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martes, diciembre 17, 2024

‘La Sustancia’ EXISTE

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Un caso de la vida real en forma de película de arte y body horror  

Y este año la película favorita a arrasar con todos los premios y nominaciones en las categorías más importantes, de la academia y la crítica especializada, sin dejar de lado su éxito en taquilla, es sin lugar a dudas La Sustancia.

Definitivamente estamos ante algo sin precedentes en la era comercial de la pantalla grande: un híbrido entre el cine de arte, el género del horror, de bajo presupuesto y con tema feminista, logró lo que ninguna otra película antes con alguna de esas características: un triunfo tal que ha maravillado tanto a espectadores, como especialistas a nivel mundial.

Y esa es una muy agradable sorpresa, -que las masas discutan y vayan a las pantallas de cine –, post pandemia y todo-, a ver una historia de terror corporal, con perspectiva de género, protagonizada, escrita y dirigida por mujeres, en una crítica directa al mundo del espectáculo.

En las recién anunciadas nominaciones a los premios Globos de Oro en Estados Unidos, compite por los reconocimientos principales: mejores actuaciones, película, guion y dirección. Algo para nada sorprendente ya que la calidad de este largometraje no está en tela de duda.

Y es que si algo no podemos negar es que, la calificada por muchos, como la mejor película del año, La sustancia (The Substance, Fargeat Coralie) causó conmoción desde su estreno, por su fuerte y polémico mensaje.

Quienes ya vimos la película podemos estar de acuerdo en que es una obra memorable, más allá de si es del gusto o no del espectador. Con un tema en sí ya controversial, resalta aún más la manera en que la guionista y directora francesa decide llevarlo a la pantalla.

Se trata de una narrativa violenta envuelta en una estética impecable. Cuadros que llaman al imaginario del horror clásico desde Hitchkock y Kubrick, hasta el contemporáneo de culto de Cronenberg (referencias directas a Psicosis, Hitchkock 1960, The Shinning, Kubrick S. 1980 y Videodrome, Cronenbert D. 1983). Con escenas explícitas bien aprendidas del body horror de Cronenberg (La Mosca, Cronenberg 1986), plagada de laceraciones, mucha sangre, golpes, más sangre y un desarrollo de personaje literalmente poético monstruoso ´Lynchiano´ (The elephant man, D. Lynch 1980).

Está contada en una denotación de cuadros en reminiscencia directa a muchos otros clásicos, también de culto y otros más comerciales, incrustados en la cosmovisión de la cultura pop, no sólo por el horror (Carrie, De Palma 1976), sino también de acción y por la belleza de sus tomas (Pulp Fiction, Tarantino 1994, Belleza Americana, Mendes 1999).

Y es que The substance (2024) desde que vio la luz en mayo, en el reconocido festival de Cannes, logró inmediatamente estar en la boca de todos, debido al impacto que genera; es una de esas películas de las que no puedes salir indiferente de la sala de cine. Tiene la capacidad de provocar un tumulto de sensaciones y emotividades.

Incluso suena injusto clasificarla como unicamente en el genero del terror o el horror corporal -body horror-, porque juega con distintos tonos de humor y va en un ritmo constante en el que baila entre la comedia negra, el suspenso, ese body horror, lo absurdo caricaturesco y hasta el surrealismo fantástico.

La película sigue a Elisabeth Sparks, una ex actriz venida a menos y que hoy en día se dedica a ser presentadora de un programa de ejercicios. Interpretada por una maravillosa Demi Moore, este papel es un homenaje directo a la mítica/reconocida actriz Jane Fonda, quien de haber sido de las más solicitadas en su época, durante su transición de estrella popular de la gran pantalla a sus años de madurez, -y al no ser ya tan requerida en el medio-, se dedico a hacer videos de ejercicios.

Esta historia se desarrolla en la ciudad de Los Angeles, cuna de los sueños hollywodenses de fama, fortuna y juventud eterna. Desde el inicio de la trama seguimos a Sparks, en un día de trabajo y somos testigos de como la alcanza el techo de cristal al ser desechada por la industria sin mayor remordimiento: es despedida sin más explicación por un ejecutivo de manera brutal. ¿La razón? Cumplir cincuenta años.

