El 24 de octubre de 2023 será recordado por México y sobre todo por los habitantes y visitantes del paradisiaco puerto de Acapulco, Guerrero, tanto como Nueva York recuerda la caída de las torres gemelas o como la ciudad de México guarda en su corazón la tragedia del terremoto del 85. Quizá aún no lo dimensionamos, pero el diluvio llamado Otis, no termina de arrojar todos los daños y destrucción que preceden a su sorpresiva y fatídica presencia la en el cierre del mes pasado.
Por decenas de años Acapulco por algunos llamado “la perla del pacífico”, fue el centro paradisiaco mexicano más famoso del mundo, hasta que Cancún les arrebató la corona a principios de los 80s. Sin embargo, antes de eso fue el mejor escenario para películas en los 50s, 60s y 70s y centro “lunamielero” por excelencia que atrajo a parejas famosas, entre ellas la formada por el popular presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy y Jackeline Bouvier.
Entre las películas más emblemáticas de la época, realizadas en sus locaciones selváticas sobresalió “TARZÁN”, protagonizada por Johnny Weismuller, quien habitaría una lujosa finca en Acapulco hasta su muerte, hoy atractivo turístico devastado por el feroz huracán.
Otro residente famoso del bello puerto mexicano ha sido el cantante Luis Miguel, quien mostró video clips de sus canciones desde sus playas y fotografías desde la que fuera su lujosa mansión, propiedad que hoy ha sido seriamente lastimada por Otis. Y así muchos otros como Andrés García que han hecho de su estancia en Acapulco, una promoción espontánea del destino turístico.
Pero quizá para los mexicanos, difícil olvidar la romántica composición de Agustín Lara dedicada a la que por un tiempo fue su esposa, “María Bonita” y que comenzaba con las palabras “Acuérdate de Acapulco”, donde declaraba para siempre su amor infinito por “la Doña de México”, María Félix.
Por estos días, Acapulco de Juárez, como se llama oficialmente, es una pujante ciudad turística de nuestro país, con una población según el censo de 2020, de 779 mil 566 habitantes y con una densidad de 7 mil 923 habitantes por km²; sin contar su constante población flotante que en temporada alta debe sumar un millón. Como dato adicional los barones representan el 47.6%, y las mujeres representan el restante 52.4% de los residentes.
Los rangos de edad resultaron: de 10 a 14 años a 66 mil 005, de 15 a 19 años 65 mil 931 y de 5 a 9 años 63 mil 408 niños.
También se registró que el puerto tenía 107 mil 218 adultos mayores: 59 mil 215 mujeres y 48 mil 003 hombres. Esto nos suma un total de 302 mil 562 seres humanos en estado de vulnerabilidad compleja ante los estragos de esta tragedia “natural”.
Los números hasta el momento que ingenuamente se publican nos llevan a pensar que tenemos alrededor de 100 fallecidos oficiales, producto de la suma de los ya reportados y los que aún no aparecen. Adicionalmente a eso tenemos que recordar los “por nadie buscados” indigentes, que según un reportaje del medio de comunicación “El Sol de Acapulco” publicado a principios de año, mujeres y hombres que provienen de otras ciudades del estado y del país deambulaban por toda la zona turística, “dando un mal aspecto para este destino”, sin que nadie ofreciera explicación.
Pero a todo esto estarán de acuerdo que, aunque sabemos que el huracán tuvo un comportamiento fuera de serie, algo en el sabor de boca nos hace sentir un estado de vulnerabilidad en una primera parte incomprensible, pero ya que lo pensamos bien verdaderamente es inadmisible en pleno 2023.
México experimentó en el año de 1985 la tragedia del temblor más significativo y dañino en la historia escrita de los movimientos telúricos que superó en intensidad y en daños al registrado en 1957 cuando se cayó en Ángel. La verdad completa fue que la carencia generalizada en el país de una cultura de protección civil, de protocolos de acción y de recursos de toda índole para las grandes catástrofes fue la causa de tantísimas muertes y pérdidas. El Sistema Nacional de Protección Civil no se creó sino hasta el año siguiente, 1986, y el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), diez años después, en 1996; por cierto extinguido el 21 de octubre de 2021. Por motivos incomprensibles, la ahora Ciudad de México sigue experimentando temblores en el mes de septiembre, pero dada la dura experiencia, para el 7 de enero de 1976 fue publicada la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal producto de una nueva actitud que incluye la capacitación de los ciudadanos y establecimientos para reaccionar ante la presencia de un nuevo terremoto. Al juzgar por lo sucedido en el temblor de 2017 pese a que, alcanzó también los 7.1 en la escala de R, los residentes de la capital mexicana demostraron que se han asumido vulnerables y han aprendido a sobrevivir los temblores.
No queda claro en manos de quien está la responsabilidad de lo ocurrido en Acapulco, por lo que se ve las autoridades de Guerrero no tienen ni idea del peligro constante al que están expuestos al estar sus playas ubicados frente a mar abierto en las costas del pacifico y sobre todo en zona de huracanes.
De Acapulco no ha quedado casi nada, lo poco que aparentemente queda se perderá en los próximos días y meses si no nos hacemos consientes de la magnitud del desastre. Los niños y los ancianos padecerán más y los fuertes abusarán de los débiles. No hay forma de entrenar ahora a una población de 800 mil habitantes a sobrevivir a semejante caos.
Los famosos resorts, mansiones y yates, como dice la canción fueron del mar juguete mientras las olas los columpiaban y los habitantes tendrán por meses que enjuagar algo más que estrellitas. Lo que sigue por lo pronto, es no hacerse los desentendidos como la luna de Agustín Lara y hagamos todos algo más que mirar con sentimiento. Esto es para hoy y lamentablemente también para mañana.
