Estoy leyendo las últimas tendencias del cambio climático y considero que debemos de estar preocupados por la ciudad de Hermosillo y por el noroeste de México. Después de tres años del fenómeno conocido como La Niña en el océano Pacífico, que se caracteriza por menores temperaturas y una relativa calma de las aguas tropicales del Pacífico, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) declaró el pasado mes de julio que se había iniciado el fenómeno conocido como El Niño, que puede durar los próximos dos o tres años. Esto significa que hay mayor probabilidad de eventos extremos y de temperaturas más altas.
En nuestra región, que ya de por sí es calurosa, significa que va a ser aún más. Pero lo que me pone los pelos de punta es que en este año 2023 el fenómeno apenas va comenzando y va a ser relativamente tranquilo, y que lo más crítico se espera para el 2024 cuando el fenómeno del Niño va a estar en su mayor dinamismo. La OMM pronostica que es muy probable que el 2024 sea el año más caliente que se tenga registrado. Peor aún, el Dr. Armstrong Mckay, de la Universidad de Estocolmo, anticipa que se alcanzará temporalmente el temido aumento de 1.5 °C en promedio de temperatura, que es una especie de umbral más allá del cual se prevé una escalada de eventos extremos de cambio climático.
Mis inferencias son que, si bien los huracanes del Niño afectan principalmente a toda la costa mexicana del Pacífico, los efectos de más altas temperaturas afectan principalmente a las regiones áridas del noroeste de México y suroeste de Estados Unidos. Y dentro de esta área, la parte más árida son las ciudades de Hermosillo, Mexicali y las de Arizona. Este año 2023, en Hermosillo ya ha llovido solo el 30 por ciento del promedio histórico y ya se han batido récords de calor. La ciudad de Phoenix ya comenzó a tomar medidas drásticas para prepararse. También ya se redujo la asignación de agua del río Colorado para México. Mi pregunta es: ¿Qué se está haciendo en Hermosillo y en Sonora?
Hermosillo está tirando el agua que puede necesitar
Sería conveniente que las autoridades correspondientes sean las que den respuesta a la pregunta planteada. Es la principalmente la Conagua la encargada de planear las disponibilidades y asignaciones de agua, pero también el Gobierno del Estado debería de ir agarrando el toro por los cuernos y entrarle a esta amenaza. Hay muchos campos en los que se debe de actuar para que El Niño no nos agarre tan desprevenidos.
Por lo pronto, observo que hay dos casos en los que la ciudad de Hermosillo está tirando agua que debiera retener como reserva para el año venidero. Uno es el desfogue que se hace de la presa El Molinito debido a que fue construida y se maneja como presa de contención. Si se cambia su función y se modifica su vertedor, pudiera servir para tener reservas por lo menos para el año próximo. Es mayor el riesgo de sequía que el de inundación, pero se pueden prever las dos amenazas.
Pero por otro lado está la incógnita de por qué, desde hace un año, ha estado corriendo tanta agua por el canal del Vado del Río. En sus treinta años de historia, este canal había permanecido seco y en 2023 ha vuelto a conducir fuertes volúmenes de agua. Ciertamente las obras que realiza Agua de Hermosillo a la altura del bulevar Solidaridad aportan una parte, pero también hay agua que se origina casi desde la presa. No he encontrado una explicación clara para este desfogue. Dicha corriente no cuadra con los factores de que ha llovido muy poco, los acuíferos río arriba están sobre explotados, la presa El Molinito tiene solo 15 por ciento de su capacidad (la mitad que el año pasado) y la presa Abelardo Rodríguez está prácticamente seca.
¿No habrá manera de retener dicha agua río arriba y recargar los acuíferos de La Victoria y Mesa del Seri que surten de agua a la ciudad? Son preguntas.