertidumbre en sus equipos.
Además, la comunicación unidireccional también puede resultar en desmotivación y falta de compromiso. Un líder que habla pero que no sabe escuchar a su equipo pierde oportunidades valiosas de mejora y no fomenta un entorno colaborativo.
3.- Microgestión
El deseo de controlar todos los aspectos del trabajo puede resultar en una práctica destructiva para el liderazgo: La microgestión. Esta actitud no solo agota la confianza del equipo, sino que también impide la autonomía y la creatividad. Los miembros del equipo sienten que no se les confía la capacidad de tomar decisiones, lo que afecta su motivación y desempeño. Un líder debe delegar de manera adecuada, proporcionando las herramientas necesarias, pero confiando en que los miembros de su equipo son capaces de realizar sus tareas.
4.- Falta de coherencia entre palabras y acciones
¿Hay algo más magnético que la coherencia? Quién no actúa de acuerdo con lo que predica pierde credibilidad. La falta de coherencia entre lo que un líder dice y lo que hace genera desconfianza. Los equipos esperan que sus líderes sean ejemplos a seguir, por lo que cualquier incoherencia entre sus palabras y acciones puede debilitar su autoridad e imagen.
5.- No dar retroalimentación o hacerlo de manera negativa
La retroalimentación constructiva es una herramienta clave para el crecimiento y la mejora de cualquier equipo. Los líderes que evitan dar retroalimentación o que no lo hacen de manera rutinaria y estructurada están limitando el desarrollo de su equipo.
Esta debe ser específica, clara y, sobre todo, orientada al crecimiento y no al castigo. Y adicionalmente también debe ser en dos vías, del líder hacía el colaborador y viceversa, para que este sea un ejercicio nutrido y de utilidad para ambas partes.
6.- No reconocer los logros del equipo
El reconocimiento es un motor clave de la motivación. Cuando un líder no celebra los logros, grandes o pequeños de su equipo, está perdiendo la oportunidad de fortalecer el sentido de pertenencia y la moral colectiva. La falta de agradecimiento o reconocimiento crea un ambiente en el que los miembros del equipo sienten que su esfuerzo no es valorado.
Y algo que debe enfatizarse es que las palabras, aunque son bien recibidas, no son suficientes para reconocer, busquemos crear programas, ceremonias o diplomas físicos, algo tangible y digno de fotografiarse.
7.- Ignorar el bienestar del equipo
Un líder que no se preocupa por el bienestar emocional y profesional de su equipo no crea vínculos sólidos, por el contrario, está sembrando semillas de un ambiente tóxico. Un buen líder debe ser consciente de las necesidades emocionales y psicológicas de su equipo, promoviendo un entorno de apoyo y bienestar.
Sin que se mal entienda, el interés en estos temas no significa flexibilidad o condescendencia extrema, significa que se busca el equilibrio entre firmeza y empatía.
8.- Evitar tomar decisiones difíciles
Ser líder también implica tomar decisiones complicadas, que a menudo no son populares. Los líderes que evitan enfrentar situaciones difíciles, ya sea por miedo a la desaprobación o por falta de determinación, cavan un pozo donde depositan su capacidad de tomar acción. La indecisión puede crear inseguridad en el equipo y escenarios turbulentos que pueden entorpecer el progreso hacia los objetivos.
9.- No fomentar el desarrollo de los demás
Un líder que no invierte en el desarrollo de sus colaboradores está limitando su crecimiento y el de la organización. El estancamiento profesional y la falta de oportunidades de aprendizaje pueden resultar en un equipo desmotivado, conformista y sin aspiraciones. Un buen líder promueve la capacitación continua y la evolución de los miembros de su equipo, proporcionándoles las herramientas y el apoyo necesario para crecer dentro y fuera de la organización.
Lograr un buen liderazgo es una tarea titánica. Es un trabajo que se construye con disciplina, reflexión constante y compromiso con el crecimiento personal y colectivo y con el deseo de servir y guiar a otros, las prácticas que debilitan el liderazgo no solo afectan al líder, sino que repercuten directamente en la salud organizacional.
Ser consciente de estos errores comunes y trabajar activamente para evitarlos puede marcar la diferencia entre un liderazgo exitoso y uno que se va erosionado con el tiempo.