Con elementos mínimos pero puntuales, Fargeat representa a esta voraz y tirana sociedad de consumo a través del jefe de Sparks, llamado Harvey – llevado a la pantalla por el actor Deniss Quad de una manera magnífica soberbia-, en un tono ofensivo y magistral que le ha ganado el título del villano de villanos y, en la opinión de una servidora, es el verdadero horror de la película.

Y por si queda duda de que Quaid es lo más terrorífico de la substancia, no es para nada coincidencia que comparta nombre de pila con el infame ex productor hollywoodense H. Weisntein. Además de que cada acercamiento de cámara de parte de la dirección, -claramente todos y cada uno de estos encuadres están diseñados para producir una sensación de invasión-, evidencian la intención de sus gesticulaciones; provocar una reacción de incomodidad instintiva, por quien al mismo tiempo es el encargado de decidir el destino de la mujer en el ámbito laboral, social y personal. En el caso de la película, es quien tiene el poder de decidir el futuro de la protagonista.

El personaje de Harvey es deliberadamente chirriante y desagradable. Literalmente en una de las tomas incluso, es un completo y total ´asshole´ (un cuadro en acercamiento extremo a la boca de Quaid explícito mientras expulsa el humo de cigarro).

Y aún con todo esto, además de tener una edad mayor o igual a la de Sparks, la despide en una escena donde los sonidos saturados y las tomas de repetidos extreme close ups, provocan un estado de repulsión por la falta de conciencia en sí mismo, al devorar todo a su paso de una manera grotesca y obscena.

Ese estado en el que vivimos las mujeres día a día como fuerza de trabajo; dirigido por hombres que juzgan y se dan el derecho de calificar a una subordinada y su perfil, desde lo que pudiera suponerse como el requisito de – buena presentación -, es decir, mide una cualidad desde lo – ´placentero visual´-.

De preferencia en edad joven – es decir considerada productiva-, se nos pregunta información de índole personal en cualquier entrevista de trabajo, – situación sentimental, planes a futuro, de familia-, para ser considerada – organizada y con disponibilidad -, o mejor dicho, ´disponible y presente´, sin vida de ocio o compromisos más apremiantes, que supongan distracciones.

No lo digo yo, lo dice la Conapred.
Fuente: https://www.conapred.org.mx/074-el-ambito-laboral-donde-mas-se-discrimina-a-las-mujeres

Porque nada resulta menos deseable-preferible que una mujer comprometida con su propia vida, que no tiene tiempo -ni le interesa-, lucir lista y dispuesta al momento; una trabajadora fuera de línea, con visible necesidad de descansar, que se vea y note humana, la dejan de mala impresión, poco profesional e irritante al humor y a la vista (Discriminación laboral que sufren las mujeres, consulta diciembre 2022, Conapred ).

En su obra, la directora hace muestra con todo el descaro de una sátira, como el valor de la mujer se deposita, no solo principalmente, sino única y solamente en su juventud y la belleza de su cuerpo, más en estos tiempos que nunca antes.

Pero en la realidad, la ironía es que no se trata de una sátira llevada al cine, es lo que vivimos diariamente. Como se atribuye y descalifica a las mujeres a partir de algo tan subjetivo como los modelos de lo considerado como hermoso o atrayente. Esta ponderación, acompañada de un número, define a partir de cuando se considera a una mujer como joven, de manera totalmente arbitraria y absurda.

La mujer es joven de los cincuenta años para abajo?, ó de los cuarenta años para abajo? de los treinta años para abajo? entre los dieciocho y los veinticinco años?…

Y así podemos continuar bajando y delimitando esas medidas de la juventud y la estética, que si bien podemos decir todos nos identificamos con las críticas y las comparaciones: con los efectos de pantalla en el celular, alisamiento de imperfecciones y más y más mejoras al aspecto de nuestros rostros y figuras en las redes sociales.

