Dadas las mega tendencias como: El impacto de la tecnología de la información y la comunicación, la biotecnología, la nanotecnología, la globalización y muchas otras, adaptarse al cambio es cada vez más urgente y necesario para las organizaciones; sobre todo cuando estas representan optimización de recursos y beneficios económicos significativos.
Son justo esas condiciones las que propician el espacio para el Change Manager, un perfil que es sumamente solicitado por las empresas que son punta de lanza en innovaciones tecnológicas o bien, de aquellas que buscan digitalizar sus procesos, ya que, para impulsar la adopción de nuevas herramientas, las organizaciones requieren de intervenciones de “change management o gestión del cambio” a través de un proceso estratégico y un acompañamiento estructurado y planificado.
Como mencionamos al inicio, las características actuales del mundo empresarial generan de manera obligada la necesidad de adaptarse al cambio como un factor crucial para la supervivencia y el éxito de las organizaciones. El cambio, ya sea tecnológico, estructural, cultural o estratégico, es una constante en el entorno corporativo que está interesado en la innovación y la expansión.
Sin embargo, es importante mencionar gestionar el cambio no es una tarea sencilla. De hecho, es una tarea titánica, por ello el rol del Change Manager se vuelve esencial, ya que es un profesional cuyo trabajo no solo facilita la transición, sino que asegura con su intervención y acompañamiento que las organizaciones puedan evolucionar sin perder su estabilidad, ni su rumbo en el proceso de transformación.
La función principal de un Change Manager es planificar, implementar y gestionar el proceso de cambio dentro de una organización. Su objetivo principal es garantizar que las transformaciones no solo se lleven a cabo de manera eficiente, sino que también sean aceptadas y adoptadas por los empleados. Esto involucra tanto la gestión de los aspectos técnicos como emocionales del cambio, dado que las personas son, sin duda, el eje central de cualquier proceso de cambio.
Entre sus funciones más destacadas se incluyen:
- Análisis de impacto: Evalúa cómo el cambio afectará a las personas, los procesos y la tecnología dentro de la organización.
- Planificación de la transición y contención: Diseña estrategias que minimicen las resistencias al cambio y maximicen la aceptación y el compromiso de los empleados.
- Plan de Comunicación: Sin comunicación no hay organización posible, informa a todos los niveles de la organización sobre los motivos del cambio, los beneficios y las etapas del proceso, es primordial.
- Plan de Capacitación y soporte: Proporcionar formación y recursos para que los empleados puedan adaptarse a los nuevos sistemas o formas de trabajo.
- Evaluación continua: Monitorea el progreso del cambio y ajustar las estrategias según sea necesario para asegurar su éxito a largo plazo.
Como puedes dimensionar a partir de la descripción anterior, el Change Manager básicamente es un catalizador de transformación, un arquitecto del cambio que no solo planifica y ejecuta, sino que también guía a las personas a través de la incertidumbre.