Por Julio García G. / Periodista de Ciencia
Ha costado años, si no es que décadas, vaticinar el tipo de clima que habrá en un determinado punto de la Tierra, lo cual no es una tarea sencilla ya que muchos modelos de predicción no son cien por ciento fiables y pueden existir errores a la hora de anunciarle a la población cuál será la temperatura en una determinada localidad, sobre todo cuando el pronóstico se realiza con dos o tres semanas de antelación.
La noción de poder predecir el clima con fiabilidad -lo cual evidentemente puede salvar vidas en el caso de grandes inundaciones o ante la presencia de huracanes- ha inspirado a muchos científicos a tratar de predecir también los grandes terremotos que han matado a millones de personas alrededor del mundo. Si predecir terremotos fuese viable, quizá viviríamos con mayor tranquilidad.
Y tal vez, afortunadamente, no estemos tan alejados de anticipar estas grandes calamidades.
Al menos es posible que en esta década se logre hacerlo gracias a que, como lo ha anunciado recientemente un par de investigadores franceses en la revista Science, existe una fase previa a un sismo, la cual no es fácil de detectar por la cantidad de interferencias que hay (las placas tectónicas están en constante movimiento), pero -dicen ellos- sí es posible.
Para lograrlo, los dos autores de la investigación –Quentin Bletery de la Universidad Cote d’Azur y Jean-Mathieu Nocquet del Instituto de Física del Planeta situado en París– utilizaron una tecnología muy extendida la cual se encuentra en la mayoría de los teléfonos celulares para la geolocalización en tiempo real denominada Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés).
El GPS -cuya precisión depende de la Teoría de la Relatividad de Einstein– no funcionaría si, a lo largo y ancho del planeta, no estuviesen instaladas estaciones de monitoreo de datos -las denominadas Redes Geodésicas– del Sistema de Global de Navegación por Satélite (GNSS, por sus siglas en inglés).
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Las Redes Geodésicas tienen la finalidad de recabar datos con respecto a la longitud, latitud y elevación de una determinada superficie con una gran precisión. En México, por ejemplo, existen alrededor de treinta Redes Geodésicas situadas en casi todos los Estados.
Lo que hicieron Bletery y Nocquet fue, justamente, analizar la información de posicionamiento de alrededor de 3 mil estaciones geodésicas correspondiente a 100 terremotos importantes ocurridos desde que se tienen este tipo de registros.
Los terremotos analizados fueron mayores a 7 grados en la Escala de Richter (el ocurrido el 19 de septiembre de 1985 en México -el cual fue devastador desde el punto de vista social y material- tuvo una magnitud de 8.1 grados).
Este arduo y minucioso análisis los llevó a concluir que existe una fase precursora de deslizamiento de fallas que ocurre aproximadamente dos horas antes de la ruptura sísmica, es decir, dos horas antes de que se produzca el sismo como tal.
Además, los autores de este importante hallazgo sugieren que muchos grandes terremotos se inician con una fase precursora de deslizamiento la cual podría ser mucho más prolongada de lo que ellos fueron capaces de medir hasta ahora.
Por otro lado, quizá sin esta capacidad de tratar de darle sentido al futuro, de buscar explicaciones de lo que podría suceder (esto genera en algunas personas mucha ansiedad), no seríamos humanos y no hubiésemos logrado construir civilizaciones enteras.
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En este sentido, sobre la relevancia que tiene predecir los fenómenos de la naturaleza más peligrosos y devastadores, Jesús Galindo, del Departamento de Geodinámica de la Universidad de Granada, España, mencionó en una entrevista reciente al periódico El País que “como ha sucedido con la meteorología, con más estaciones y mejores modelos matemáticos, ya somos capaces de predecir el tiempo que va a hacer, la temperatura, las olas de calor o cuándo va a llover.
Lo mismo para las fallas [se refiere a las fallas geológicas]; lo que hace falta también es tener un conocimiento de cómo se mueve el terreno y otros parámetros físicos, como la estructura profunda”.
Galindo también comentó que “cuanto más conozcamos las fallas, más capaces seremos de modelizar, de saber en principio cuál va a ser la magnitud máxima de los terremotos, para saber luego la intensidad en superficie y ya en un segundo paso, tratar de conocer mejor cuándo se van a producir”.
Por el momento, los dos investigadores galos han logrado detectar esta fase previa de manera global, pero quizá en el futuro puedan hacer un seguimiento más puntual, más específico, de los terremotos que puedan asolarnos.
Al respecto, en una entrevista concedida al portal de internet SciTechDaily, han mencionado que “los instrumentos de monitoreo de terremotos actuales carecen de la cobertura y precisión necesarias para detectar o monitorear el deslizamiento precursor a la escala de terremotos individuales”.
Por lo tanto, habrá que esperar a que la tecnología mejore aún más para poder realizar este seguimiento de forma más puntual.
El interesantísimo trabajo de investigación de Bletery y Nocquet puede consultarse completo en la página de la revista Science en el siguiente enlace: https://shorturl.at/eksO1