Esta presión sobre corregir la armonía corporal y mantenerte en cierta edad visual, va dirigida en una coacción violenta y apabullante hacia las mujeres. Constantemente se nos recomiendan filtros para afinación de facciones, respingamiento de nariz, maquillaje, reducción de medidas, voluptuosidad de talla en busto, cadera, aclaramiento de piel, cambio de color de ojos y un sin fin de posibilidades para al final no reconocernos ni a nosotras mismas.

Hacemos todos estos ajustes en fotos y videos, en un implícito por mostrar nuestro ´mejor ser´, y todo esto diseñado para demostrar que siempre hay algo que corregir en nuestro físico. Esa realidad es la que da pie a la premisa de la película: a la protagonista se le promete que a través de un medicamento nuevo, experimental y casi mágico, puede crear una nueva versión de ella, más joven y más hermosa… atributos que hacen a esta versión “superior” y por lo tanto merecedora de reconocimiento por todos a su alrededor.

En un ejercicio de dicotomía constante, el filme pone al espectador frente a la subsistencia donde se encuentran todas las mujeres del mundo desde su infancia: al terminar la edad fértil, termina su vida productiva. Como si la menstruación fuera sinónimo a ciclo vital/productivo; desde esa creencia de que la mujer sólo lo es por el hecho de gestar y no por su capacidad de aportar a la vida social, económica, educativa, cultural y estructura ciudadana de las culturas (Forbes edición en línea, Diciembre 2024).

Casi como si al llegar la menopausia la mujer se convirtiera en una anciana inmediata – una vieja, arcaica, matusalena, vetusta, anticuada y negada de cualquier utilidad y aporte/valor-. Así sin más que dar, debe resignarse a quedarse rezagada, sin aspiraciones, deseos y sin mayor propósito.

Pero esto es, ¿según quién y en dónde dice?

A los cincuenta se detiene: La vejez en la mujer como un genero de horror

Y es que el tema de que una mujer deja de ser deseable a partir de que entra en la etapa del ´cambio de vida´ no es ninguna novedad, sino por el contrario. En el cine directamente hay ejemplos claros desde los años cincuenta, de que además de lo sobre natural, hay un terror mayor en la humanidad; y no se trata de zombies, vampiros, hombres lobo, invasores de cuerpos o alienígenas…, sino otro miedo más cercano e inminente: el miedo a una mujer de la tercera edad, una adulta mayor, una vieja.

La imagen de una anciana que asedia o causa pánico en las películas, es una iconografía muy repetida para generar esa atmósfera de terror en las películas del genero, específicamente el ´hagsploitation´.

El ´hag horror´o ´hagsploitation´es una sub categoría del genero, donde toda la acción de temor se deposita en esa postal de una mujer envejecida aterrorizando a los protagonistas. Tenemos por ejemplo a la mamá de Jason en Viernes 13, la mujer anciana en el baño de El resplandor, el cadáver de la madre de Norman Bates en Psicosis, el personaje Pearl en X, la vecina de edad mayor en el Bebé de Rosemary…

Fotorama de la película The Nanny (1962). En la imagen la villana interpretada por Bette Davis como la Phsyco Biddie de la trama o Grande Dame Guignol. El termino biddy viene de los años veinte de la practica de contratar a mujeres mayores para servicios de cuidado durante el día, se les conocía como biddie o biddy.

Pero esta imagen de la ´pshyco biddy´ – como se le llama en inglés también al hag explotation y más coloquialmente a la villana de este subgenero -, una mujer anciana que va perdiendo su lucidez hasta volverse violenta. Enloquecida por una vida que solamente le ofrece trabajar de cuidadora, bajo el servicio de otros. Es el mayor de los temores, ahora para las mujeres, llegar a ser vistas como una hag/vieja- loca/pshyco (¿les suena familiar?).

Porque el personaje de la envejecida siniestra y detestable, es sin duda un tema de genero, desde el momento en que el papel de esta antagonista tan vil esta representado sola y unicamente por mujeres.

