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sábado, septiembre 28, 2024

Un gran viejón

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Hoy por la mañana, mientras caminaba, cuando apenitas el sol se asomaba en el horizonte sucedió algo hermoso. Pensé, sí, empecé a pensar, si el sol me encontró a mí o, yo lo encontré a él. En este panorama, le comento, que, desde joven he tenido el hábito de levantarme de madrugada, para hacer ejercicio. Antes trotaba, subía con ese ritmo al cerro de La Campana, luego al pasar el tiempo, caminé con mis pesitas, y hoy, lo hago con bastones nórdicos para equilibrar mi creciente bamboleo, y mañana, tal vez, moveré solo mi cerebro, eso espero, en este ciclo de la vida que me está tocando vivir.

Le decía, que uso bastones al caminar, para contrarrestar una pérdida progresiva de mi equilibrio, que se me ha venido trepando desde los pies a la cabeza, y hoy, mientras caminaba, pensé. No se ría. Creo que pienso muy de vez en cuando, y antes de que se me olvide lo pensado, mejor se lo platico.

 Mis pensamientos, partieron de aquí: “Ahorita vengo, vieja”. Hoy Carmen no pudo acompañarme. “Que te vaya bien, viejo”, me respondió. Ya en el parque Metropolitano, voy entre corredores, andantes y bicicleteros, que vienen estos últimos, en sentido contrario para ver y ser vistos por los que vamos por la pista principal. Algunos, como trineos, van jalados por sus “juskys”. Una maravilla ver tanto animal manso de todas las razas. Por atajos alternos, pasan algunos perros, vestidos con las mismas marcas de las prendas que llevan sus amos. Sigo, y después de caminar (lo que ahora puedo), me siento en una banca y ahí, es en donde veo salir el sol. Enseguida, después de un breve descanso, escalo dos empinadas, lomitas, una detrás de la otra, de escasos dos metros de altura, las subo y las bajo para fortalecer mi equilibrio. Toda una proeza y, más las bajadas (que me hicieron recordar, tiempos idos, cuando un grupo de preparatorianos bajamos corriendo desde las alturas del vertedor de la cascada de Basaseachic hasta el fondo de su ciénega). Uff. Lo logro. Luego me dirijo hacia un bosquecillo de pinos para pisar sobre su desigual hojarasca, con el mismo propósito para fortalecer mi equilibrio (quiero evitar, lo más posible, alguna caída en el baño…). Luego, apunto rumbo al lago. Me siento en una de sus bancas, y por ahí veo a una persona empujando una carriola, en la cual trae a su neneperro de paseo … Ahí, echo a volar a mi pensamiento.

Vuelvo a casa: “Fíjate, vieja, en lo que pensé hoy mientras caminaba. Mañana que tengo cita con mí neuróloga (joven y talentosísima profesional), me gustaría preguntarle si tiene hijos.” “Ni se te ocurra preguntarle eso. Sería una majadería” “No, vieja, son solo mis piensos.” En estos pensares, se me atraviesa la cultura de hoy, que demanda e impone la creencia, que la <realización personal>, se alcanza a través del trabajo, y con esta exigencia, tal vez, nos estamos metiendo en una moderna esclavitud, que nos encadena a vivir para trabajar. Esto tiene sus consecuencias.

“Ni se te ocurra preguntarle o comentarle eso a la doctora”. “No vieja, te repito, solo me pasó por la cabeza”. “Es que te conozco” “No, vieja”.

“En el parque pensé, que, en esta realización personal, estamos perdiendo a aquellos momentos de plenitud que siente la mujer cuando percibe en sus entrañas el movimiento de alguien, suyo, muy suyo. Aunque con el tiempo aparecerá la paradoja que aquello muy suyo, nunca será suyo, pero esto, es otro tema”.  “Ni se te ocurra…” “No vieja, esto te lo cuento a ti”. “También, estamos perdiendo, el momento, del parto, que abre la puerta para la llegada de quien viene a dar luz, iluminando el mundo de sus padres. Y en solidaridad, unas turgentes mamas maternas, convierten su sangre en leche, leche que alimentará a aquella trascendencia, del que viene a renovar a la humanidad, dando vida sobre la tierra”.

Esto que le comento, es el proceso de ¡una gestación deseada! Y digo gestación y no el peyorativo nombre de, embarazo (qué palabra tan despectiva), cuyo significado es algo, embarazoso, estorboso, pecaminoso, no deseado…, términos, impropios para referirse a Alguien, tan deseado.  Tal vez, utilizar la palabra, embarazo, cabría en quienes sufren una metidura de pata, porque les embaraza sus vidas. Pero, ni aun en ellos deberíamos usar, esta despectiva y fétida palabra, embarazo, porque, la o él que viene, ya vendría con la marca de “un pecado original”. Pero, dígame usted, cuándo pecó aquella inocente criaturita. Además, con esta “realización personal a través del trabajo”, las gestaciones se posponen, y florecen las endometriosis como una causa importante de infertilidad… y la infertilidad, es también, factor importante en la aparición del cáncer de mama.

Me viene a la mente la carriola del lago. ¿Esta clase de humanidad es la que estaremos entregando a los y las que recién llegan?

Le cuento: en el parque me gusta tomar fotografías y pequeños videos, como la del sol saliendo, en donde comenté: “yo no sé si el sol me encontró a mí, o si yo lo encontré a él…”. Y los envío a las personas a quienes quiero, porque deseo sepan cómo estoy. Lo prefiero, en lugar de saludar con, los rerereenviados refritos de otros. En respuesta a mi saludo personal, hoy recibí lo siguiente: “Tu vena poética se incrementa día a día, mi querido compadre, en la mejor época de tu vida, o sea, cuando sin aceptarse anciano se convierte en un maravilloso viejo. Felicidades.” Enseguida, le llamo por teléfono. Hablamos sobre el significado de, “anciano”, que puede interpretarse, como decrepitud, abandono, descuido, estorbo, olvido… (un joven puede ser un anciano). En cambio, viejo o vieja, o viejita o viejito, cuando estamos en modo de caricia, tiene una interpretación de acercamiento; así, mi esposa y yo nos hemos venido llamando desde nuestra juventud. También coincidimos, en que el termino, “tercera edad”, tiene una connotación de un frío índice estadístico, y concluimos: Aunque uno tenga la edad para ser llamado anciano, uno debe seguir tratando de ser, un viejo bueno, y por qué no, hasta llegar a ser: Un gran viejón.

Esto salió en una salida del sol, en un día de junio del 2024.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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