El título del trabajo de hoy pretende interpretar la realidad ante los hechos que nos impactan y que involucran a menores de edad en increíbles actos criminales. Ángeles y Demonios es el título de una película basada libremente en la novela homónima de Dan Brown, publicada en el año 2000.
Es la secuela de la película El código Da Vinci (2006), también dirigida por Ron Howard, y forma parte de la serie fílmica centrada en el personaje del profesor Robert Langdon, interpretado por el gran Tom Hanks.
El fenómeno de la violencia, incluso violencia letal, como los tiroteos en escuelas en Estados Unidos, el menudeo de drogas y hasta secuestros, es un tema complejo y trágico que ha generado preocupación y análisis en todo el mundo y que de alguna forma comienza a dar señales de alerta en nuestro país. Este problema no tiene una sola causa, sino que es el resultado de una combinación de factores sociales, culturales, psicológicos y también políticos.
Según algunos autores, el ser humano de este tiempo ha desarrollado una serie de necesidades por encima hasta de las más básicas que, en la actualidad, parecen hacer la sensación de felicidad inalcanzable.
La necesidad de reconocimiento, de realización y hasta la de afiliación resultan imposibles ante un mundo donde, incluso un teléfono inteligente, es una prioridad, y mucho menos hablar del internet, que rige todas y cada una de nuestras acciones y por ello el uso de armas, la publicidad de los actores de la delincuencia y la asociación a bandas y carteles del narco, resultan tan atractivos.
Este es el dilema frente al cual se ubica la humanidad completa y es innegable que la esfera vive un acelere en su cualidad de transformación, que pone a las generaciones más jóvenes frente un cada vez más aterrador “desafío social”.
En la silla de los acusados, como en todo en este globo, las instituciones de gobierno se encuentran en el tope de la responsabilidad por la actividad delictiva. Estas instituciones apuntan hacia actos de corrupción, el uso inapropiado de recursos o la probada colusión con el crimen organizado. Pero quizás lo más difícil de aceptar es la invisibilidad de los factores que están provocando una ansiedad desbordada en las nuevas generaciones, que se manifiesta en una sensación de poder, de venganza y, sobre todo, en la necesidad de vencer el sentimiento de desamparo.
La verdad es que la película Ángeles y Demonios poco habla de este tema, pero sí aborda la actitud defraudadora de instituciones que se supone están comprometidas con la procuración del bienestar entre los seres humanos, y que, por el contrario, son nidos de complicidad y promotores de la ambición desmedida, incluso por encima de la vida misma de las personas.
Quizás lo más valioso de la película, protagonizada por Tom Hanks, es el momento en que la trama termina y la relación de algunos líderes de la iglesia queda descubierta a los ojos de un escritor famoso. La sabiduría del nuevo líder de la iglesia se manifiesta en el sentir del escritor y le dice: “Y cuando escribas de nosotros, porque escribirás de nosotros, ¿puedo pedirte una cosa? Hazlo con delicadeza.
“La religión ha fallado, pero solo porque los hombres han fallado.”
Desde el principio, la creación de símbolos de poder ha sido la habilidad del ser humano para sobrevivir a su tendencia destructiva, pero no ha logrado proteger a las fortalezas institucionales de su propia naturaleza.
Muy pronto comenzará un nuevo año, y tal vez uno de nuestros propósitos deba ser enseñar a los jóvenes a protegerse, pero de ellos mismos. Pensemos en cómo, en este cierre de año.