Claro que la representación de la “hag” o “vieja bruja” como símbolo de maldad y terror sirve para transmitir múltiples alegorías en este genero, como el papel de la madre castradora, bruja de la cuadra, y más reciente aparece en la película de horror corporal que da tema a esta columna: La Sustancia.


Mia Goth caracterizada como la asesina serial Pearl. Película X, 2022.

Todo bajo el lente sobre la cultura que vivimos actualmente del anti envejecimiento. No hay alguien que no este al tanto o desconozca el sin fin de procedimientos en la medicina estética que ayudan a aminorar, retrasar, desvanecer el paso del tiempo sobre el cuerpo de las mujeres principalmente.

La versión de ti más joven y bella, te odia

El personaje de Moore en la película, tiene esa aspiración ideal de hermosura y lozanía eterna e imposible. Pero insiste bajo medidas desesperadas, en perseguir ese objetivo para recuperar y/o volver a vivir sus años de gloria, cuando era admirada, reconocida y sobre todo aceptada por esa industria que ahora la desecha como un producto que ya no le sirve.

Entonces, ¿qué harías si de manera oportuna se te presenta la alternativa de usar una droga, a manera de suscripción, que crea una versión mejorada, rejuvenecida y totalmente independiente de ti?, pero al mismo tiempo se te recuerda que ambas partes son una, de sí misma (sea lo que fuera que eso significare ¿?).

Esta versión más nueva y mejorada de More en la trama, es interpretada por Margaret Qualley, que sin duda se desambigua de el supuesto anterior al tomar comportamientos derivados de una premura inmadurez, con todos los beneficios de saber lo que le espera ante la seguridad de la experiencia de su otra mitad.

Pero esta parte detesta a la otra, y viceversa. De inmediato se aprovecha de las circunstancias, las maneja a su favor, en una sed por no abandonar los bines que su apariencia joven y seductora le otorgan, a la vez que se llena más de resentimientos hacia su creadora y de la misma forma su creadora hacia su creación.

Más pese a todo esto, la parte infeliz de Elisabeth deja que su otra parte, la inconsciente y egoísta Sue (Qualley) abuse de ella por el mismo odio que se autogenera. Una consecuencia que traduce esa autoflagelación a los múltiples procedimientos a los que nos podemos someter, -cortar, estirar, jalar piel, cansarnos, sudar, privarnos de placeres del gusto al paladar, atarearnos en rutinas de ejercicio exhaustivas-, siempre en la última tendencia para perseguir una meta que ni quienes la promueven la poseen en primera instancia.

Figura 1: Margaret Qualley (La Sustancia 2024) su personificación es una imagen que alude a Barbie. Para lograr tal estética el maquillista fránces Perre Olivier Persin se encargo de diseñar prostéticos especiales para la actriz.
Margaret Qualley como Sue en la película La Sustancia (Fargeat 2024).

Y es que este odio va más allá del descontento al reflejo y figura. Viene de un lugar interiorizado de utopía inalcanzable que jamás será suficiente, en un mundo que socializa y normaliza la intervención estética, con sus costos monetarios y punitivos de recuperación, inyecciones, implantes, aplicaciones, rellenos, montones de maquillaje, cremas, sueros, tónicos, limpiadores especiales, geles, cepillos, esponjas, tratamientos corporales, cirugías mayores, ambulatorias, mantenimiento y todo para postergar un poco más ese proceso inevitable del organismo: volvernos (o vernos) viejos.

En aras de ser nuestra mejor versión, llegar a los cuarenta luciendo de treinta o de treinta sin abandonar los veinte, es una carrera perdida antes de comenzar ante lo inevitable. El tiempo avanza y los años se cumplen. Esa insistencia en mantener el físico estático en el tiempo, inamovible y perene es parte de las campañas anti envejecimiento, combate los signos de la edad y mejorar la salud de la piel y la apariencia, como si el paso de los años sobre el cuerpo evidenciara enfermedad o un cuerpo tonificado, delgado, cuidado bajo una estética que pretende simular menor edad de la que cuenta, fuera síntoma de buena salud. Esta es la creencia, pero la verdad es otra.

