Nogales, Sonora.- Acostado bajo la sombra de un carro afuera del albergue para migrantes “Iniciativa Kino” de Nogales, estaba Tláloc, un perro que parece lobo gris, acompañado de un hombre que pedía asilo en el lugar.
Proyecto Puente lo entrevistó para conocer sobre su trayecto y cómo se encontraron uno al otro.
Tláloc ha sido el guardián de Pedro Hernández, un migrante mexicano de 44 años que vive en situación de calle en Nogales, y recorre las avenidas todos los días en busca de comida para su perro amarrado de una correa improvisada.
“Es buen perro y tranquilo, es como un poco de compañía para mí y como un familiar”, expresó Pedro sobre Tláloc.
Ambos se resguardaron en la sombra de un árbol para preguntar dónde estaba el refugio donde fueron redireccionados en Iniciativa Kino.
Pedro acariciaba a Tláloc y le daba besos en la cabeza, fue ahí donde contó su historia de amistad mientras su mascota dormía.
Él es originario del Estado de México (EdoMex) y emigró a Estados Unidos (EEUU) cuando era un adolescente.
Allí estudió secundaria, preparatoria y se dedicó a ser contratista hasta que hace cuatro años fue deportado a México por la frontera de Nogales.
Bajo el sol de Sonora, cruzando un predio que parecía desierto, Pedro se encontró con un perro de tamaño grande y peludo que parecía un lobo gris mexicano, se acercó a él y ambos decidieron hacerse compañía durante su andar solitario.
“Estoy pasando unos tiempos malos y él me ayuda. Si yo estoy batallando no quiero ver al perro batallar tampoco, no es justo para él, yo trato de buscar comida para Tláloc primero”.
Tláloc ha sido un gran soporte emocional y psicológico para Pedro, ya que nunca tuvo hijos y en los perros encontró un refugio y cariño que aún no logra con los humanos.
“Ya de grande me gustaron los perros porque me cuidaban, y por no tener hijos tenía más tiempo para mí, pero una mascota me hacía sentir bien. Quiero mucho a Tláloc, es muy agradecido”
En ocasiones, los nogalenses que se encuentran con Pedro y Tláloc por las calles, les regalan croquetas para alimentar al perro, sin embargo, el hombre comentó que él sale todos los días a buscar comida para su acompañante, antes que para él.
En sus planes está regresar a su ciudad de origen, pero desea llevarse a Tláloc, ya que no hace su vida sin él, no obstante, si alguien desea adoptar al perro y darle una mejor vida, Pedro está dispuesto en darlo en adopción para que ya no sufra en las calles.
Pedro comparte el ejemplo de cuidar animales y respetar animales pese a no tener una vivienda para protegerlos o dinero para comprar su comida, y envía un mensaje a las personas que tienen animales amarrados en sus casas, sin agua, comida o bajo el sol, para que no los maltraten y sean más humanos con ellos.