En la primavera de este año, México observó en su cielo un gran eclipse solar, un fenómeno celestial que dejó algunas ciudades en la oscuridad total y parcial, despertando el asombro de mexicanos de todas las generaciones. Sin embargo, para el Partido de la Revolución Democrática (PRD), esa oscuridad no fue sólo un evento astronómico, sino una metáfora del ocaso que ha llegado a su historia política.
El PRD nació en el 89 como una coalición de diversos partidos políticos de izquierda, fusionando la Corriente Democrática del PRI con organizaciones históricas de la izquierda mexicana. Su precursor, el Partido Mexicano Socialista (PMS), emergió de la unión de seis fuerzas políticas de izquierda de ese tiempo.
La creación del PRD bajo la dirección de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Andrés Manuel López Obrador, entre otros, representó una ruptura con el pasado y una aspiración hacia un futuro más democrático y justo.
El naciente partido del sol azteca, defendió la participación del Estado en sectores estratégicos como recursos energéticos y comunicaciones. Su enfoque en política social incluyó la promoción de una educación laica y gratuita, ayuda económica a los sectores más desfavorecidos, y subsidios a productos de primera necesidad y también se pronunció por un desarrollo agrícola que satisficiera las demandas de los campesinos.
Jubilosamente lograron su primer triunfo electoral en 1997, cuando el hijo del presidente expropiador del petróleo mexicano, Cuauhtémoc Cárdenas fue elegido Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Este logro marcó el inicio de una serie de triunfos locales que consolidaron al PRD como una fuerza política relevante. Sin embargo, el fracaso en las elecciones presidenciales de 2000, donde Cárdenas obtuvo solo el 16% de los votos, y la derrota en las elecciones de 2006, con Andrés Manuel López Obrador, dejaron una huella profunda en el partido.
Aun así, es innegable que el verdadero eclipse para el PRD comenzó con el nacimiento de Morena en 2011. Fundada por uno de sus pilares, Andrés Manuel López Obrador, representó una nueva fuerza política que rápidamente ensombreció al PRD porque no sólo emigraron con algunos de sus integrantes, también confundieron a los mexicanos y se robaron su historia. El bastión de los perredistas claramente era la Ciudad de México, misma que fue tomada ante la complacencia de los ciudadanos de la auto denominada “capital chilanga”, de una y al parecer para siempre por “el Peje” y de ahí, el declive no tuvo freno.
Quien sabe, escoger el color amarillo pudo haber sido un reclamo de atención, una llamada a la acción y la esperanza. Sin embargo, en otros significados el amarillo también puede representar enfermedad, envidia, celos y deterioro.
El eclipse solar de 2024 fue un evento temporal, pero para el PRD, la oscuridad que ha llegado es profunda y duradera. La historia del PRD está marcada por altibajos, crisis internas y desafíos externos. La pérdida de su registro a nivel nacional que anunciara su líder Jesús Zambrano después de la elección 2024, es un punto de reflexión sobre el futuro de la izquierda en México. ¿Qué camino tomará el PRD? ¿Podrá reinventarse y seguir siendo una fuerza relevante en la política mexicana?
Aún quedará activo en algunos estados de la república y eso es más de lo que tuvieron algún día.
Hay que ver el resto de la historia que se escribe a partir del 1ro de octubre, que fuera del juego de los partidos políticos, la verdad más trascendente es que una mujer, gobernará México. Eso sin duda, es lo QUE SIGUE.