Saludable no es sinónimo de figura esbelta. Muchos de los esfuerzos para mantenerse en cierta talla o cierta silueta conllevan a problemas cardíacos, lesiones en las articulaciones, y un sin numero de trastornos alimenticios y de auto percepción (Dismorfia corporal).

Si nos basamos constantemente en las comparaciones de las expectativas que muestran las redes sociales como Instagram y TikTok nunca terminaremos ese trabajo en progreso de lograr un deseo imposible hasta para quienes lo proyectan – ni las modelos o estrellas de la pantalla se parecen a sus imágenes y videos retocados para su exposición y reproducción-.

La película tiene una banda sonora magnifica, estridente y llamativa junto con una fotografía y tomas impecables de una armonía exquisita, en una paleta de colores muy al estilo kubrickiano modernista que hace sentir al público una sensación anacrónica atemporal, con unos efectos especiales maravillosos, pero que al mismo tiempo, en la personalidad superflua de los personajes, no permiten que la audiencia se olvide de que se trata de un cuento de Hollywood.

Y entre esos factores esta Sue, la otra parte de Demi, donde Qualley brilla como ese brío sediento y lleno de ambición por demostrar que tiene al mundo en la palma de su mano y nada la detiene.

La co protagonista de More lleva al máximo todo el fervor y agresividad que Elisabeth lleva dentro, como contraste de lo que proyecta por fuera. Sparks es sobria y moderada, mientras que su otro yo más joven cuenta con todo el ímpetu y la energía de lo nuevo, imparable, fuerte, se devora todo a su paso, y se averguenza y aborrece a su predecesora, sin compasión, la odia por su humanidad, por verse frágil.

Aún cuando ésta le muestra algo de consideración y ternura, hace dote de toda su insensibilidad y la juzga con dureza, tal como nosotros nos juzgamos a nosotros mismos.

¿Es ‘La Sustancia’ la historia de Demi Moore?

Sí, la trama de la Sustancia esta basada en el caso de la carrera de Demi More. No porque así lo haya declarado la directora ni mucho menos, sino simplemente por el hecho de que es una actriz en la industria, y como todas, es testimonio del ambiente y las circunstancias.

La misma Fargaet en una entrevista declaró que escribió el guión de la sustancia como su manera de decir basta! A toda esa violencia corporativa sobre el límite a las mujeres para ser consideradas tal o cual, más allá de lo que en si mismas decidan considerarse.

La substancia nace de la pluma de la directora francesa, después de vivir en Los Angeles algunos meses y experimentar ella misma la ansiedad por perder vigencia en la industria de Hollywood, al llegar a los cincuenta años; ese miedo por no verse productiva, con agudez mental y ya muy avanzada en edad para considerarla seria y propia de seguir experimentando otras facetas.


Figura 2: Demi More brilla como Elisabeth Sparks en La Sustancia (Fargeat 2024)

El basta de la directora también lo refleja al contratar a Demi More, una actriz mayor que la protagonista de su cinta, y que, como el personaje que interpreta, ya paso por sus años de fama en la alfombra roja y ahora regresa a su estatus protagónico en un papel que la hace lucir como nunca antes en su carrera.

Ahora, cabe mencionar, que en ningún momento en pantalla, sale a cuadro el cuerpo REAL de una mujer de cincuenta años.

Si bien hay múltiples escenas de desnudos totales de parte de More y Qualley, cuando se muestra a Demi desnuda frente a cámara, con los evidentes procedimientos estéticos que se ha realizado al paso de los años, y en los que la misma actriz ha sido abierta en reconocerlos, (un lifting de rodillas para su participación en la película Los Angeles de Charlie 2, aumento de busto para el papel de Striptease, modificación abdominal y liposucción, uso de rellenos y toxina butolinica, entre otros).

