Debo dar por hecho que escribir es un laberinto. Y agrego: es meterse en un berenjenal. Lo digo porque intento dar con el argumento del título del libro que presentamos en este momento: Laberintos. Entrevistas, editado por Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en octubre de 2022, de autoría del periodista, editor, escritor: Óscar Alarcón.
Debo ahora recurrir a la memoria de ese momento en el que abrí el sobre y tuve el ejemplar en mis manos. Se me vinieron como un alud todos los nombres, los muchos títulos, la conjetura y filosofía. Cuánta emoción en el recorrido. A la bestia.
Qué generoso es este vato, me dije a ir leyendo cada una de las entrevistas trazadas a exactitud con el bisturí del compromiso y la entereza. Entereza, exacto, de eso: del amor al prójimo, del pensamiento puesto en la sociedad y la formación, condición sine qua non-inherente (que no es lo mismo, pero es igual) de Óscar.
Al paso de la lectura de este mapa que esboza la literatura contemporánea en el país, ante la maravilla de las conversaciones, preguntas y respuestas, en mi mente retumbaban constantemente las palabras generosidad y empatía.
Ahora que la mezquindad se ha puesto de moda, ahora que el deseo de “trascender” y figurar es un objetivo, ahora que los escritores no solo se amafian y hacen sus grupitos y se pasean de feria en feria, ahora que hay que montarse en sombreros y engolar la voz, ahora que parecería que la luminosidad es la figura física y no el pensamiento, cuán grande resulta el contenido de Laberintos.
Porque aquí el reportero que es Óscar, con lecturas previas, investigación como antecedente, pone su intelecto y alma sobre la mesa, y de a poquito, como agua que corre silente, se sumerge en la entraña de los escritores que acuerpan de conversaciones las páginas laberínticas.
¿Por qué y para qué pensar en el otro, las otras? Me he preguntado al paso de la lectura. ¿De dónde tanta generosidad del periodista para ocuparse de las voces de sus colegas? Ahora que la pretensión de figurar es urgencia.
Bueno, la vocación no traiciona a Óscar, sino al contrario, en esta publicación, de manera natural vuelve a los rediles de su ejercicio cotidiano: el magisterio, y lanza ejemplares de Laberintos. Entrevistas a esos espacios donde la raza los podamos cachar.
Y ocurre entonces que al ir leyendo vamos aprendiendo, porque este libro aparte de entregarnos conceptos, conclusiones, móviles de la creación expuestos por escritores y escritoras, se convierte en un manual para el ejercicio de la entrevista.
La enseñanza de cómo debe un reportero enfrentar y/o gozar el oficio. Aquí está implícito el no a esas entrevistas de banqueta, la nota a la ligera; queda aquí de manifiesto que el trabajo es un compromiso vital que requiere conciencia, respeto, reflexión, análisis.
Porque este oficio no es para cínicos. Ni para charlatanes que se erigen como rockstars y sus nombres pretenden convertirlos en un acto más trascendental que lo que realmente se debiera informar.
¿Cuántas veces hemos escuchado o leído el yo, yo, yo, en esos relumbrones o relumbronas del periodismo o la literatura?
En este caso la pose es ausencia. Óscar va al grano, por eso es que su libro pertenece ya a esa escasa serie de títulos que permanecerán en la referencia de la literatura y el periodismo de nuestro país, en los anaqueles de las bibliotecas, y por favor, encarecidamente lo pido, lo deseo: en las salas de redacción.
Cuánto aprendizaje es ir una y otra vez a este compromiso profesional llamado Laberintos. Entrevistas.
*Texto leído en la presentación de Laberinto. Entrevistas en Feria del Libro de Hermosillo