Columna Y sin embargo
Existen dos Sonoras muy diferentes una de otra, la Sonora de la costa y la Sonora de la sierra.
Una se ubica al occidente geográfico del estado, es costera, urbana, cuenta con carreteras internacionales y buenas comunicaciones, no deja de crecer. Cuenta con todos los servicios: bancos, gasolineras, restaurantes, hoteles, buenas opciones de salud y educación.
La otra se ubica al oriente, es serrana, pueblerina, rural y con malas comunicaciones, mala señales de telefonía y de internet. Sus servicios son muy deficientes en general. Además, es una región muy insegura.
La decadencia de la sierra
La mayoría de los sonorenses urbanos de la costa conocen muy poco la parte serrana del estado; si acaso el pueblo de donde provienen sus padres, uno o dos pueblos, pero no más. El resto les es desconocido.
Geográficamente las dos Sonoras tienen aproximadamente la misma extensión. Sin embargo, de acuerdo con el censo de 2020, la Sonora de la costa tiene casi 2.8 millones de habitantes, mientras que la Sonora de la sierra solo rebasa un poco los 100 mil habitantes. Si incluimos a Agua Prieta en los serranos, le podemos sumar 61 mil habitantes más a la sierra, aunque la frontera es otra realidad. La costa tiene 25 municipios, mientras que la sierra tiene 47.
La sierra se ha venido despoblando durante décadas. Por ejemplo, Sahuaripa en 1950 reportaba 9,392 habitantes y para el censo 2020 registra solo 5,792. Otro ejemplo, Bacanora en 1980 tenía 2,114 pobladores, mientras que en 2020 solo reporta 767. En estos pueblos ha salido una buena parte de la población, principalmente jóvenes, y es una tendencia que difícilmente se va a detener.
Algunos pueblos languidecen y ya casi desaparecen, pero no lo hacen gracias a las participaciones fiscales que crean empleos como funcionarios municipales. Este es el caso por ejemplo de Oquitoa, Ónavas y San Felipe de Jesús que tienen menos de 500 habitantes. Estos pueblos pudieran caber en uno de los edificios de departamentos que se construyen en Hermosillo.
Algunos pocos han tenido un impulso gracias a la minería; tal vez ahí podamos incluir a Cananea, Nacozari, San Javier, San Miguel de Horcasitas y algunos otros. Habrá que ver si la nueva política minera les va a favorecer o no; las empresas mineras dicen que van a perder empleos. ¿Será?
¿Prohibir los Oxxos?
Para apoyar a la sierra el gobernador de Sonora propone prohibir las tiendas de conveniencia como Oxxos, Extra, Seven Eleven u otras. De esta manera se piensa apoyar a los tradicionales changarros y tiendas de abarrotes. Como promotora del desarrollo local, es una medida bastante dudosa y cuestionable.
Primeramente, habría que revisar su legalidad y su constitucionalidad. ¿Se puede prohibir a unos comerciantes formales establecerse en un lugar y favorecer a otros a veces informales? Suena a las alcabalas que imponían los municipios en el siglo XIX y que fueron suprimidas por la libertad de comercio en el siglo XX.
En segundo lugar, habría que consultarle a los propios pobladores y no solo a los dueños de los changarros. Éstos seguramente apoyan prácticas monopólicas que no favorecen a toda la población, sobre todo a la más necesitada. Habrá que ver que dice la mayoría. ¿No creen?
Por último, una tienda de conveniencia requiere cierto nivel o escala de consumo. Si la población es muy pequeña significa que no da el nivel suficiente de consumo para sostener una tienda de conveniencia con todos los servicios. Por otro lado, si la población es suficiente, conviene cierto grado de competencia entre dos o más establecimientos para evitar abusos y que funcione el mecanismo de mercado libre.
Pero la decadencia de la sierra es más profunda, lo que necesita es más seguridad pública y menos retenes raros, “tiradores”, sicarios y “halcones” circulando en los pueblos. Éstos son los que verdaderamente controlan la economía local. Por último, después de controlar la seguridad, hace falta promover una mayor inversión pública y privada en esta región. Solo así se podrá comenzar a rescatar a la sierra.
Por Nicolás Pineda