Al verla en pantalla con su distintiva larga, abundante y una oscura cabellera, sin mayor asomo más que por algunas canas, sin marcadas líneas de expresión profundas en el rostro, un abdomen plano, muslos firmes y sin muestra evidente de celulitis, bien puede pasar por una mujer de unos cuarenta años muy bien conservada, y no lo que en realidad veríamos en el cuerpo de una mujer que llega a la cincuentena, aún con una vida de ejercicio y dieta, mucho menos la figura de los sesenta y un años con los que cuenta More.

Porque el horror que se muestra en la película es precisamente cuando aparece a manera de “jump scare”, es una caracterización del cuerpo de una mujer anciana: vientre abultado, sin tono muscular, la decoloración de la piel, el cabello encanecido y escaso… Ahí es donde se hecha mano del body horror.

Y es que el público se llega a impresionar con algunas escenas que salen de la influencia gore, la sangre y la automutilación. Pero en verdad se escandaliza cuando salen a cuadro los prostéticos que simulan ese deterioro por la edad en el cuerpo de Elisabeth/More.

Porque como espectadores no se nos expone a una ancianidad corporal LEGITIMA. Y no sólo pasa en esta película, se pueden retomar otros ejemplos, como en el filme de Ari Aster, ´Hereditario, 2018´; en la última toma se muestra a la abuela, una bruja -hag-, y en el ritual final están reunidos los miembros del culto, desnudos alrededor de la ofrenda rindiendo tributo, para el efecto de los adultos mayores, se logró por medio de botargas de cuerpos envejecidos, al igual que con La Sustancia y en la película X (2022), donde Mia Goth hace de una anciana y la personifican con prostéticos y maquillaje.

Es curioso como se utilizaron dobles de cuerpo para mejorar la silueta requerida en Sue/Qualley, y en otras producciones se recurre a este método, pero cuando se trata de adultos mayores o personas de la tercera edad, no se considere algún doble que recree esa representación de un cuerpo verdaderamente de la edad del personaje que se pretende mostrar.

Entonces podemos interpretar que el personaje de More en la película, de igual manera que la actriz en la vida real, ha recurrido a métodos estéticos para prolongar su estadía dentro del mundo del espectáculo. Pero llega a este techo de cristal colocado para las mujeres.

No importa que edad aparentes, siempre habrá alguien más joven y eso no es una decisión autónoma, viene desde el exterior, específicamente en esa industria; por algún directivo, audiencia de redes y millones y millones de views, comments, likes o haters, que en un solo click pueden decidir tu popularidad o funarte de la faz del medio.

La misma More en su momento fue criticada y ridiculadizada en su vida personal por salir con un actor al que le doblaba la edad, y sufrió un escandaloso divorcio de esa misma pareja, quien no dudo en hacer comentarios ofensivos sobre la edad menopausica de su ex esposa, y como ésta era la razón de peso para terminar el matrimonio debido a que él quería tener hijos propios.

Demi en diversas entrevistas, y años después en una autobiografía, relato de forma cándida esa etapa de su vida. En sus declaraciones describe como en esos años, en su desesperación por hacer funcionar su relación, después de un aborto espontáneo, al conocer los deseos de Kutcher por hijos propios, se sometió a varios procedimientos invitro, niguno exitoso. Y como de igual forma renuncio a su sobriedad y volvió a ingerir alcohol y sustancias, y se sumió en más comportamientos autodestructivos en favor de no llegar al divorcio.

No es casualidad que Fargeat haya escogido a Demi para su protagonista. More ha mantenido un bajo perfil desde sus años dorados donde era de las actrices más taquilleras, admirada y reconocida por ser de las actrices más bellas de su época y hacer mancuerna en pantalla con actores de la talla de Tom Cruise, Patrick Swayze y Jack Nicholson. Pero desde mediados de los noventa han sido cada vez más esporádicas sus participaciones y sólo hasta este año recibió un protagónico a la altura y que la hace brillar en todas sus dotes actorales.

Es entonces como si la directora narrara la misma carrera de More dentro de la historia ficticia del personaje, pero también restituye su estatus, en lo que a la fecha se considera el mejor rol de su carrera.

Demi con el apoyo de Fargeat, regresa a la fama entrados los 60, con un empuje como actriz y encabeza las listas de nominaciones y premios como nunca antes, pero dentro de la misma sátira, en reflexión a esta máquina hollywodense del espectáculo, por uno de sus medios -en una película- y bajo medidas establecidas y complacientes, en opinión y polémica soportados, tanto por sus homólogos colegas, como por el auditorio.

Porque si algo nos deja esta sustancia es que el contenido que nos muestra no logra formar un ataque con lo establecido. Fargeat dice basta a Hollywood, pero con una filme con una mujer, que es actriz, y ha pasado por todo lo que ha pasado su personaje, -dentro de lo real y posible, claro-, pero en un mundo y situaciones deliberadamente ficticias. Juega con las reglas y dentro de las reglas del mismo medio que crítica.

El mensaje se aborda desde un plano políticamente correcto, haciendo una referencia más que directa al patriarcado imperante y subyugador que decide cuando, como y partir de qué se define a las mujeres como jóvenes, mayores, hermosas o feas. Y el abuso hacia nosotras mismas por medio de la medicina estética tan normalizada en su uso y aplicación, y que bien se puede considerar una tortura auto infligidas, en favor de tratar de parecernos a esos modelos de lo reconocido como bello y evitar el notable paso del tiempo en nuestro rostro y cuerpo.

Como la belleza se vuelve una adicción, es compulsiva en ascendencia y se vuelve el centro del valor de la mujer desde una tipología inaccesible, siempre mejorada desde las pantallas por filtros y niebla que nos hacen sentir que debemos reproducir ese velo en la realidad.

El personaje de Qualley, la infame Sue, representa a la perfección esa imagen de “Barbie Regina George”, en tono rosa chicle, sonrisa complaciente y energía acaparadora, con un apetito insaciable por comerse el mundo, bajo la única satisfacción de ser admirada y con los privilegios de una mujer hermosa y joven, con toda la vida por delante.

Su personaje representa ese estándar irreal, y que en cada toma, según avanza la trama, se ve cada vez más plagado de efectos, luz reflectora, filtro y semblante mejorado gracias al CGI, que nos recuerda constantemente que estamos frente a un espejismo más en todo su diseño hollywoodense americano.

En ese recordatorio de que todo es una mera ilusión perceptiva, incluso la misma Qualley no es ella del todo. Se trata de una interpretación mejorada de More en el filme.

Además del uso de imágenes generadas por computadora para mejorar su apariencia, se utilizaron dobles de cuerpo y el uso de prostéticos para el busto y otras partes del cuerpo, con el fin de que su apariencia fuera más una delirante evocación a esa idealización que vemos como una fantasía en nuestras pantallas, e imposible de replicar en la vida real.

Sue entonces, más que la versión mejorada de Elisabeth, es una reinterpretación de ella misma en el cómo debería lucir si pudiera cumplir con la expectativa que la industria del entretenimiento, sociedad, discriminación por género, espera de ella. Y ¿como debería lucir? la respuesta es útopica, irrealizable y ficticia.

En Sue no se nota un solo poro en la piel, vello corporal, rastro de pliegues, sin esfuerzo realiza un squad, o movimientos frenéticos; sin sudor en una rutina de ejercicios, con el cabello siempre en su lugar, sin rastro de alguna característica que la haga parecer humana.

Qualley en su actuación, nos hace reconocer esa parte de nosotros, como seríamos capaces de seguir adelante sin repercusión en las consecuencias, y que para nuestra fortuna no tenemos a nuestra disposición ese activador, que bien podríamos tomar si nos promete más años de juventud y una segunda oportunidad de volver todo de nuevo.

Casi como una droga, nos apegamos a la añoranza por mantener un físico que se mantenga como si aún fuera ayer, sin ninguna intención de soltar esa etapa, aceptamos el costo que se tenga que pagar, ni reparar en las consecuencias.

Pero sobre todo, desde un punto sin compasión por nosotras mismas.

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